La fiesta de despedida de Betsy Davis 
(Un suicidio asistido tranquilo y alegre)

Periódico electrónico El Mundo, 24-08-2016

 

Carolina Martín Adalid

Los amigos y familiares más cercanos de Betsy Davis recibieron a principios de julio un correo electrónico especial: era una invitación para pasar un fin de semana en su finca de Ojai, en California, EEUU. “Sois muy valientes por despedirme en mi viaje”, les decía antes de darles las gracias por recorrer la “distancia física y emocional” que les llevaría a su casa, en un valle rodeado de montañas. También les explicaba que, a diferencia de otras fiestas a las que habían asistido, ésta “requería fortaleza emocional, estar centrado y apertura” de mente. No era una celebración cualquiera. Era la fiesta de despedida antes de su suicidio asistido.

Betsy Davis, artista de 41 años, escribió estas líneas con mucha dificultad, tecleando lentamente con un dedo en su tableta desde una silla de ruedas. En los últimos tres años, desde que le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica (ELA), su movilidad había quedado reducida al mínimo. Apenas podía hablar y el iPad le ayudaba a comunicarse. También su trabajo, porque en este tiempo produjo una colección de dibujos con la ayuda de un asistente.

Davis quería que la fiesta fuera maravillosa: rodeada de los sus seres más queridos, divertida, con música, bebida, películas, risas y recuerdos. Quería que sus invitados tuvieran sus cosas para recordarla. También deseaba dormirse para siempre viendo una última puesta de sol frente a las montañas californianas. En ello sus tres cuidadoras colaboraron concienzudamente. Sigue leyendo