Saña contra la policía

La Policía Federal mostró una vez más que puede intervenir contra una muchedumbre que está lesionando derechos de terceros sin que se produzca una masacre.

Eso requiere, por supuesto, preparación especializada para intervenir en tales peligrosos lances, cantidad suficiente de elementos policiacos en la acción, y dirección prudente y firme del operativo.

En el desalojo de la autopista del sol la policía actuó con serias desventajas. Los policías emplearon exclusivamente sus escudos para replegar y dispersar a la multitud, mientras que entre ésta hubo quienes utilizaron para agredir a los agentes palos con púas, tubos y bombas molotov. Se informó de ocho policías heridos, dos de ellos de gravedad.

Es preciso que la policía siga impidiendo que unos cuantos cientos o miles de manifestantes afecten los derechos de decenas o centenas de miles de ciudadanos. Su intervención debe seguir siendo, como lo fue esta vez, oportuna, eficaz y apegada a la ley, con respeto riguroso de los derechos humanos.

También es imprescindible que se tomen todas las medidas adecuadas para que en esas acciones los policías no resulten lastimados. Este objetivo no es fácil de lograr ante individuos que llaman represoras a las corporaciones policiacas pero aprovechan las instrucciones que reciben los agentes de ser muy escrupulosos en el empleo de la fuerza para agredirlos con saña desmedida.

Los gases lacrimógenos y los chorros de agua a presión son recursos que sin tener potencialidad lesiva pueden ser muy útiles al enfrentar a una masa violenta.

La exigencia de que los jefes policiacos tomen todas las providencias para que sus agentes no sean lesionados al cumplir con su deber es tan importante como la exigencia de que la policía respete los derechos humanos de aquellos a los que se ve obligada a someter.

Recordarán los lectores que, en entrevista concedida a Carlos Loret de Mola, el subcomandante Marcos justificó que un manifestante pateara con violencia desmedida los testículos de un policía que yacía inconsciente en el suelo con el argumento de que no era al hombre al que se estaba pateando sino a lo que representaba.

Represente lo que represente, un ser humano es en todo momento un ser humano. Desconocer esto nos lleva a justificar todo abuso. La Santa Inquisición quemaba brujas y herejes sólo por lo que representaban: personas que tenían pacto con el diablo o estaban influenciadas por éste. Stalin aniquiló a la vieja guardia bolchevique porque representaba el revisionismo o el desviacionismo. Los dictadores militares latinoamericanos de los setenta asesinaron a muchos opositores políticos porque representaban el comunismo. Los terroristas que derrumbaron las torres gemelas asesinando a miles de personas lo hicieron porque esas torres eran un símbolo del satán yanqui.

Es indispensable que nuestras policías sean respetables. A eso contribuyen acciones como la del autopista del sol: eficacia sin abuso. Es también necesario que empiecen a ser respetadas, en primer lugar por sus propios jefes.