Desgarradora realidad de Venezuela
al despertar de la juerga de populismo[1]

 Alejo Martínez Vendrell

Una característica fundamental y típica de los regímenes de corte populista[2], que con suma frecuencia pretenden presentarse como de izquierda, radica en que, buscando convencer de su preocupación por los desposeídos vuelcan múltiples programas sociales y beneficios en favor de los estratos poblacionales más desprotegidos. Sin duda este tipo de acciones les ganan no sólo reconocimiento y aplausos por parte de la opinión pública nacional e internacional, sino también considerable adhesión y aun fanatismo de parte de los sectores sociales así favorecidos.

            La diferencia con una verdadera izquierda estriba en que el financiamiento de la derrama de beneficios tiene con ésta un sustento sólido que le permitirá sostenerse en el largo plazo y que por lo general esa derrama apela a la corresponsabilidad, es decir que no todos los apoyos se otorgan de forma incondicional, sino que muchos están diseñados para impulsar la superación de los sectores beneficiados, de manera que ellos mismos se constituyan en motores del mejoramiento de sus condiciones de vida, con el fin de que su aportación los haga sentirse satisfechos tanto de sí mismos como de sus realizaciones. Es así como se logra que los beneficiarios no se conviertan en entes dependientes, en agentes pasivos en espera de dádivas del Estado.

            Para los regímenes populistas esta estrategia de verdadera izquierda tiene la grave desventaja de que no genera las lealtades fanatizadas que pueden obtenerse mediante la entrega gratuita e incondicionada y que hace posible un reclutamiento clientelar de las masas así favorecidas, lo cual a su vez implica lealtades capitalizables en procesos electorales. En la Venezuela de los últimos 17 años tenemos un modelo típico de populismo que gracias a un enorme torrente de petrodólares logró éxito y reconocimientos considerables.

            El presidente Hugo Chávez Frías nació bajo la estrella de la buena suerte. Poco después de iniciado su periodo de gobierno los precios del petróleo iniciaron su despegue hacia los cielos y después de su deceso ocurrió el brutal derrumbe de tales precios. Esa enorme derrama de dinero para un país con una de las mayores reservas de petróleo en el mundo, sirvió para amparar toda suerte de derroches y de magnánimas e incondicionadas dádivas que no se limitaron al ámbito nacional sino que se extendieron al espacio internacional, incluyendo hasta regalos a sectores sociales de países ricos como los EUA. Tampoco habría que menospreciar en esta casi mágica desaparición e inutilización de riqueza a la galopante corrupción de la llamada “boliburguesía”, que entre otras de sus gracias tuvo a bien esfumar sin dejar rastro alguno 100 mil millones de dólares del Fondo de Desarrollo Nacional.

            En la desatada euforia por repartir donaciones, al régimen chavista−madurista no le resultaron suficientes los abundantes ingresos petroleros y en lugar de generar una reserva para las épocas difíciles, decidió incurrir además en un desmesurado e irracional endeudamiento externo que ya hoy alcanza la alarmante cifra de 185 mil millones de dólares.

            Todo ese gigantesco dispendio, que le ganó tantas adhesiones, popularidad y reconocimientos, no ha sido posible y habría seguido siendo irracional continuar sosteniéndolo. Venezuela en lugar de avanzar ha retrocedido. Hoy padece mucho mayor pobreza que cuando inició el gobierno chavista. Hoy padece hambre, desesperación e inseguridad en niveles sin precedente. En un mesurado mensaje televisivo, cuya esencia es una apelación al humanitarismo sin crítica al régimen, la sobresaliente periodista Pilar Ferreira, al hacer alusión a que “La escasez de alimentos y medicinas supera ya el 85%”, invoca al gobierno venezolano a que “acepte la ayuda humanitaria que hasta ahora ha rechazado”. Moisés Naim, mucho más drástico, lo pone en estos términos: “Mientras niños recién nacidos mueren por la carencia de medicinas, el Tribunal Supremo leal al Gobierno censura a la Asamblea por haber solicitado asistencia humanitaria internacional… su indiferencia al sufrimiento del pueblo es indignante”.

amartinezv@derecho.unam.mx   @AlejoMVendrell

[1] Publicado originalmente el 25 de julio de 2016 en el periódico El Sol de México.

 [2] El populismo, a diferencia de la izquierda, desparrama apoyos sin posibilidades de financiamiento en el mediano plazo. .