El incorruptible

Su principal bandera es el discurso contra la corrupción. Él barrerá con enérgica escoba la sucia escalera de arriba abajo, es decir, pondrá el ejemplo de conducta virtuosa, y eso bastará para que todos los servidores públicos observen, asimismo, un comportamiento impecable

            El ahorro obtenido por la abolición de las corruptelas será suficiente para generar las condiciones que permitirán, entre otras cosas, un mayor progreso económico del país, la superación de la pobreza y el pago a los jóvenes que ahora no trabajan ni estudian, quienes tendrán acceso universal a la universidad y capacitación laboral remunerada.

            Con esos emolumentos, los jóvenes ya no tendrán la tentación de convertirse en sicarios al servicio del crimen organizado: será el final de la desbordada criminalidad que ha causado tantas muertes y tanta podredumbre. Los criminales saldrán de prisión convertidos en buenos ciudadanos que encauzarán sus pasos por la senda del bien porque hasta ellos se verán hipnóticamente influenciados por el proceder del dirigente.

            La Suprema Corte de Justicia ya no tendrá ministros maiceados, cuyas resoluciones son desfavorables al pueblo, sino juzgadores que atenderán los deseos populares, como lo quiere el timonel, quien, por supuesto, interpretará con precisión esos deseos.

            ¡La república amorosa, libre de corrupción, de pobreza, de delincuencia y de ministros adversos al pueblo, meta a la que se habrá llegado simplemente por la conducta ejemplar de quien encabezará la cuarta transformación del país! Salvo los miembros de la mafia en el poder, que, sin duda, serán condenados por la Historia, ¿quién podría estar contra esa utopía? Pero…

            ¿De qué ha vivido López Obrador desde que dejó la Jefatura de Gobierno de la capital de la República, hace 13 años? ¿Cuántos de sus familiares viven de Morena? ¿Cómo admitió en su partido a Manuel Bartlett, secretario de Gobernación cuando la caída del sistema en 1988, y a Porfirio Muñoz Ledo, que ha pasado por todos los partidos según la dirección del viento? ¿Morena es como el río Jordán: quien se bautiza en sus aguas queda libre de pecado?

            ¿Qué fue de los millones de dólares que René Bejarano, secretario del entonces jefe de Gobierno López Obrador, sacó en fajos de efectivo en un maletín y en todos los bolsillos de su traje, después de lo cual declaró: “Todo cuanto he hecho ha sido del conocimiento de Andrés Manuel”? ¿No extorsionaba Bejarano a empresarios para darles obra pública?

            ¿Por qué el enemigo de la corrupción se rodea o impulsa las candidaturas de personajes tan impresentables como, por ejemplo, Napoleón Gómez Urrutia, Nestora Salgado, un exlíder y un extesorero de la CNTE acusados, entre otros delitos, de agandallarse millones de pesos en perjuicio de los profesores, y Flavio Sosa?

            ¿Por qué asignó los segundos pisos sin transparencia alguna? ¿Cuántos contratos de obra pública sin licitación otorgó durante su gobierno en la capital del país? ¿Qué dice sobre la imputación de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores del desvío de decenas de millones de pesos del fideicomiso para apoyar a los damnificados por los sismos?

            ¿Por qué, al anunciar reiteradamente que cancelará la Reforma Educativa, no ofrece al menos que la gestión escolar no estará controlada por facciones sindicales; que las plazas y los ascensos de los profesores se obtendrán por méritos y que no habrá ya docentes que tengan plazas sin dar clases?

            ¿Por qué a cada señalamiento de corrupción sustentado en evidencias reacciona con la cantaleta de que es parte de la guerra sucia? ¿Por qué su anunciada titular de la Función Pública expresa a priori su apoyo incondicional a Layda Sansores tras el reportaje de Denise Maerker que reveló compras de artículos de lujo con dinero destinado a la labor legislativa?

            Miguel de Cervantes dictaminó: “La falsedad tiene alas y vuela, y la verdad sigue arrastrándose, de modo que cuando la gente se da cuenta del engaño ya es demasiado tarde”. Sin embargo, mucha gente advierte el engaño y, extrañamente, actúa como si siguiera engañada. Después, cuando ya no hay remedio, se lamenta: “¡Ay, si hubiera sabido!”

            Pero lo más inquietante del talante del candidato lo diré aquí la próxima semana.

* Este texto se escribió antes de que se conocieran los resultados de la elección presidencial.