La tragedia de Macbeth1

William Shakespeare

CUARTO ACTO
Primera escena

Una caverna.
En medio, un caldero hirviente
Truenos
Entran las tres brujas.

BRUJA PRIMERA: Tres veces maulló el gato atigrado.

BRUJA SEGUNDA: Tres y una más gimió el erizo.

BRUJA TERCERA: Llegó el momento, nos anuncia la arpía.

BRUJA PRIMERA: Bailemos en torno al caldero y alimentémoslo con entrañas envenenadas. Tú, sapo, que durante treinta y un días y otras tantas noches has sudado veneno bajo fría piedra, serás el primero que cuezas en el caldero encantado.

BRUJA SEGUNDA: —Hiervan y cuézanse en la cazuela, rueda de víbora, ojo de lagartija, pie de rana, piel de murciélago, lengua de perro, estiércol de sierpe, aguijón de culebra, pierna de lagarto y ala de mochuelo; cósanse y hiervan como si fuesen filtro infernal, para darnos un poderoso hechizo.

LAS TRES: Redoblemos el trabajo y el afán, y arderá el fuego y hervirá el caldero.

BRUJA TERCERA: Hiérvanse, escama de dragón, diente de lobo, betún de brujas, vejiga de tiburón, raíz de cicuta de noche arrancada, hígado de judío blasfemo, hiel de cabra, hojas de abeto plateadas a la luz de la luna que se oculta, nariz de turco, labio de tártaro, dedo de criatura estrangulada al nacer y arrojada al foso por una mujerzuela; todo esto, mezclado con entrañas de tigre, son los ingredientes de nuestra cazuela.

LAS TRES: Redoblemos el trabajo y el afán, y arderá el fuego y hervirá el caldero.

BRUJA SEGUNDA: Enfriémoslo con sangre de mono, y estará el hechizo completo y dispuesto.

Entra Hécate, uniéndose a las tres brujas.

HÉCATE: ¡Magnífico! Han hecho un gran trabajo y participarán del triunfo. Y ahora, canten todas alrededor del caldero, como si los trasgos y las hadas formaran un anillo, y hechizen cuanto han echado a la cazuela.

Música y canto de las brujas.

Se va Hecate.

BRUJA SEGUNDA: Por la picazón de mis dedos adivino que se acerca un malvado … ¡Abran paso, puertas, a quienquiera que llame!

Entra Macbeth.

MACBETH: ¿Qué significa esto, fantasmas de la medianoche, viejas horribles y misteriosas? ¿Qué están haciendo?

LAS TRES BRUJAS: Un extraordinario conjuro.

MACBETH: Por ese conjuro, venga de donde hubiere llegado hasta ustedes, han de responderme. Aunque liberen los vientos y los lancen contra las cúpulas de las iglesias; aunque las olas, empujándose unas a otras, destruyan y se traguen todo cuanto atraviesa la mar; aunque la mies se doble y los árboles se destronquen; aunque los castillos caigan sobre las cabezas de sus guardianes, y las torres de los palacios y las cimas de las pirámides besen el polvo del suelo; no importa que el rico tesoro de los gérmenes de la naturaleza desaparezca de una vez y que hasta la misma destrucción quede extenuada; respóndanme a lo que he de preguntarles.

BRUJA PRIMERA: Habla.

BRUJA SEGUNDA: Exige.

BRUJA TERCERA: Responderemos.

BRUJA PRIMERA: ¿Prefieres saberlo de nuestros labios, o que te lo digan nuestros genios?

MACBETH: ¡Invóquenlos, quiero conocerlos!

BRUJA PRIMERA: Pongamos en el caldero sangre de cerda que haya devorado sus nueve lechoncillos, y echemos a las llamas grasa re sudada de la horca de un asesino.

LAS TRES BRUJAS: ¡Hazte presente, espíritu, ven de lo alto o de lo bajo, y muéstrate tú y tu poder!

Truenos. Primera aparición: una cabeza cubierta con un casco.

MACBETH: Dime: ¿es bastante tu poder misterioso…?

BRUJA PRIMERA: Ya sabe lo que tú piensas … Escucha sus palabras, y guarda silencio.

PRIMERA APARICIÓN: ¡Macbeth! ¡Macbeth! ¡Macbeth! ¡Cuídate de Macduff, cuídate del barón de Fife! … Me voy; ya he dicho bastante.

Desciende.

MACBETH: Seas lo que fueres, gracias por tu excelente advertencia; has llegado acertadamente a mis temores. Pero una palabra más …

BRUJA PRIMERA: No permite que se le mande … Aquí tienes otro espíritu, más convincente que el primero.

Truenos.

Segunda aparición: un niño ensangrentado.

SEGUNDA APARICIÓN: ¡Macbeth! ¡Macbeth! ¡Macbeth!

MACBETH: Si tuviera tres oídos, con los tres te escucharía.

SEGUNDA APARICIÓN: Sé sanguinario, audaz y resuelto. Ríete, hasta despreciarlo, del poder de los hombres, porque ninguno nacido de mujer hará mal a Macbeth.

Desciende.

MACBETH: Entonces, vive, Macduff. ¿Qué necesidad tengo de temerte? … Aun así, mejor es asegurarme por completo y unirme más al destino; no vivirás, para que yo pueda dormir tranquilo a pesar de la tormenta y llamar mentiroso al miedo que intenta desangrar el corazón.

Truenos.

Tercera aparición: un niño coronado, llevando un árbol en las manos.

MACBETH: ¿Qué es esto que se eleva como la descendencia de un rey, y que sobre su frente infantil ciñe la corona y el emblema de la soberanía?

LAS TRES BRUJAS: Escucha, pero en silencio.

TERCERA APARICIÓN: Como el león, sé arrogante y no te cuides de quien se enfade o se desespere, ni te preocupen los conspiradores; Macbeth no será vencido hasta que el gran bosque de Birnam suba contra él a la colina de Dunsinane.

Desciende.

MACBETH: Eso nunca sucederá. ¿Quién es capaz de mover los bosques y de alinear en batalla los árboles separando sus raíces de la tierra que las cubre? ¡Gratos augurios, magníficos! ¡Rebelión, no te levantes nunca hasta que el bosque de Birnam se mueva de su lugar, y verás cómo vive nuestro Macbeth en su elevada posición hasta que le haga pagar su tributo al tiempo y a la muerte! Pero, aun así, mi corazón late insólitamente ante la emoción de saber urta cosa; díganme, si su arte puede decirlo; ¿reinará alguna vez la estirpe de Banquo en nuestra patria?

LAS TRES BRUJAS: No intentes saber más.

MACBETH: Es que quiero quedar conforme; ¡caiga sobre ustedes, si me niegan esto, eterna maldición! Díganme … ¿por qué se hunde ese caldero y a qué viene ese ruido?

Oboes.

BRUJA PRIMERA: ¡Vengan a nosotras!

BRUJA SEGUNDA: ¡Muéstrense!

BRUJA TERCERA: ¡Aparezcan!

LAS TRES: Muéstrense a sus ojos y atormenten su corazón. ¡Lleguen como sombras, y como sombras partan!

Aparecen ocho Reyes, el último con un reloj de arena en la mano.

La sobra de Banquo los sigue.

MACBETH: Te pareces mucho al espíritu de Banquo¡ ¡vete de aquí! La vista de tu corona quema mis pupilas. Y tú, el otro que también ciñe sus sienes con círculo áureo, te asemejas al primero y el tercero es igual a ti … ¡Ancianas repugnantes!, ¿por qué ponen esto delante de mí? … ¡Un cuarto! … ¡Apartense, ojos! … ¿Es que la línea ha de extenderse hasta el día del juicio final? … ¿Todavía otro? … ¡Y el séptimo! ¡No he de ver ninguno más! … ¡Aun aparece el octavo, que lleva la ampolleta, hilo de vida que me señala mucho más!; e incluso veo algunos con doble esfera y triple cetro; ¡espantosa visión! … Pero esto es verdad; porque Banquo, chorreando sangre de la frente, me sonríe indicándome que forman su linaje. ¿Es así?

Se desvanecen las apariciones.

BRUJA PRIMERA: Sí, todo esto es así … ¿Pero por qué se vuelve Macbeth tan pensativo? Pongámonos alrededor de él, hermanas; levantemos su ánimo con nuestros mejores encantos. Voy a hechizar el ambiente para que lance vibraciones, a cuyo son baile nuestra fantástica danza; no dirá este rey que no cumplimos nuestros deberes otorgándole la bienvenida que se merece.

Música.

Danzan las brujas y luego se desvanecen.

MACBETH: ¿Dónde están? ¿Se marcharon? ¡Que permanezca para siempre maldita esta hora fatal…! Entren, pasen aquí.

Entra Lennox.

LENNOX: ¿Qué desea su alteza?

MACBETH: ¿Has visto a las parcas?

LENNOX: No, mi señor.

MACBETH: ¿No pasaron por tu lado?

LENNOX: Ciertamente no, mi señor.

MACBETH: ¡Inféstese el aire por donde cabalguen, y condenados sean cuantos pongan fe en ellas! … He oído galope de caballos; ¿quién ha llegado?

LENNOX: Dos o tres, mi señor, que te traen noticia de que Macduff ha huido a Inglaterra.

MACBETH: ¡Huido a Inglaterra!

LENNOX: Sí, mi señor.

MACBETH: ¡Tiempo, te adelantas a mis temidos designios! Cuando a los propósitos no acompaña acción rápida, nunca se logran. Desde este momento, los primeros impulsos de mi corazón serán las primeras acciones que ejecuten mis manos. Y ahora mismo, para coronar con la obra mis pensamientos, decido lo que mi mente piensa; me haré dueño de Fife, sorprenderé el castillo de Macduff, pasaré a cuchillo a su esposa y a sus hijos, y a cuantos desgraciados sean de su sangre. Sin fanfarronerías, todo esto quedará ejecutado antes que pueda adivinarse la intención. Pero no más apariciones … ¿Dónde están esos caballeros? Llévenme a ellos.

….

[1] Tomado de: http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/literatura/macbeth/4.html