Humor

El mecánico levantó su cabeza por encima del cofre del coche y le preguntó a Isaac Asimov[1]:

Doctor, un sordomudo entró a una tienda de construcción para comprar unos clavos. Puso dos dedos sobre el mostrador como si estuviera sosteniendo un clavo invisible, y con la otra mano imitó los martillazos. Entonces el empleado le llevó un martillo. El negó con la cabeza y apuntó a los dedos en el mostrador. Esta vez el empleado le llevó varios clavos, escogió el tamaño que deseaba y se fue. El siguiente cliente era un ciego. El hombre quería comprar unas tijeras. ¿Cómo cree usted que lo hizo?”

Isaac Asimov levantó la mano y “cortó el aire” con dos dedos, como con unas tijeras.

Pero si será usted bobo, él simplemente abrió la boca y habló para pedirlas.

Mientras el mecánico se carcajeaba, siguió hablando.

Le he hecho la broma a todos los clientes hoy.

¿Y cayeron muchos?— preguntó Isaac Asimov con esperanza.

Algunos. Pero con usted tenía la certeza de que funcionaría.

¡Ah! ¿Por qué?

Porque usted es muy estudiado doctor, y sabía que no sería tan inteligente.