Yo adoro a una mujer meditabunda
de larga y ondulosa cabellera,
que va agrandando el surco de su ojera
con el riego de llanto que la inunda.
Esta blanca sonámbula, ¿qué espera?
¿De qué novela trágica y profunda
ama el protagonista que circunda
de amor su joven alma lastimera?
Yo adoro esta obstinada soñadora.
La realidad en ella se colora
con una novelesca fantasía;
y la adoro sin prisa ni demencia,
con una suave y mística paciencia
¡porque yo sé que nunca será mía!
Luis Palés Matos