¿Desequilibrio emocional
en nuestro AMLO?

Alejo Martínez Vendrell[1]

La cancelación del aeropuerto en Texcoco o NAIM constituye un despropósito tan descabellado, tan aberrante e irracional, tan fuera de elemental lógica que para tratar de explicarlo se vuelve necesario el tener que explorar elementos ajenos a los factores técnicos, económicos, financieros y ambientales directamente vinculados a la más grande obra de infraestructura en construcción de América Latina.

            En un mundo globalizado en donde el transporte aéreo se vuelve una pieza impulsora del desarrollo con cada vez mayor peso, en donde ya se padeció un deplorable rezago cuando el aeropuerto proyectado por el régimen del entonces presidente Vicente Fox fue cancelado por un torpe abuso con la precarísima y mezquina indemnización propuesta inicialmente y por una todavía más torpe negociación política, resulta sumamente pernicioso tirar a la basura una nueva oportunidad de modernización y progreso.

            Cuando los sólidos argumentos técnicos y económicos favorables al NAIM, frente a un ridículo proyecto carente de las más elementales bases, han sido desestimados por el próximo gobierno de la República, a pesar de los graves perjuicios y cuantiosas pérdidas en que se incurrirá con impresionante lujo de irracionalidad, se vuelve ya un tanto ocioso continuar argumentando sobre lo obvio, lo evidente, y quizá resulte más oportuno intentar una explicación en función de preocupantes síntomas psiquiátricos padecidos por nuestro señor presidente electo.

            Quisiera apoyarme en algunas esclarecedoras observaciones de Jesús Silva-Herzog Márquez, quien pone de relieve una importante virtud de AMLO: su singular y sobresaliente “capacidad para conectarse con las emociones del electorado”. Estando él muy consciente de su capacidad con los electores que lo siguen e idealizan, Silva-Herzog lo caracteriza como “un hombre que cree, que confía ciegamente en su instinto político por encima de cualquier otra cosa”.

            Esa íntima convicción de poseer una estrecha comunión con el pensamiento de las mayorías que lo condujo hasta ganar la Presidencia, es lo que puede explicar el que asuma como decisiones idóneas e incontrovertibles intuitivos proyectos que exigen estudios de fondo o detallados proyectos ejecutivos, y que implican inversiones sumamente elevadas de recursos como el Tren Maya, el aeropuerto en Santa Lucía o la dispersión por el territorio nacional de las entidades gubernamentales. Está convencido de que su genial intuición política está por encima y es más válida que profundos estudios técnicos sobre las obras a realizarse.

            Otra preocupante cara de esta grave problemática es que su equipo de trabajo cercano, aunque cuenta con personajes experimentados y talentosos como Javier Jiménez Espriú o Esteban Moctezuma Barragán, no se atrevan a contradecirlo, sino que se vean obligados a respaldarlo en decisiones tan absurdas, perniciosas e irracionales como la cancelación de dos proyectos de vital trascendencia para el futuro del país como son el NAIM en Texcoco y de la Reforma Educativa. ¿Será que una vez iluminado y tomada la decisión, guiado por su “infalible” intuición política, ya no existe tolerancia alguna para quienes osen contradecirlo o exponerle inconvenientes? Como diría la sabia abuela: ¡Dios nos agarre confesados!

            Tengamos en cuenta que nuestro AMLO, en vías de entronizarse en su calidad de Gran Prócer, cada vez levita más alto y va desprendiendo sus pies de la Madre Tierra. Muestra cada vez más notables similitudes con Hugo Chávez al irse ubicando a sí mismo como ser dotado de singular capacidad para lograr sublime comunión con el pueblo, pero disimulándola haciendo alarde de humildad, recurriendo a estrategias de endiosamiento del pueblo. Es así como proclama: “Mi amo es el pueblo de México. Yo ya no me pertenezco”; AMLO en Mérida, Nov.12/2018. En términos sintomáticamente similares a la declaración “Como se los digo: yo no me pertenezco. Yo le pertenezco al pueblo de Venezuela; mi vida es de ustedes”: Hugo Chávez en Feb.15/2009. Ojalá no le suceda a nuestro Andrés Manuel López Obrador lo que al mitológico Anteo, por perder contacto con la Tierra cuando tiene que enfrentarse al Hércules de la cruda realidad.

            En ese contexto no resulta extraño que el pasado 21 de octubre, al ser entrevistado a bordo del avión que lo conducía a Tuxtla Gutiérrez, AMLO formulara una detallada y muy reveladora explicación sobre el personal concepto que tiene en su mente de lo que para él significa ser fifí y por lo tanto de lo que piensa de quienes así califica. Pero también revela cómo se ve a sí mismo frente a ellos. Para poder entenderlo bien es necesario recurrir a una larga cita textual de sus palabras:

            “Los que le hicieron más daño al movimiento revolucionario maderista, fueron los fifí, ayudaron a los golpistas, y hubo una prensa, en ese entonces, El Debate y otros periódicos que se dedicaron a denostar al presidente Madero. Bueno, esa prensa y los fifís, quemaron la casa de la familia Madero. Cuando detienen al hermano de Francisco I. Madero y asesinan cobardemente a Gustavo A. Madero, los fifís hacen caravanas con sus carros y festejan.

            ”Y luego esa prensa siempre apostó a apoyar la militarización, el golpe de Estado, y tiene que ver mucho con el conservadurismo, venían del régimen porfirista, eran serviles, era una prensa sometida y cuando triunfa el momento revolucionario, triunfa Madero, él garantiza libertades plenas, y se portaron muy mal, no sólo con Madero, sino el país, le hicieron mucho daño a México, fueron los que atizaron el fuego para que se volviese cruenta la revolución mexicana y se perdieran muchas vidas humanas. Entonces, lo del fifí viene de eso, para darle una ubicación histórica, entonces eso sí se los voy a seguir diciendo, porque son herederos de ese pensamiento y de ese proceder”.

            Así que ahora ya podemos saberlo: AMLO se equipara como demócrata con Francisco I. Madero y percibe a los que osan criticarlo o cuestionarlo como fifís, como neoporfiristas, golpistas, serviles, prensa sometida. Por ello, en su condición de una especie de Gran Prócer y muy anticipado autor de una paradisíaca Cuarta Transformación de México, para ubicar históricamente a sus críticos les seguirá diciendo “fifís”, especie de neopartidarios de Victoriano Huerta.

            Él mismo se coloca así en un elevado e incuestionable plano, dejando manifiesto un rasgo psicológico de sentimiento personal de superioridad, a quien la crítica, la contradicción, le resulta una indudable expresión de traición o malevolencia. Desde esa maniquea perspectiva quienes lo cuestionan no pueden ser más que gente deshonesta y vendida a la mafia del poder. Ratificando su menosprecio por sus críticos AMLO continuó declarando que hay escritores y articulistas que han actuado con deshonestidad intelectual justificando la aplicación de una política antipopular, entreguista, injusta, inhumana y aseguró que es característica de la derecha la hipocresía, por lo cual “me gusta quitarles la máscara y desnudarlos”.

            Por un lado tenemos así su notable menosprecio por sus detractores, por el otro podemos constatar que quizá su hoy cada vez más elevada autoestima —ahora excitada no sólo por la arrasadora victoria presidencial, sino también por las desmesuradas expectativas de sus entusiastas seguidores o fanáticos que lo veneran como taumaturgo, en donde hasta personalidades muy conocidas como el sacerdote católico Alejandro Solalinde incurre en el despropósito de endiosarlo, sosteniendo que “AMLO tiene mucho de Dios” y que “Dios del cielo apoya, pero es AMLO quien está haciendo el milagro de la Cuarta Transformación”— lo hace considerarse a sí mismo como un ser superior con rasgos de infalibilidad. Es quizá por ello que, aun ante decisiones descabelladas, sus colaboradores cercanos no se atreven a contradecir a tan iluminada personalidad. Les resulta demasiado riesgoso.

amartinezv@derecho.unam.mx   @AlejoMVendrell

Convicción sobre su notable capacidad de comunicación con masas electorales ¿lo conduce a intolerancia con quienes osan disentir? Aun ante decisiones descabelladas los colaboradores de AMLO no se atreven a contradecirlo. Ω

[1] Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM.