Nombrarse diferente desde el sur global

Por Sebastián Zamudio Posada*

Al ser parte de un mundo globalizado, con nociones esclarecidas previamente y homogeneizadas desde el norte global hacia el resto del mundo entero, desde lo europeo, desde lo yanqui, desde lo que es permitido ser y acerca de cómo habitar el cuerpo, de cómo apropiarse del mismo y vivirlo en sociedad; es difícil pensar en otras formas de ser, de habitar, de ejercer, de revolucionar fuera del canon establecido y permeado por años.

Este ensayo es una propuesta por habitar, ser y vivir desde otros pensares y experiencias, desde una mirada multicultural que no sea ajena al vivir cotidiano de lxs demás, desde el uso de la categoría de “otredad” para poder comenzar a nombrar y teorizar acerca de nociones a las que el tiempo ha tenido olvidadas.

Para comenzar, es necesario tener una idea clara del modelo mundo en el que se habita y desde donde proviene la hegemonía que nos rodea, desde donde se dicta el privilegio de credenciales y el ser alfabetizado, aquel de raza y tez, el de política de la apariencia y estética, los de diversidad funcional y para énfasis de nuestro tema, el que comprende el heterocentrismo, para ello he de apoyarme de la teoría compartida por Monique Wittig, quien comparte respecto a este sistema el hecho de que “los discursos que nos oprimen muy en particular a las lesbianas, mujeres y a los hombres homosexuales dan por sentado que lo que funda la sociedad, cualquier sociedad, es la heterosexualidad. Estos discursos hablan de nosotras y pretenden decir la verdad en un espacio apolítico, como si todo ello pudiera escapar de lo político en este momento de la historia, y como si en aquello que nos concierne pudiera haber signos políticamente insignificantes. Estos discursos de heterosexualidad nos oprimen en la medida en que nos niegan toda posibilidad de hablar si no es en sus propios términos”[1] Claramente, Wittig desde la noción propia del lesbianismo crítico teoriza sobre la noción de la heterosexualidad como régimen político que será aplicable no solo para este colectivo de diversidad sexual, sino también para todos aquellos colectivos que decidan de la noción heterosexual.

Bajo este esquema de pensamiento, donde la noción heterosexual sale del pensamiento genérico-sexual y escala mediante el paradigma de privilegios a instalarse como un modelo de caminar el mundo, un modelo político-social único e instalado desde la hegemonía occidental como el aceptado y permitido; es desde donde es importante estudiarlo y hablarlo. Tomando en cuenta esto, la idea del cruzamiento de la nación heterosexual[2] como modelo establecido y permitido de habitar el mundo con las diferentes otras formas de habitar y vivir el planeta que representan la multiculturalidad en un escenario tal como lo es México como un Estado pluriculturalmente compuesto históricamente[3], no es una idea descabellada, las otras formas de habitar el mundo tienen de igual forma maneras de vivir y disfrutar el género, propuestas acerca de cómo incluir la hetero disidencia en la charla y más aún, una forma de normalizar su presencia, respetarla y hacer comunidad desde la diferencia, desde lo otro sin permear como diferente.

Claro ejemplo de esta habitación genérica diversa es la población muxe del sur del país. Descrita desde la nación zapoteca y su forma de organización única como población no marginada de los escenarios sociales “la sociedad zapoteca a esta organización dicotómica agrega otro rasgo peculiar: no hay estigma y marginación social del muxe al contrario hay una actitud social y cultural peculiarmente permisiva y participativa ante las diferencias de género, en gran contraste con el patrón nacional mexicano. Los encontramos desempeñando funciones socialmente reconocidas y prestigiadas tanto en sus familias, en el ámbito público y comunitario. Se trata de un tercer género institucionalizado, un tercer elemento constitutivo e integrado a la organización genérica de la sociedad y al universo cultural étnico poco usuales en nuestra sociedad occidental”[4]. La idea compartida acerca no solamente  de la no marginalización de las personas hetero disidentes por parte de una nación originaria que responde a un patrón heterosexual mayoritario, sino en el reconocimiento y prestigio de estas personas dentro del núcleo social que les permiten una participación y actuación en comunidad estratégica, valorada y aceptada sin connotaciones violentas por el hecho de pertenecer a la hetero disidencia y de realizar el performance de este hecho a través del cuerpo.

Esta clase de nociones son en una primer mirada, y sin arrojarnos a un extractivismo cultural por demás peligroso, las ideas conjuntadas en la intersección hetero disidencia-multiculturalidad que, unidas a un estudio claro de nuestro papel en el Estado Mexicano con epistemes del sur global adaptables al contexto propio en el cual nuestro país se ubica -y sumando a ello que las estrategias que este mismo Estado ha impulsado desde modelos occidentales y aplicados previamente en el norte global, no han servido mucho ante la violencia permanente contra grupos separados de la hegemonía heterosexual-, puede traer resultados eficaces que podrían transformarse en políticas públicas provechosas que, desde esta línea de pensamiento, igualmente debieran responder a epistemes y estudios del sur global en la idea de que son las colectivas de diversidad sexual a quienes van orientadas estas medidas, quienes deben participar en la idealización de estas propuestas, ocupar puestos determinantes desde el Estado y aún en una posible conjunción semi-estatal con organizaciones diferentes a las clásicas gubernamentales; quienes deben tener participación acerca de qué medidas, qué políticas pueden guiar hacia un ambiente de inclusión, respeto y prestigio tal como se ha visto en la hermana nación zapoteca como ejemplo fructífero de funcionamiento acerca de la inclusión de grupos hetero disidentes en el núcleo social. Sumado a ello, es otro punto clave de comprensión e inclusión del modelo cultural las diversas formas de “performancear” el género, que de nuevo, son mejor comprendidas desde el modelo no occidental, aun respetando estas diversas formas de encarnar en el mismo cuerpo el género, la revolución paradigmática que el ser diverso a la heteronorma comprende, tal como en la sociedad zapoteca se tiene con mayor claridad, “Por lo que corresponde a la génesis y construcción de las identidades individuales, es posible definir algunas diferencias básicas, basadas en la diversidad de una auto-percepción y de pertenencias socioculturales. Una división primaria grosso modo es entre los que afirman sentirse como «toda una mujer», por lo tanto, a diario se visten y pintan como mujeres y usan nombres femeninos y los que, al contrario, se consideran como hombres con preferencia sexual y emotiva hacia otro hombre. Al interior de esta polaridad existe una amplia gama de posiciones intermedias y cruzadas que dan gran espacio a las diferencias muy amplias, e incluso al cambio de identidad sexual a lo largo del ciclo de la vida”[5], estas experiencias, de nuevo pueden ser nutritivas para la elaboración de políticas públicas o incluso sólo medias que sea focalizadas hacia grupos de la hetero disidencia, aún en occidente, y, acercado a pueblos indígenas, debe estudiarse claramente el sobrecruzamiento de opresiones propuesto por epistemes del sur, pero también igualando el terreno hacia la charla con pueblos y naciones originarias, es decir no pretendiendo una superioridad sino una armonización política correcta.

Es desde esta perspectiva que comprende el cruzamiento de pensamientos acerca de las diversidades sexo-genéricas, de la pluriculturalidad como realidad contextual de quien escribe y las epistemes del sur como punto de partida desde la academia, la teoría y el Estado como respuesta a nociones que nos son ajenas -compartiendo desde aquí, que todas las propuestas del norte global, occidentales, capitalistas, blanqueadas o la mayoría de ellas cuando menos aplicadas para las diversidades sexuales y pensadas desde el modelo hegemónico heterosexual-cis-blanco-occidental no han frenado violencias, propuesto soluciones o inclusive comprendido las diversas aristas que se incluyen en este tema-, tenemos que elaborar propuestas que desde la academia, generen charlas, abran caminos a soluciones concretas contextualizadas apropiadamente para la realidad mexicana.

Es desde este punto, donde es importante recordar el nombramiento de la hetero disidencia desde la academia occidental como “la comunidad LGBT+”, un planteamiento alejado de la realidad que atravesamos como disidencias y es desde este ensayo que pretendo elaborar una propuesta en la cual ambiciono el alejarme de este planteamiento. ¿Y por qué el alejarse de un concepto aparentemente fraternal como lo es la comunidad? Recordemos que “la idea de que el discurso de la heterosexualidad es apolítico, al analizar el poder del discurso en tanto los signos tienen significados políticos y también efectos concretos (…) estos discursos no solo existen en el plano de la ideología, sino también en el plano material, ya que a partir de ellos se puede ejercer violencia concreta. Por ello, usar el término de ideología supondría entrar al terreno de las ideas irreales y olvidarse de esa violencia material, la cual es ejercida tanto por los discursos abstractos como los científicos”[6] porque justamente, la heterosexualidad nunca ha sido apolítica y el reapropiarse de terminología usada para describirnos, el nombrarnos desde nuestra misma existencia es importante hoy más que nunca, el evitar violencias desde dentro -es importante reconocer que aún dentro de las hetero disidencias existen violencias concretas, en su mayoría ejercidas por el sujeto más hegemónico dentro de los movimientos: el conjunto hombre/cis/gay/blanco/privilegiado- y más importante reapropiarnos de quienes somos, reconfigurar la lucha, armarnos aún desde la academia, el tomar la hetero disidencia en cuerpo propio como revolución misma.

El mero hecho de la academia, de la heterosexualidad como campo político que ahonda en nociones enclavadas en todas las esferas del desarrollo social, desde la familia, la academia, el Estado, desde donde se nos nombra como diferente, se nombra lo extraño, se nombra lo cuir, representa un reto al cual hay que enfrentar y resistir para perdurar nuestra existencia, para decir fuerte y alto que aquí nos encontramos, y nos encontramos haciendo comunidad desde los diferentes contextos que nos impactan, desde las diferentes experiencias que conllevan opresiones, privilegios en cada caso particular.

Es desde esta idea, y apoyado por la noción otorgada por Ochy Curiel respecto del sobrecruzamiento de opresiones[7] devenida a su vez de feministas negras y chicanas que ahondaron en el trabajo interseccional que conduce a las epistemes del sur a otorgar esta conceptualización propia que ayuda a delimitar el contexto, el mundo en el que se camina -es necesario sobre esta idea, reconocer siempre la ayuda de las teorías feministas, de las mismas feministas negras, las chicanas, las cuir, las lesbianas sin quienes el movimiento de hetero disidencias no avanzaría tan eficazmente-,  el ideario propio que convierte a una persona en única, devenido de esto, otorga la idea de que una comunidad de la diversidad sexual, que una “comunidad LGBT+” queda obsoleta, ya que impulsado desde la propia idea del sobrecruzamiento de opresión de cada grupo hetero disidente, nunca podrían ser agrupados en una misma línea teórica de pensamiento, más, es importante recalcar que esto no impide nunca nuestro trabajo en comunidad, es gracias al trabajo comunitario que los derechos de la diversidad sexual siguen en lucha y avanzando día con día. Y es desde el quehacer en comunidad desde donde hoy puedo expresar que sus argumentos no nos definen, porque no nos conocen, porque no cabemos en sus aulas, en su saber delimitado, en su violencia impuesta.

Las líneas teóricas noroccidentales quedan obsoletas ante el rico panorama del disfrutar sexo-genérico que escapa de la heteronorma en el sur global, y también bajo aquel que puede provocar violencias devenido del pensamiento colonial impuesto por estas mismas élites occidentales es por lo que, desde esta propuesta, la noción de Colectivas de la Diversidad Sexual vendría a la construcción de las teorías cuir. De igual forma, quedan obsoletas ante la idea de una “comunidad” que no comprende las desigualdades y estructuras jerarquizadas que definen a cada grupo hetero disidente, que a su vez no es homogéneo, imaginarnos como parte de ello es violento, ya que nos simboliza como una comunidad establecida por marcos impuestos desde fuera, desde la heterosexualidad como un régimen político (y del ciudadano ideal, que nos aleja de la idea de la hetero disidencia como política en cuerpo propio), que es a partir del paradigma de heterosexualidad como modelo ideal de persona que se nos nombra ajenamente al conjunto de personas hetero disidentes como una comunidad homogénea.

Esta propuesta es incluida debido a que responde a la idea de diversas colectivas que tienen matices que les otorgan diferentes necesidades, opresiones y privilegios dentro del modelo mundo actual[8], y que no caben en las lógicas del paradigma heterosexual como ciudadano modelo que represente a alguien como parte de una sociedad aun en el norte global y que epistemes como las de Ochy Curiel[9] mediante la nación heterosexual en un régimen político se piensan, desde una inclusión impuesta por el modelo mundo y desde el cual se nos nombra como ajenos, como extraños, como queer.

Bibliografía

  • Curiel, Ochy. La Nación Heterosexual. 1a. ed., Colombia, 2013.
  • Drullard, Waquell., “Complicidad colonial: racismo estructural y feminidad blanca”. Plumaje. junio 2020, https://www.animalpolitico.com/blog-invitado/complicidad-colonial-racismo-estructural-y-feminidad-bla nca/
  • Hernandes Chávez & Ferreira de Faria, “Muxes en la interculturalidad y territorialidad de la comunidad zapoteca en Oaxaca-México”, Rev. FAEEBA – Ed. e Contemp., Brasil, v. 31, n. 67, p. 288-307, jul./set. 2022.
  • Quezada, Noemi. Sexualidad, amor y erotismo. 1a. ed., México, 1996.
  • Wittig, Monique. El pensamiento heterosexual y otros ensayos. 1a. ed., España,1992.

* Alumno egresado de la Licenciatura en Derecho de la Facultad de Derecho de la UNAM. Voluntario en la Estancia 2025-2 en La Clínica Jurídica del PUDH-UNAM.

[1] Wittig, Monique. El pensamiento heterosexual y otros ensayos. 1a. ed., España, 1992, p.48.

[2] Cfr. Curiel, Ochy. La Nación Heterosexual. 1a. ed., Colombia, 2013, p.45.

[3] Cfr. Quezada, Noemi. Sexualidad, amor y erotismo. 1a. ed., México, 1996, p. 284.

[4] Hernandes Chávez & Ferreira de Faria, “Muxes en la interculturalidad y territorialidad de la comunidad zapoteca en Oaxaca-México”, Rev. FAEEBA – Ed. e Contemp., Brasil, v. 31, n. 67, jul./set. 2022, p. 292.

[5] Hernandes Chávez & Ferreira de Faria, op. cit., p. 294.

[6] Curiel, Ochy. La Nación Heterosexual. 1a. ed., Colombia, 2013, p.53

[7] Idem., p.21.

[8] Cfr. Drullard, Waquell., “Complicidad colonial: racismo estructural y feminidad blanca”. Plumaje. junio 2020, https://www.animalpolitico.com/blog-invitado/complicidad-colonial-racismo-estructural-y-feminidad-bla nca/, p.2

[9] Cfr. Curiel, Ochy. op. cit.