30 lecciones de democracia, por Giovanni Sartori

Lección 10
La cosa y el cuánto

¿Cómo se consigue establecer lo que es y lo que no es democracia? Hay quien no acepta esta pregunta porque conduce a una contraposición y a una división dualista, mientras que entre democracia y no democracia existen casos intermedios, de semidemocracias, de democracias poco democráticas, pero en cualquier caso bastante democráticas.

La solución a este debate radica en comprender que hay dos formas de identificar la democracia, y por tanto que las preguntas son dos. La primera -qué es la democracia- exige una definición de ella a contrario: la definición viene dada por la exclusión de su contrario, de lo que no es democracia. Y esta definición es necesaria -aquí y en otros casos- para establecer lo que incluye (contiene) un determinado concepto, o bien lo que éste excluye. Es necesaria, quiero decir, para determinar y circunscribir el universo de referencia. Para hablar de zapatos, tengo que excluir las pantuflas; o bien, si decido incluirlas, cambia todo el discurso. Para discutir sobre mujeres, tengo que excluir a los hombres; si no, si los incluimos, el argumento pasa a ser otro.

Por tanto, a la primera pregunta cabe responder de forma dicotómica, es decir, aplicando el principio aristotélico (de la lógica aristotélica) del tercero excluido: aut aut, es o no es. En cambio, la segunda pregunta es: ¿cuánta democracia? ¿Más democracia o menos democracia? En este caso, se trata de precisar el grado o el nivel de democracia. Aquí buscamos “gradaciones”. Y, por tanto, aquí ya no se aplica el principio del tercero excluido.

Decíamos que la pregunta “¿qué es democracia?” nos lleva a establecer el contrario de democracia. Y también ese contrario ha de tener un nombre. ¿Cómo se llama la no democracia? Aquí las posibilidades son amplias. Las no democracias se denominan con numerosos términos: tiranía, despotismo, absolutismo, autocracia, dictadura, autoritarismo, totalitarismo. Tiranía y despotismo son términos heredados de la antigua Grecia, dictadura lo es del mundo romano (con un significado muy distinto del actual), mientras que absolutismo y autocracia son algo anteriores, en el vocabulario político, al siglo XVIII. Por último, autoritarismo y totalitarismo son de acuñación reciente.

Por brevedad tengo que dejar de lado los términos más antiguos y limitarme a los más recientes. Empecemos por “autoritarismo”, que deriva de “autoridad”, y que fue acuñado por el fascismo como término apreciativo, pero que pasó a ser peyorativo con la derrota del fascismo y del nazismo, ya que denota la “mala autoridad”, es decir, un abuso y un exceso de autoridad que aplastan la libertad. En ese sentido, yo diría que hoy, más que constituir lo contrario de democracia, el término autoritarismo viene a significar lo contrario de libertad.

También “totalitarismo” es una palabra que nació con el fascismo, aunque se aplica poco al fascismo, pero es perfectamente aplicable al nazismo y al estalinismo. Totalitarismo deriva de “totalidad” y, por tanto, expresa la idea de algo que lo abarca y lo permea todo. Una nueva óptica respecto a cuando los regímenes políticos se definían en términos de legitimidad, de ejercicio del poder o basándose en el número de quienes gobiernan. Aquí, en cambio, lo que cuenta es la extensión y la penetración del poder en el tejido social; lo que es suficiente para indicar que tampoco el término totalitarismo constituye un buen contrario de democracia.

He dejado “autocracia” para el final. Y ya queda claro por qué. Porque es el contrario, el opuesto que íbamos buscando. Con este término la frontera entre democracia y no democracia se hace nítida. Autocracia es autoinvestidura, es proclamarse jefe uno mismo, o bien ser jefe por principio hereditario. Mientras que el principio democrático es precisamente que nadie puede investirse por sí solo, que nadie puede autoproclamarse jefe, y que nadie puede heredar el poder.

Por consiguiente, la democracia es “no autocracia”, porque aquí el criterio es un principio de legitimidad; y sobre los principios tertium non datur, la legitimidad o bien es democrática o bien no lo es.

Fuente:
Sartori, Giovanni. La democracia en 30 lecciones. México, Taurus, 2009, pp. 53-56.