El fin de la vida

Caso “Lambert y otro Vs. Francia”
5 de junio de 2015

Con los progresos de la ciencia y de la medicina los hombres piensan retrasar cada vez más el momento de su muerte. Eso ha conducido a nuestra sociedad a tener miedo de la muerte, la encuentra intolerable. Por otro lado, algunas personas temen más que nada a envejecer y a caer en la decadencia física y moral de las personas de la tercera edad o de las personas con una discapacidad. Así, hay dos tesis que se confrontan. La primera considera la eutanasia como una violación al derecho fundamental de toda persona a la vida y a la confianza en la medicina. La segunda estima que la eutanasia es un derecho natural necesario al dar autonomía y dignidad a la persona. Esta oposición de ideas alimenta el debate europeo sobre el destino de Vincent Lambert.

            A la edad de 38 años, Vincent Lambert (Vincent) fue víctima de un accidente de tráfico. Desde hace 7 años es tetrapléjico y se encuentra en un estado vegetativo. No puede comunicarse, moverse, beber, ni comer. Su familia está dividida, una parte de ella desea mantenerlo con vida a toda costa cuando la otra quiere dejarlo morir “con dignidad” en el marco de la ley francesa.

¿Qué es la eutanasia?

Hoy la eutanasia es el conjunto de medidas que procuran una muerte sin sufrimiento a fin de acortar una enfermedad muy dolorosa con un diagnóstico fatal.

            Históricamente existen tres formas de eutanasia. La eutanasia utilitarista estima que el doliente incurable es una carga para la sociedad o para su familia de modo que los médicos deben eliminarlo, mientras que la eutanasia eugenésica tiene el objetivo de matar a todas la personas que tienen una degeneración, como fue “l’Aktion T4” de Hitler destinada a asesinar a todos los enfermos mentales. Por último, la eutanasia puede ser compasiva, con la meta de parar el sufrimiento físico o moral de los enfermos incurables.

            La eutanasia utilitarista y eugenésica están completamente fuera de la polémica sobre el fin de vida, pues son inhumanas y horribles en todo momento y lugar. Solamente la tercera forma de eutanasia es objeto de debate.

            Además, es necesaria la distinción entre la eutanasia activa y pasiva. La primera, el acto de provocar directamente la muerte del doliente por inyección de un medicamento, es considerada como un homicidio por el Derecho. Por ejemplo, el suicidio asistido es una forma de eutanasia activa. La segunda deja venir la muerte de manera natural al prescindir de un tratamiento que ya no es eficaz para el paciente. Aquí la muerte no es realmente provocada. Según Jean Leonetti[1] “la intención de la acción [no es matar, es] restituir a la muerte su carácter natural y aliviar”.

            En el Derecho francés, la eutanasia activa está totalmente prohibida, aunque la eutanasia pasiva es autorizada con varias condiciones particulares.

La legislación europea y francesa sobre la eutanasia, el suicidio asistido y fin de vida

Contrariamente a muchas otras cuestiones sociales o jurídicas, no hay consenso entre los países europeos sobre la eutanasia, pasiva o activa, y el fin de la vida. Cada Estado tiene su propia ley. A pesar de todo, la mayoría está de acuerdo en prohibir la eutanasia activa, solo los Países Bajos, Bélgica, y Luxemburgo han legalizado la eutanasia activa, mientras que Suiza ha aprobado el suicidio asistido. Sin embargo, muchos países permiten el abandono de los tratamientos que prolongan únicamente la vida de manera artificial, con determinadas y estrictas condiciones.

            Estos requisitos varían de un Estado a otro, no obstante, la voluntad del enfermo está siempre en el corazón de la decisión. Así, los países han establecido diferentes procedimientos para asegurarse el consentimiento del doliente, directa o indirectamente, sobre su muerte. Si el paciente no puede comunicarse, la familia y los parientes tienen un papel significativo para determinar si él debe vivir o morir. La enfermedad debe ser incurable o fatal, y los tratamientos inútiles.

            Desde la Ley “Leonetti” de 2005, el Derecho francés establece un modo de eutanasia pasiva. Los parlamentarios franceses prefieren decir que es una ley contra el “ensañamiento terapéutico”. La ley garantiza al paciente el derecho de rechazar o parar un tratamiento terapéutico, aunque esa decisión conduzca a su muerte. También la ley da derecho a cuidados paliativos[2] y sedativos[3] para acompañarlo en su decisión, aunque las substancias usadas para este fin puedan, en cierto modo, acelerar su muerte. En resumen, la Ley no autoriza la eutanasia activa o el suicidio asistido, pero permite al médico parar los tratamientos y cuidados si estos parecen irrazonables u obstinados.

            Sin embargo, el consentimiento del enfermo a la interrupción de los tratamientos debe ser claro. Si puede comunicarse, no es un problema. Pero si no, es posible que el paciente haga dos cosas de manera preventiva:

  • La “directiva anticipada”, declaración diciendo que no quiere continuar viviendo si no puede moverse, hablar, comer, etc.
  • La designación de una “persona de confianza”, la cual, podría decidir en el lugar del paciente.

           No obstante ni la declaración ni la persona de confianza imponen una obligación para los médicos. Porque la declaración ha sido hecha en un contexto diferente, cuando la persona no estaba enferma, entonces su voluntad puede cambiar, y porque es imposible estar seguros de que la persona de confianza no tiene presiones exteriores (del resto de la familia, económica, etc.).

            Cada caso es único, y por eso los médicos deben realizar siempre un procedimiento colegial particular con la familia, los parientes y varios expertos, con la meta de saber, de manera objetiva, si los tratamientos deberían ser interrumpidos. Este procedimiento es especialmente importante cuando el doliente no ha hecho nada en prevención. Igualmente, un médico no puede detener los tratamientos si el estado de su paciente puede mejorar, si el estado no es irreversible. Los médicos pueden únicamente suspender los tratamientos que pueden ser considerados como “desproporcionados”. En cualquier caso, la decisión del médico no puede ir contra la voluntad del paciente.

            La ley insiste en el hecho que cada caso es único y que cada caso debe ser estudiado profundamente, de modo que cada decisión de parar los tratamientos es especial. En todo caso, aproximadamente 25,000 enfermos mueren cada año en Francia por la interrupción de tratamientos y cuidados.

Resumen de los hechos y del procedimiento del caso “Vincent Lambert”

Vincent fue víctima de un grave accidente de tráfico. Desde hace 7 años es tetrapléjico y se encuentra en estado vegetativo. Necesita una sonda entérica para alimentarse e hidratarse, sin la cual no podría estar vivo. Todas las tentativas médicas de establecer un modo de comunicación fueron inútiles. Amigos y parientes han atestado que él no deseaba seguir con vida en esas circunstancias. Todos estos elementos son la razón por la cual el Doctor Kariger, responsable de Vincent, y la esposa de éste, decidieron iniciar el procedimiento colegial legal para detener su alimentación y su hidratación[4].

            Los padres y dos hermanos de Vincent (“los demandantes”) recurrieron a un tribunal para obligar al hospital a mantener la alimentación y la hidratación de su hijo y hermano. Esto fue el principio de una gran lucha jurídica y social dentro la familia de Vincent. Dos veces el tribunal francés rechazó la interrupción de los tratamientos por varios motivos, hasta que la esposa y el hospital acudieron al Consejo de Estado, última jurisdicción posible en este caso, contra las decisiones de impedir el abandono de los tratamientos.

            El Consejo de Estado ordenó un nuevo peritaje médico para verificar lo que había hecho el Dr. Kariger. Otra vez, varios eminentes médicos, con diferentes especialidades, investigaron el caso de Vincent, y otra vez concluyeron que el doliente no estaba consciente[5] y que su estado era irreversible. Así, el Consejo de Estado autorizó la interrupción de los tratamientos de Vincent. Los demandantes recurrieron al Tribunal Europeo de Derechos Humanos e iniciaron el procedimiento contencioso.

            Los demandantes aseguran que la decisión del Consejo de Estado francés no ha respetado, entre otras cosas, el derecho a la vida y a la integridad física de Vincent, y su derecho al respeto de su vida familiar. Por un lado, manifestaron que Vincent no está en el final de su vida ya que solamente tiene una discapacidad seria, de modo que la Ley “Leonetti” no puede aplicarse. Por otro lado, afirman que esta Ley no es clara, y se preguntan si la alimentación y la hidratación son tratamientos.

            El Tribunal Europeo ha tomado muy en serio el caso Vincent Lambert que fue directamente a la Gran Sala que estudió el asunto, entendiendo que era un caso muy complicado, con muchas presiones exteriores. El Tribunal nunca había resuelto un caso de este tipo, sólo algunos asuntos similares. En cualquier caso, el Tribunal siempre ha prohibido toda forma de eutanasia o suicidio asistido en los países que no lo autorizan, si bien en casos muy especiales y raros[6]. El Tribunal afirmó que es absolutamente necesario dejar un margen de apreciación a todos los Estados sobre sus leyes para reglamentar el fin de la vida. Francia fue libre de adoptar la Ley “Leonetti”.

            En resumen, el Tribunal dictaminó que la Ley para las personas desahuciadas y enfermas y el Consejo de Estado habían delimitado clara y precisamente su alcance, de modo que las peticiones de los demandantes no estaban motivadas. Además el Tribunal consideró que el procedimiento del Dr. Kariger fue totalmente legal pues había tenido en cuenta todos los elementos necesarios[7] en la aplicación de la Ley. La singularidad del caso Vincent Lambert había sido tomada en cuenta y la decisión de abandono del Dr. Kariger fue legítima y legal.

            En conclusión, con una mayoría de 12 jueces contra 5, el Tribunal declaró legal el hecho de dejar morir Vincent Lambert.

            Es importante destacar la opinión contraria de estos 5 jueces. En efecto, su posición es radicalmente diferente al considerar que la solución del caso Lambert es “espantosa” y que se está ante un retroceso al respecto de los derechos humanos en Europa. Según ellos es intolerable dejar morir de hambre y de sed a una persona con una discapacidad seria que no puede exteriorizar su voluntad. El problema consiste en que ellos no están seguros de que Vincent hubiera querido morir en estas circunstancias. En realidad no tienen problema con la interrupción de los tratamientos, pero sí con la ausencia del consentimiento expreso de Vincent.

            La sentencia “Vincent Lambert” del Tribunal es muy completa y precisa en todas sus argumentaciones. Cada argumento fue estudiado con mucha atención, cada palabra y expresión fueron explicadas en función de la ley y de la jurisprudencia francesas. No fue una decisión fácil para el Tribunal, había y hay todavía muchas presiones sobre la cuestión de la “eutanasia y del fin de vida” en Europa. No fue meramente una decisión jurídica común, el caso tocó una pregunta ética y moral que es muy difícil de integrar en una decisión de justicia. Fue la elección de los parlamentarios franceses insertar esta ley dentro del Derecho francés, el Tribunal debe respetar esta decisión, con tal que sea compatible con el Convenio Europeo de los Derechos Humanos.

Consecuencias

Contrariamente a lo que podemos oír en algunos medios franceses, la decisión del Tribunal no va a cambiar en nada la suerte de las personas con discapacidad seria o en estado vegetativo en Francia. La Ley “Leonetti” es clara, cada caso es único. Es necesario reunir muchas condiciones para aplicar esta ley. Así, si la familia o los médicos eligen mantener a un paciente con vida, la justicia francesa no va a ordenar la suspensión de los tratamientos. Los médicos, los parientes, y los jueces han considerado que Vincent, pero solamente él, en esas circunstancias y en su estado desde hacía 7 años, podría morir. Eso no significa que todas las 1,700 personas con discapacidad seria en Francia podrían, o van a, morir.

            Respecto de la interrupción de la alimentación y la hidratación de Vincent, al día de hoy nada se ha hecho aún. El Dr. Kariger renunció desde hace algunos meses a causa de la presión y de las amenazas que tenía por el caso. El nuevo director del hospital, que participó también en el procedimiento colegial, tiene ahora la responsabilidad de la interrupción. Sin embargo, los demandantes quieren hacer un nuevo juicio y cambiar a Vincent de hospital, para impedir la ejecución de la sentencia del Tribunal Europeo. De modo que el ensañamiento de los padres es aflictivo. Ya es hora de que ellos acepten que los médicos, los más calificados, estudiaron el estado de Vincent, varias veces, durante muchos meses. Todo en su beneficio. También es tiempo que detengan sus acciones mediáticas y religiosas respecto de su hijo. Desde algún tiempo, los padres multiplicaron éstas acciones para manipular la imagen de Vincent, de modo que esta cuestión está demasiado mediatizada. La última fue difundir un video de Vincent en su cama de hospital con el objeto de hacer creer que puede reaccionar a su entorno, en contra de lo que han afirmado todos los médicos que han estudiado el caso. Podemos ver en los medios franceses, todos los días, manifestaciones de cualquier persona sobre el destino de Vincent, cuando este problema es meramente familiar y personal. Este debate ha derivado en una oposición mediática entre católicos conservadores y los “proeutanasia”. Vincent Lambert se convirtió en un instrumento mediático para esta confrontación. ¿Morir con dignidad no significa también morir en paz, sin tener su cuerpo y rostro inactivos y enfermos en todas las noticias de los periódicos?

Referencias

“Lambert et autres contre France ”, requerimiento n°46043/14 , sentencia de 5 de junio 2015.

“Vincent Lambert : les modalités d’un arrêt des soins”, Libération, 5 de junio 2015.

Euthanasie : que dit précisément la Loi Léonetti?, Le Figaro.

 “Á bout, le médecin de Vincent Lambert quitte ses fonctions”, Le Figaro, 29 de julio 2014.

“Affaire Vincent Lambert: une interprétation discutée de la loi Léonetti?”, Le Petit Juriste, 10 de febrero 2014.

“Affaire Lambert : médical, politique, militant … Regards sur l’arrêt du Conseil d’État”, Le Monde, 25 de junio 2014.

“Vincent Lambert a trop attendu”, Libération, 10 de junio 2015.

“La fin de vie en Europe”, 13 de noviembre 2014, ARTE Info.

“ Les parents de Vincent Lambert veulent une nouvelle décision médicale”, Radio France Internationale, 5 de junio 2015.

Delphine de Mallevoüe, “Vincent Lambert, otage des arènes et de l’avis du peuple”, Le Figaro, 11 de junio de 2015.

 Sédation, SantéMédecine.net

Soins palliatifs et accompagnements, INPES (Institut National de Prévention et d’Éducation pour la Santé), noviembre de 2009.

[1] Jean Leonetti es un diputado francés portador de la ley “Leonetti” de 2005 y de la proposición de ley “Claeys−Leonetti” de 2015 sobre el fin de vida.

[2] Los tratamientos paliativos no tienen el objetivo de curar, sino suprimir el sufrimiento físico para mantener la calidad de vida del enfermo. Es un acompañamiento a la muerte. Por eso, a veces utilizan algunas substancias, como la morfina, que son peligrosas en dosis muy altas y que aceleran la muerte aunque no sea el objetivo. En todos estos casos, el enfermo está desahuciado.

[3] Los tratamientos sedativos tienen el objetivo de disminuir la conciencia y el sufrimiento del enfermo. Son utilizados, entre otras cosas, al fin de los tratamientos paliativos para dar una muerte más suave.

[4] La alimentación y la hidratación son consideradas como “tratamientos” por la jurisprudencia del Consejo de Estado.

[5] Vincent puede ver, mover sus ojos, y a veces reaccionar a su entorno, sin embargo los médicos están claros, todos son reflejos, Vincent no está consciente, no sabe qué está pasando.

[6] En los casos “Pretty contra Reíno Unido” de 2002, “Haas” de 2011, y “Koch” de 2012, los demandantes solicitaron su derecho al suicidio asistido porque no podían hacerlo por sí mismos a causa de su discapacidad, o a causa de las persecuciones judiciales que sufriría la persona que podría ayudarlos. El Tribunal resolvió en contra en cada caso, aún con el sufrimiento y el dolor, físico y moral, de los pacientes.

[7] El Consejo de Estado estableció una lista de elementos a evaluar para motivar una decisión de parar los tratamientos: elementos médicos y no médicos, en un gran periodo, estudiados colegialmente, la evolución del estado, la voluntad del paciente y la opinión de la familia y de los parientes.