Los expertos en gorgonología no se ponen de acuerdo sobre cuántas de estas criaturas existieron, o pueden existir aún. Algunos dicen que sólo existió una gorgona. Otros citan por lo menos tres: Medusa la reina, Esteno la poderosa y Euríale la saltadora. Igualmente se discute si eran criaturas de la tierra, del subsuelo o incluso del aire. Las gorgonas tienen alas pero nadie ha visto nunca una Gorgona volando, por lo que las alas pueden ser sólo apéndices decorativos o rudimentarios. En cualquier caso, las gorgona, que habitan en el extremo septentrional, pertenecen a la generación de monstruos marinos y son hijas de las divinidades marinas Forcis y Ceto.
El problema básico de las gorgonología es que todo el que mira a una gorgona a la cara se convierte instantáneamente en piedra. Existen muchas posibilidades de que las innumerables estatuas de piedra encontradas en las excavaciones de los países mediterráneos sean, en realidad, los restos calcificados de los observadores de las gorgonas.
No obstante, parece que la gorgona tiene cuerpo de mujer, con una cabeza grande y cara redonda, nariz aplastada, dientes largos y afilados, más mortíferos que los de un feroz león, y lengua colgante. Estas características no son muy diferentes de las de otros tipos de monstruos (e incluso de algunos humanos), pero la señal infalible de que se trata de una gorgona es que su cabello es una masa ondulante de serpientes.
Una peculiaridad de las hermanas gorgonas es que Medusa era mortal, mientras que Esteno y Euríale son inmortales. A Medusa la mató Perseo, quien opinaba que una cabeza de gorgona sería un perfecto regalo de boda para el rey Polidectes.
Perseo descubrió que las únicas guías de fiar para llegar a la gorgona eran las Grayas, tres ancianas que sólo tenían un ojo y un diente para las tres. Normalmente, las Grayas se hubieran negado a delatar a las gorgonas, pero Perseo resolvió el problema de modo expeditivo robándoles el ojo y el diente y negándose a devolvérselos hasta que las ancianas le revelaran el secreto.
Armado con una hoz mágica, eludió la mirada petrificante de las gorgonas puliendo su escudo como un espejo y utilizándolo a manera de periscopio. De este modo consiguió aproximarse a Medusa y cortarle la cabeza de un tajo. Sin duda, hubiera caído víctima de las otras dos hermanas, pero al morir Medusa, de su sangre nació el caballo alado Pegaso. Perseo pudo montar en él y así logró escapar.
Pero cuando Perseo le llevó la cabeza de Medusa a Polidectes se encontró con que éste andaba persiguiendo a su madre. De modo que, en vez de entregarle la cabeza, se la plantó ante los ojos; y aún muerta, el poder de la gorgona es tan grande que Polidectes se convirtió en piedra. Más tarde, Perseo se libró de la cabeza ofreciéndosela a Atenea. Los gorgonólogos aseguran que un mechón de los serpentinos cabellos de una gorgona es una protección infalible contra el mal de ojo, pero el pelo de una gorgona, a estas alturas es prácticamente imposible de obtener, porque Esteno y Euríale se encuentran en paradero desconocido. Ω
[1] PAGE, Michael e INGPEN, Robert, Enciclopedia de las cosas que nunca existieron, Anaya, España, 2003, p. 70.