Reporte final sobre la sociedad terrícola que presenta Crono Febe, periodista científico social de la Universidad de Ninfa, capital del Planeta Urano, al Consejo Supremo de Servidores del pueblo Uranita1

Si los hombres fuesen justos a su debido tiempo, no existirían los pobres, en vista de lo cual no tendríamos que darles limosna ni tampoco atribuirnos el mérito de la benevolencia.

Immanuel Kant

Esta mezcla actual de ignorancia y poder tarde o temprano nos estallará en la cara y de forma devastadora.

Carl Sagan

Si un solo caso de tortura es inadmisible, también debería serlo un solo caso de pobreza.

José Padana Floix

Honorable Consejo:

En mis informes anteriores he dado cuenta a ustedes de los orígenes, la evolución y las características, físicas y humanas, del tercer planeta del Sistema Solar de la Vía Láctea —llamado Tierra—.

      Mi último reporte estuvo dedicado al tema de los llamados “derechos humanos”, sin duda el instrumento tecnosocial más admirable surgido de la compasión y el ingenio terrícolas que, si las predicciones más pesimistas fallan, podría salvar a ese planeta y a sus habitantes del desastre al que, al parecer, ellos se precipitan.

      Los magníficos esfuerzos de los terrícolas en la lucha por los derechos humanos se han ido plasmando a través de la historia, por un lado, en magníficos documentos legales planetarios, regionales y nacionales, y, por otro, en organismos, tribunales y organizaciones civiles que procuran que esas leyes se cumplan.

      El énfasis de toda esa labor se ha puesto principalmente en tres aspectos: en el derecho penal, es decir, el que comprende los intereses de las víctimas y los inculpados; en el que yo llamaría provisionalmente derecho grupal, que comprende los intereses de los integrantes de ciertos sectores importantes de la humanidad terrícola como los niños, las mujeres, los ancianos, los grupos LGBTTTI —lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transexuales, transgénero e intersexuales—, los indígenas, los migrantes y las personas con discapacidad, entre otros, y finalmente en el derecho electoral. No debe extrañarnos ese énfasis. En el derecho penal entran en juego los bienes jurídicos más valiosos de las personas; en el derecho grupal, los intereses de sectores especialmente vulnerables que históricamente han padecido abusos terribles, y en el derecho electoral, el interés general en que los gobernantes sean elegidos democráticamente.

      Sin embargo, estimo que los terrícolas han soslayado erróneamente la importancia de los que ellos llaman ‘derechos humanos de segunda generación’ o ‘derechos humanos económicos, sociales, culturales y ambientales’, y, entre éstos, han desdeñado especialmente los derechos económicos.

      Como recordarán ustedes, según los tratados internacionales y regionales terrícolas de derechos humanos, las personas tienen, cuando menos, los siguientes derechos económicos, sociales, culturales y ambientales:

            1) A un trabajo y a la libre elección de éste;

            2) A condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias;

            3) A la seguridad social;

            4) A la protección de la familia y los menores;

            5) A un nivel de vida adecuado y a la mejora continua de las condiciones de existencia;

            6) A la salud integral;

            7) A la educación permanente;

            8) A la participación en la vida cultural y del conocimiento, y

            9) A un medio ambiente sano.

      Como ustedes también ya saben, esos llamados derechos son meras aspiraciones que no se cumplen para la gran mayoría de los habitantes de la Tierra. Son, hasta ahora, el privilegio de unos cuántos. ¿Por qué? Aparentemente por la falta de recursos. Pero muchos científicos sociales opinan que más bien se debe a la concentración y a la inequitativa distribución de los bienes y los servicios que se producen en el planeta, algunos de los cuales incluso se ocultan, se desperdician o se destruyen si la especulación mercantil lo requiere.

         Es decir, que el hecho de que la mayoría de la humanidad terrícola no pueda disfrutar razonablemente de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales que, sin embargo, están globalmente reconocidos, se debe a una causa fundamentalmente económica: la concentración de la riqueza en unos pocos. Por ende, problema de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales de los humanos terrícolas requiere una solución principalmente económica.

      Por ello, en lo que sigue me referiré fundamentalmente a los avatares económicos de los terrícolas.

      Pero antes, una aclaración científico metodológica: no hay fenómenos puramente económicos; los hay con características económicas predominantes. Por lo tanto, los problemas llamados económicos no tienen soluciones exclusivamente económicas. Un problema económico tiene, generalmente, en mayor o menor medida, aspectos biológicos, psicológicos, sociales, políticos, jurídicos, ambientales y tecnológicos, y a todos ellos hay que atender según su respectiva influencia en el problema total. ¿Cómo deben resolverse entonces los problemas económicos? Mediante la llamada interciencia e intertecnología, es decir, la concurrencia de todas las disciplinas y todas las tecnologías pertinentes manejadas diestramente por unos científicos avispados que podrían denominarse sociotecnólogos, como les llama Mario Bunge, uno de los terrícolas más sabios y sensibles que existen.

      Recordemos que el sistema económico predominante en la Tierra es el capitalismo, sistema de producción e intercambio de bienes y servicios basado estrictamente en la ganancia mercantil. Los humanos comenzaron a practicar el capitalismo ya desde sus primeras civilizaciones, pero dicho sistema no apareció bien definido sino hasta el siglo XVIII con la llamada Revolución Industrial y las ideas del escocés Adam Smith, quien se convenció o fingió convencerse de que en materia económica había ‘una mano invisible’ que todo lo arreglaba para bien de todos, por lo que había que dejar que los mercaderes ejercieran libremente su actividad. Por increíble que parezca, esa creencia, real o fingida, en la ‘mano invisible’ sigue esgrimiéndose actualmente en la Tierra para impedir que los gobiernos molesten a los empresarios.

      El capitalismo se consolidó en la Tierra durante el siglo pasado, y el título de campeón defensor del libre mercado corresponde a un terrícola estadounidense, pequeño pero muy astuto, que murió apenas en 2006, a los 94 años, respetado y con honores, que se llamó Milton Friedman. Para él, los mejores y más importantes seres humanos eran los empresarios capitalistas, a quienes había que dejar el campo libre. Los gobiernos debían limitarse a las funciones de policía, de defensa y de administración de los servicios públicos más elementales. Así terminaría floreciendo en todo el planeta la libertad y el bienestar de todo el género humano. Ese hombrecito, a quien Mario Bunge, no duda en llamar ‘enemigo de la humanidad’, asesoró directamente a las dictaduras militares de Sudamérica y a otros muchos países, incluído el gigante China, para imponer sistemas de libre mercado basados en la privatización de recursos y servicios, en el cumplimiento incondicional de los dictados del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, y en la reducción del aparato gubernamental a su mínima expresión. Friedman tuvo la dicha de ver el colapso de los regímenes socialistas autoritarios de Europa y de que sus ideas económicas fueran empleadas para reciclar allí a los grupos que detentaban el poder en élites empresariales. En esos lugares campea ahora la economía capitalista de libre mercado, aunque también las masas empobrecidas y las mafias del crimen organizado.

      ¿Cómo ha sido posible que las meras ocurrencias ‘económicas’ de algunos astutos persuasivos hayan sido adoptadas tan ampliamente en muchos lugares de la Tierra? Puede ser que por ignorancia y pereza, aunque es más probable que se trate de mera conveniencia, porque han sido las ideas de los partidarios de la economía de libre mercado las que han permitido que los detentadores del poder económico, generalmente asociados al poder político y mediático, se enriquezcan cada vez más en prácticamente todos los rincones del planeta.

      Los economistas terrícolas no gozan del reconocimiento unánime de los científicos de las otras disciplinas. Mario Bunge, quien, como ustedes ya habrán advertido, fue mi mentor durante mi estancia en la Tierra, da argumentos imponentes en el sentido de que la economía no es una ciencia todavía, sino que es una protociencia en la que la intuición, la opinión y la influencia personal de los economistas se imponen, y se desdeña el estudio científico de la realidad.

      Por increíble que parezca, algunos economistas partidarios del capitalismo han recibido el Premio Nobel de Economía. Ante ello, varios descendientes de Alfred Nobel, el creador de los Premios Nobel, y científicos suecos de renombre han solicitado que deje de otorgarse el Premio Nobel de Economía porque, en su opinión, se ha concedido más por consideraciones políticas o ideológicas que por merecimiento verdadero.

      El propio Mario Bunge, que se ha empeñado durante décadas en estudiar a fondo los fenómenos económicos y las múltiples teorías que se han urdido en torno de ellos, ha echado por tierra algunos de los mitos entronizados por la economía de mercado ortodoxa. Señalo rápidamente los tres principales:

  1. Sólo el crecimento económico puede erradicar la pobreza. No es así. Desde 1995, con los trabajos del economista estadounidense Simon Kuznets, se sabe que la desigualdad aumenta con el incremento del Producto Interno Bruto. Por ello, desde hace tres décadas, la Organización Internacional del Trabajo propone que los países busquen más políticas de redistribución que de crecimiento.
  2. El desarrollo económico engendra la democracia. Falso. El comunismo soviético, en menos de dos décadas, transformó una sociedad agrícola en una potencia industrial, y China, en los últimos treinta años, ha crecido espectacularmente a una tasa de 10%. En ambos casos, sin adelantos democráticos. Como señala el científico social británico Carles Boix, los datos muestran que son los mayores niveles de igualdad economica los que aumentan las oportunidades de democracia. Y Bunge apunta: el mecanismo es el siguiente: cuando ninguno es marcadamente más rico que los demás, nadie dispone del poder material para dominar a los otros y todo el mundo está interesado en mantener un régimen que garantice su propia situación. En cambio, el crecimiento del capital va acompañado de una creciente desigualdad, lo cual se opone a la democracia.
  3. El libre comercio internacional beneficia a todo el mundo. Mentira. Los hechos dicen otra cosa, ya que los partidarios más acérrimos del libre mercado, Estados Unidos y la Unión Europea, obligan a otros países a bajar sus defensas comerciales mientras que ellos practican el proteccionismo nacional. Es decir: déjame entrar libremente a tu casa, pero págame si quieres entrar a la mía. Ante esto, y sin un mercado interno que pueda absorber la producción local, la mayoría de los países en desarrollo o subdesarrollados tienden a exportar barato todo lo que producen e importar caro todo lo que consumen. Y las pérdidas que esto implica no la pagan los empresarios, sino los trabajadores con sus salarios castigados, y los consumidores, con precios excesivos.

      ¿Cuáles han sido los efectos en el planeta Tierra atribuibles a la economía de mercado, con su énfasis en la ganancia a toda costa, sin importar las consecuencias?

      Según muchos científicos, en el aspecto físico, la Tierra es un planeta en plena decadencia. El suelo, las aguas y el aire sufren altos niveles de contaminación. Decenas de miles de especies animales y vegetales se extinguen cada año por la negligencia o la depredación humanas. Recursos naturales no renovables tales como el agua potable, las maderas, las piedras y los metales preciosos, los combustibles fósiles y los metales y minerales industriales se agotan rápidamente por la explotación sin control acicateada por la ganancia. Algunos científicos vaticinan que, a menos que haya una rectificación oportuna y eficaz, dentro de un siglo, la vida será difícil o imposible para muchas de las especies vegetales y animales, incluida la humana.

      En el aspecto social humano, la Tierra es un lugar en el que prevalece la injusticia en todos los órdenes. A nivel global, un puñado de las naciones más poderosas imponen sus designios económicos, políticos y culturales a los demás pueblos, ya sea mediante la presión diplomática, los organismos de control político económico, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio, o a través de la amenaza de agresión militar o la guerra directa.

      Según datos de Oxfam, una respetada confederación planetaria de organizaciones civiles, fundada en Oxford, Reino Unido, en 1942, que trabaja contra la injusticia y la pobreza en 94 países, en 2014, el 1% más rico de la humanidad (72 millones de personas) poseía el 48% de la riqueza mundial, mientras que el 99% restante (7,128 millones de personas) debía repartirse el 52% remanente. De estos 7,128 millones de personas, alrededor de 1,500 millones se encuentran en pobreza extrema, lo que significa que no tienen acceso a casa, comida, vestido, salud ni educación mínimamente adecuadas. No es excesivo decir que viven el infierno en la Tierra, una vida entera indeseable de dolor, enfermedad y sufrimiento.

      Pero prácticamente la totalidad de ese 52% de riqueza remanente está en manos del 20% más rico de la población mundial, de modo que el 80% restante sólo posee un 5.5% de la riqueza mundial. Si se mantiene esta tendencia de incremento de la participación de las personas más ricas en la riqueza mundial, en sólo dos años, el 1% más rico de la población acaparará más riqueza que el 99% restante, y el porcentaje de riqueza en manos del 1% más rico superará el 50% en 2016. La riqueza del 1% de la población más rica del mundo asciende a 110 billones de dólares, una cifra 65 veces mayor que el total de la riqueza que posee la mitad más pobre de la población mundial.

      La mitad más pobre de la población mundial posee la misma riqueza que las 85 personas más ricas del mundo. Siete de cada diez personas viven en países donde la desigualdad económica ha aumentado en los últimos 30 años.

      No es excesivo decir que la economía capitalista de libre mercado, o mejor dicho, quienes la practican, la alientan y la protegen, mantiene cada día, cada segundo, por sí sola, mayor sufrimiento, dolor y muerte que todas las catástrofes, atrocidades y guerras juntas de la historia humana terrestre. Podría decirse que el sojuzgamiento económico actual de las mayorías es la madre de todas las crisis humanitarias.

      Ahora voy a referirme a México, el país en que decidí instalarme a mi llegada a la Tierra. Lo elegí porque es fascinante por sus contrastes y contradicciones. Es una nación mestiza, y sin embargo muy discriminadora, entre cuyos pobladores todavía se cuenta un poco más de 10% de población indígena. Tiene una rica tradición cultural singular con manifestaciones artísticas admirables que se ha ido relegando paulatinamente en aras de la admiración e imitación paulatina de las costumbres de sus poderoso vecinos, los estadounidenses. Ha sufrido convulsiones sociales profundas inspiradas en un hondo sentido de la justicia social, pero sigue dominada por una egoísta oligarquía poderosa. Durante los últimos años ha figurado entre los 10 o 15 países más ricos de la Tierra y varios magnates mexicanos aparecen repetidamente en las publicaciones especializadas entre los hombres más ricos del mundo, pero asimismo se encuentra entre los diez países con mayores niveles de pobreza, desigualdad y violencia.

      Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), una institución que depende del gobierno mexicano, entre 2012 y 2014 la población en pobreza aumentó de 53.3 a 55.3 millones de personas. Entre estas últimas, 11.4 millones de personas, viven en pobreza extrema, lo que, como ya dije, significa que viven el infierno en la Tierra porque no tienen acceso a casa, comida, vestido, salud ni educación mínimamente adecuadas.

      Y conforme a un estudio que publicó hace un par de semanas Oxfam México, un millón de mexicanos concentra el 43% de la riqueza del país. El estudio destaca que mientras la riqueza de cuatro de los hombres más ricos del país (Carlos Slim, Germán Larrea, Alberto Baillères y Ricardo Salinas Pliego) representa el 9% del Producto Interno Bruto, el 45% de la población permanece en la pobreza, y que los cuatro han hecho sus fortunas a partir de sectores privados, concesionados y/o regulados por el sector público, favorecidos por la falta de regulación legal y el exceso de privilegios fiscales.

      Honorable Consejo, finalizo este reporte con un conjunto de propuestas que, previa la autorización de ustedes, se harían llegar al pueblo terrícola. Dichas propuestas me fueron inspiradas por mi propia experiencia en la Tierra, por algunos terrícolas sabios y humanitarios y por mi experiencia previa en nuestro amado planeta Urano, donde, aunque todavía hay mucho por hacer en materia de derechos humanos, hemos avanzado significativamente en materia de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales gracias a medidas similares a las que se desprenden de las propuestas siguientes:

Propuestas

  1. Aunque no está al alcance de ningún país solo poner fin a la injusticia económica del capitalismo de libre mercado, cada nación terrestre debería planear soberanamente sus propios estilos de inserción en la economía mundial conforme a sus fines nacionales, en vez de dejarse arrastrar pasivamente por las fuerzas del mercado.
  2. Los países con intereses comunes, sobre todo los que padecen más los efectos de la economía global de mercado, deben presionar para que instituciones como la Organización Mundial de Comercio, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que imponen libremente los intereses de quienes detentan el poder económico mundial, se ajusten a un mecanismo democratico de gobierno internacional y de rendición de cuentas.
  3. Cada país debe establecer un Consejo Económico Nacional, dependiente del poder legislativo, integrado por científicos sociales —sociotecnólogos— especializados, cuando menos, en economía, sociología, política, derecho, ética, demografía, salud, educación, seguridad pública, ambiente, ingeniería social y alta tecnología para diseñar planes económicos anuales conforme al método científico y utilizando como instrumentos principales la lógica matemática, la matemática aplicada y los avances de la ciencia en todos los órdenes.
  4. Dentro de cada Consejo Económico deben establecerse, cuando menos, Subconsejos de Trabajo, de Salarios, de Precios, de Impuestos y de Presupuesto y Gasto Publico, integrados por comisiones mixtas de representantes de los trabajadores, los patrones, los ciudadanos y el gobierno que, con base en los estudios de los sociotecnólogos, y asesorados por éstos, dictarán las normas los y procedimientos a que deberán sujetarse las políticas nacionales de trabajo, de empleo, de salarios, de precios, de impuestos y de presupuesto y gasto público.

      El Subconsejo de Salarios deberá establecer en cada país el salario mínimo que permita a quienes lo reciban una vida lo más digna y socialmente equitativa posible, según las condiciones del país de que se trate, y ejercer la polírtica nacional de salarios conforme a criterios democráticos, de equidad y de justicia social

  1. Antes que buscar el crecimiento económico, los planes que surjan de los Consejos Económicos deberán perseguir la redistribución equitativa y democrática de la riqueza ya existente.
  2. Hay que sustituir los sistemas presidencialistas por regímenes parlamentarios, dado que, en estos últimos, los poderes del primer ministro y su gabinete están efectiva y estrictamente limitados y sus actos son juzgados eficaz y constantemente. No sobra recordar que en Urano todos los gobiernos son parlamentarios.
  3. Debe reciclarse a las fuerzas armadas para convertirlas en Cuerpos Nacionales de Búsqueda, Rescate y Pacificación. Puesto que terminó la guerra fría, los ejércitos nacionales ya no necesitan tanto personal ni tanto armamento, sobre todo en los países sin enemigos declarados, con problemas económicos y abrumados por la deuda externa. En términos generales, los ejércitos consumen el 10% del producto interno bruto mundial.
  4. Hay que reducir drásticamente el número de legisladores. En algunos países hay una sobrepoblación innecesaria de hacedores de leyes que consumen grandes recursos. Cada país debe estudiar cuál es el número idóneo de legisladores según sus particulares condiciones.
  5. Deberán reducirse drásticamente los salarios de los altos servidores públicos a niveles equitativos, ajustándolos a la situación económica de cada país. Y habría que destinar los salarios más altos a los servidores de la seguridad, la salud y la educación públicas.
  6. Hay que promover el cooperativismo empresarial alentando la creación de empresas cooperativas, convirtiendo las empresas capitalistas en empresas cooperativas y estableciendo el sistema cooperativo en las empresas públicas.
  7. Tiene que establecerse la obligación de todas las empresas de publicar periódicamente sus estados financieros y someterlos a la revisión del Consejo Económico del país de que se trate, y cumplir con las recomendaciones consecutivas a la revisión que haga el Consejo.
  8. Deben evitarse los monopolios, que permiten a quienes los detentan fijar arbitrariamente salarios y precios, y concentrar un poder económico y político perjudicial para el interés público
  9. Es preciso establecer un sistema de impuestos gradual, racional y equitativo a la renta y la riqueza, benigno para las personas de bajos ingresos y severo para las de ingresos altos, que distribuya racionalmente el gasto público y social, y ayude a evitar la excesiva concentración de la riqueza y los altos niveles de pobreza y desigualdad. Y…
  10. Deben eliminarse los privilegios indebidos de los altos servidores públicos tales como:

a) Salarios inequitativos y excesivos;

b) Equipos de protección y seguridad excesivos;

c) Gastos médicos mayores;

d) Viáticos y gastos de representación injustificados;

e) Jubilaciones preferentes, y

f) Fueros e inmunidades.

      Es oportuno señalar aquí que la primera parte del párrafo tercero del artículo 27 de la Constitución mexicana establece que:

    La nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público, así como el de regular, en beneficio social, el aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de apropiación, con objeto de hacer una distribución equitativa de la riqueza pública, cuidar de su conservación, lograr el desarrollo equilibrado del país y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población rural y urbana.

      Consejo Supremo de Servidores del pueblo Uranita:

      Voy a terminar este mi reporte final sobre los terrícolas citando unas palabras del doctor José Narro, Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, la institución educativa más importante del fascinante país que me dio cobijo durante mi aventura terrícola. Dichas palabras fueron pronunciadas por el doctor Narro hace unos días, cuando entregó el doctorado honoris causa a once personalidades del conocimiento, la cultura y la ciencia, en reconocimiento a su labor en busca de equidad y mejores condiciones de vida para la humanidad. Dijo así el Rector:

Ahí están en la puerta de la historia, la pobreza y la desigualdad; la ignorancia y la muerte prevenible, la corrupción y la impunidad, la injusticia y la exclusión. Ahí están desafiantes, esperando nuestra determinación.

(Fin de mi reporte)

“Servir, educar construir”

Crono Febe,
reportero científico social
de la Universidad de Ninfa,
capital del Planeta Urano

 Verano de 2015 del planeta Tierra

 


Referencias

 BUNGE, Mario.

            — Cápsulas. Gedisa. Barcelona. 2008.

            — Crisis y reconstrucción de la filosofía. Gedisa.   Barcelona. 2001.

            — Filosofía política. Solidaridad, cooperación y    democracia integral. Gedisa. Barcelona. 2009.

            — Filosofía y sociedad. Siglo XXI. México. 2010.

            — Las ciencias sociales en discusión: una perspectiva     filosófica. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1999.

 HOBSBAWM, Eric. Historia del siglo XX. Crítica. Buenos Aires. 1998.

KLEIN, Naomi. La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre. Paidós. México. 2014.

 PIKETTY, Thomas. El capital en el siglo XXI. Fondo de Cultura Económica. México 2014.

 SAVATER, Fernando. Ética para la empresa. Conecta. México. 2015.

STIGLITZ, Joseph. El malestar en la globalización. Taurus. México. 2002.

ZAMORA, Francisco. Tratado de teoría económica. Fondo de Cultura Económica. México. 1984.

[1] Texto leído por José A. Aguilar el 10 de julio de 2105 dentro del ciclo de conferencias Los derechos humanos hoy, organizado por el PUDH-UNAM.