El tercer sexo

Alemania será, a partir del próximo mes de noviembre, el primer país del mundo en admitir que en las actas de nacimiento no se registre el sexo de los recién nacidos si éstos no tienen rasgos físicos masculinos o femeninos claramente definidos.

            La ley busca evitar intervenciones quirúrgicas improcedentes y consecuencias legales y burocráticas que compliquen aún más la vida a quienes nazcan con esa indefinición.

            Esa condición hermafrodita es sumamente extraordinaria: alguna de las variantes de la intersexualidad (existen muchas) afecta solamente al 0.018% de la población mundial. La más conocida de esas variantes es la del individuo que presenta gónadas con tejido ovárico y testicular, anomalías anatómicas que dan la impresión de reunir los dos sexos.

            Hay referencias a esa extraña conformación desde la remota antigüedad. En la mitología griega, la ninfa Salmacis estaba enamorada de Hermafrodito, joven de gran belleza, hijo de Hermes y Afrodita. Estando el joven bañándose en una fuente, Salmacis se unió a él sin su consentimiento y obtuvo el favor de los dioses de que sus cuerpos formaran uno solo. Se le representa con senos de mujer y genitales masculinos. La escultura del Louvre Hermafrodita durmiente, copia romana de un original griego, con rostro y cuerpo bellísimos de mujer salvo los genitales, que son de hombre, es la más inquietante del museo.

            La ley atiende la recomendación del Tribunal Constitucional alemán: “Siempre que una persona sienta profundamente que pertenece a un determinado género, tiene el derecho de elegir la forma en que legalmente se identifica a sí misma”.

            En Alemania, hasta ahora, como en el resto del mundo, los padres están obligados a registrar el sexo del recién nacido como masculino o femenino. A partir de noviembre podrán dejar en blanco la línea en que debe indicarse el sexo del hijo. No se admitirá la clasificación de hermafrodita o intersexual. La ley permitirá que el ser humano intersexual —que no sabe aún si es hombre o mujer— pueda decidirse por el sexo masculino o el femenino en el momento que lo desee.

            Se trata de una revolución jurídica de profundo sentido humanitario, ya que evitará que se someta a los padres a la presión de una intervención quirúrgica apresurada que defina el sexo, y hará posible que el afectado espere a que aparezcan los rasgos secundarios para observar qué sexo prevalece y poder decidir en consecuencia.

            Las pruebas genéticas y hormonales revelan lo que suelen provocar las intervenciones quirúrgicas de los niños con rasgos de ambos sexos. En diversos países del mundo ha ocurrido que el hermafrodita es sometido a una intervención quirúrgica que define el sexo, y posteriormente, en la adolescencia, los caracteres sexuales secundarios son distintos a los del sexo elegido por los padres: una muchacha con vello abundante, voz ronca y musculatura varonil, o un muchacho sin vello, voz femenina y cuerpo con formas de mujer. No hace falta decir que tal circunstancia da lugar a burlas, confusión y severo sufrimiento psíquico.