Con el epíteto de “clásico” se busca distinguir a aquella obra que, por su carácter único y universal a la vez, ha logrado trascender los límites de su propio tiempo y se ha situado en un plano superior en el que conserva su valor y vigencia a través de las épocas, siendo tomado como referente y modelo digno de imitación.

Un clásico es una obra perenne producto del ingenio humano, que no debe pasar desapercibida y merece ser continuamente revisitada, consultada en busca de enseñanzas y aprendizajes que nos ayuden a comprender los dilemas y enfrentar los desafíos más apremiantes de nuestra condición y de nuestro propio momento. En ese sentido, un clásico es una promesa de la sabiduría a los ojos del porvenir.

Así, en el campo de la literatura universal, son clásicos La Biblia y El Corán, La Ilíada y La Odisea, El Quijote y Fausto. En el campo de las ciencias sociales y las humanidades, clásicos son Maquiavelo y Hobbes, Marx y Rousseau, Aristóteles y Voltaire. El objetivo de esta sección es recuperar fragmentos de aquellas obras y autores de la literatura, el derecho, la política, la historia y la filosofía, entre otras disciplinas, que resultan imprescindibles para la construcción de una cultura de y para los derechos humanos.

En esta ocasión, seleccionamos dos textos de filosofía política escritos por Immanuel Kant. El primero de ellos es un fragmento del opúsculo Sobre la paz perpetua y sirve para acompañar la reflexión que debe suscitar la conmemoración del Día Internacional de la Paz, establecido por la ONU el 21 de septiembre. En este texto, el filósofo de Königsberg señala, entre las condiciones previas para una paz duradera, la paulatina desaparición de los ejércitos permanentes, lo que constituye un auténtico precedente de los llamados al desarme contemporáneos. Además, el pasaje también destaca por la forma en que, para Kant, el oficio o empleo de militar se contrapone a los derechos humanos del militar mismo. Como una forma de continuar el acercamiento a este autor e invitar a profundizar en el estudio de su pensamiento, incluimos el “quinto principio” contenido en su Idea de una historia universal en clave cosmopolita. En tal proposición, Kant argumenta en favor de la conformación de una sociedad civil que administre el derecho, discipline los impulsos de la libertad natural hacia la insociabilidad y así logre el desarrollo de todas las capacidades de la especie humana.

Sobre la paz perpetua Immanuel Kant

3. «Los ejércitos permanentes (miles perpetuas) deben desaparecer totalmente con el tiempo.»

Pues suponen una amenaza de guerra para otros Estados con su disposición a aparecer siempre preparados para ella. Estos Estados se estimulan mutuamente a superarse dentro de un conjunto que aumenta sin cesar y, al resultar finalmente más opresiva la paz que una guerra corta, por los gastos generados por el armamento, se convierten ellos mismos en la causa de guerras ofensivas, al objeto de liberarse de esta carga; añádase a esto que ser tomados a cambio de dinero para matar o ser muertos parece implicar un abuso de los hombres como meras máquinas e instrumentos en manos de otro (del Estado); este uso no se armoniza bien con el derecho de la humanidad en nuestra propia persona. Otra cosa muy distinta es defenderse y defender a la patria de los ataques del exterior con las prácticas militares voluntarias de los ciudadanos, realizadas periódicamente. —Lo mismo ocurriría con la formación de un tesoro, pues, considerado por los demás Estados como una amenaza de guerra, les forzaría a un ataque adelantado si no se opusiera a ello la dificultad de calcular su magnitud (porque de los tres poderes, el militar, el de alianzas y el del dinero, este último podría ser ciertamente el medio más seguro de guerra).

Fuente:
Kant, Immanuel. Sobre la paz perpetua (6ª ed.). Madrid, editorial Tecnos, 1998, pp. 7-8.

Idea para una historia universal en clave cosmopolita Immanuel Kant

Quinto principio

El mayor problema para la especie humana, a cuya solución le fuerza la Naturaleza, es la instauración de una sociedad civil que administre universalmente el derecho. Dado que sólo en la sociedad, y ciertamente en aquélla donde se dé la mayor libertad, o sea, un antagonismo generalizado de sus miembros junto a la más escrupulosa determinación y protección de los límites de esa libertad para que pueda coexistir con la libertad de los demás, como sólo en ella puede alcanzarse en la humanidad el propósito más elevado de la Naturaleza, a saber, el desarrollo de todas sus disposiciones, la Naturaleza también quiere que la humanidad deba procurarse por sí misma este fin, al igual que todos los demás fines de su destino: así, una sociedad en la que la libertad bajo leyes externas se encuentre vinculada en el mayor grado posible con un poder irresistible, esto es, una constitución civil perfectamente justa, tiene que ser la tarea más alta de la naturaleza para con la especie humana, ya que la naturaleza sólo puede alcanzar el resto de sus designios para con nuestra especie proporcionando una solución a dicha tarea y ejecutándola. La necesidad le obliga al hombre, tan proclive sin embargo a la libertad sin ataduras, a ingresar en ese estado de coerción y tal necesidad es en verdad la mayor de todas, a saber, la que se infligen mutuamente a sí mismos los hombres, cuyas inclinaciones hacen que no puedan coexistir durante mucho tiempo en salvaje libertad. Sólo en un recinto como el de la sociedad civil esas mismas inclinaciones producirán el mejor resultado: tal como los árboles en un bosque, justamente porque cada uno intenta quitarle al otro el aire y el sol, obligándose mutuamente a buscar ambos por encima de sí, logran un hermoso y recto crecimiento, en lugar de crecer atrofiados, torcidos o encorvados como aquellos que extienden caprichosamente sus ramas en libertad y apartados de los otros; de modo semejante, toda la cultura y el arte que adornan a la humanidad, así como el más bello orden social, son frutos de la insociabilidad merced a la cual la humanidad se ve obligada a autodisciplinarse y a desarrollar plenamente los gérmenes de la naturaleza gracias a tan imperioso arte.

Fuente:
Kant, Immanuel, “Idea para una historia universal en clave cosmopolita”, en ¿Qué es la Ilustración? Y otros escritos de ética, política y filosofía de la historia. Madrid, Alianza editorial,2004, pp. 104-105.