Cosas veredes

Luis de la Barreda Solórzano

Lady Di

20 años después de su muerte, la devoción por la princesa Diana de Gales está intacta. Se le siguen dedicando canciones y poemas, flores y lágrimas. Quizá ninguna otra princesa en la historia haya sido tan querida, tan recordada, tan llorada. Atraía profundamente, pues más allá de su belleza, su elegancia y su porte, tenía encanto. No obstante, la desazón que le provocaba su deplorable relación conyugal, su sonrisa era un arcoíris. Ejercía, también, por decirlo con palabras de nuestro músico-poeta Agustín Lara, el hechizo de la liviandad a tal punto que bailó con John Travolta en una velada ofrecida en la Casa Blanca.

            Diana, como la princesa de Rubén Darío, estaba triste, pero esa tristeza no opacaba su esplendor. A partir de que recuperó su soltería fue mucho más intenso su involucramiento en causas humanitarias. Fue de las primeras figuras en acercarse a los afectados por el virus del sida. Abogó por la erradicación de las minas antipersonas en zonas que ella misma recorrió. Dio su apoyo a hospitales y escuelas, a organizaciones solidarias. Participó en campañas de vacunación de niños africanos. Fue más, mucho más, que una princesa. Sigue leyendo→

Dreamers

Lo ha dicho inmejorablemente Barack Obama: es una cuestión de decencia básica. “Se trata —puntualizó el expresidente— de si somos gente que golpea a jóvenes, esperanza de Estados Unidos, o si los tratamos como queremos que nuestros propios hijos sean tratados. Se trata de quiénes somos como seres humanos y quiénes queremos ser”.

            La bofetada ética no podía ser más contundente. Los dreamers viven en aquel país sin tener culpa alguna de su residencia. Niños aún, sus padres los llevaron consigo escapando de la dura realidad de sus propios países, flagelados por la inseguridad, los ingresos insuficientes, la falta de horizontes promisorios. No tiene sentido expulsarlos. No han hecho ningún daño a nadie. Han sido respetuosos de los estadunidenses y de las leyes de su país de acogida. Sigue leyendo→

Golpes en la vida

Una ironía insospechada del azar: precisamente en el aniversario del sismo más devastador sufrido por nuestro país, otro, también terriblemente dañino, volvió a estremecernos (en más de un sentido). Como apunta Rafael Pérez Gay: “El destino juega a los dados con nuestras vidas”.

            Al escribir estas líneas se han registrado, entre la Ciudad de México y los estados de Puebla y Morelos, más de 200 muertes. Las más tristes son las de los niños del colegio Enrique Rébsamen, que se vino abajo mientras estaban en clases. Sigue leyendo→

La niña que nunca estuvo

Entre el dolor de la tragedia, cualquier rescate era una fiesta. Los rescatistas mexicanos y extranjeros ––con el apoyo de miles de voluntarios y el aliento de millones de televidentes que seguían las incidencias con el alma estremecida–– no escatimaban esfuerzos por desenterrar de entre los escombros, ese hades producido por el sismo, a todas las personas que aún respiraran.

            ––Aquí estoy––, escuchó uno de ellos. Era una voz femenina, todavía algo infantil. La piel se le erizó. En el colegio derrumbado en el que habían muerto decenas de niños, una niña o una adolescente estaba viva. La había detectado su impresionante artilugio tecnológico. Sigue leyendo→