Hacia una nueva policía1

Propuesta del Programa Universitario de Derechos Humanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (PUDH-UNAM) para profesionalizar a las policías.

  • El PUDH-UNAM ha llevado a cabo un riguroso estudio en el que se analizan a fondo los problemas de las policías mexicanas, con base en el cual se proponen medidas precisas, detalladas, pertinentes y viables para enfrentarlos.
  • La propuesta propugna, entre otras medidas, un sistema de selección y formación rigurosas de los policías, salarios dignos y prestaciones laborales satisfactorias, y hacer de la carrera policial un verdadero proyecto de vida.
  • Además, se propone: una coordinación ágil y eficaz entre todas las policías del país a cargo de una policía nacional con presencia constante y suficiente en toda la República; la instauración de organismos autónomos que supervisen la actuación de las corporaciones policiales, y el establecimiento en éstas de áreas de innovación permanentes que se encarguen de aportar o proponer continuamente la adopción de los mejores avances teóricos, científicos, prácticos y tecnológicos.

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La policía tiene asignada una función de enorme relevancia: el mantenimiento de la seguridad y el orden público, el cumplimiento de la ley y el respeto de los derechos de todos los miembros de la comunidad.

Para que la policía cumpla satisfactoriamente con su cometido es imprescindible que sus elementos tengan una óptima formación, que los diferentes cuerpos policiales actúen coordinadamente, que dispongan de los recursos y la tecnología más avanzados, que se retribuya justamente su trabajo y que la sociedad los valore debidamente.

La policía debe respetar irrestrictamente los derechos humanos de los gobernados, y las instituciones policiales y el conjunto de la sociedad deben respetar igualmente los derechos de los policías.

El PUDH-UNAM ha analizado las instituciones policiales de prestigio de otros países, y ensayos y ponencias de especialistas nacionales y foráneos.

Con base en ese material se han formulado un diagnóstico y sugerencias para profesionalizar a las policías del país con la convicción de que, aun siendo grave, es posible revertirlo gradualmente si se toman las medidas adecuadas.

La recuperación de la seguridad pública exige, cuando menos, dos clases de medidas:

a) Acciones idóneas de prevención social del delito, es decir, atender a las causas estructurales del fenómeno delictivo: principalmente, la pobreza, la marginación, la desigualdad, y la falta de oportunidades educativas, laborales y de recreación, y

b) Cuerpos policíacos de calidad y confiables, tema fundamental de este trabajo.

El factor principal para contar con cuerpos policiacos de calidad y confiables es la profesionalización auténtica, cuyo meollo es la capacitación integral que debe plasmarse en un plan de estudios idóneo.

En términos generales, los policías mexicanos: 1) incurren con frecuencia en abusos, errores ostensibles y conductas delictivas; 2) están lejos de alcanzar los mínimos suficientes de calidad profesional y confiabilidad; 3) carecen de los conocimientos y las capacidades elementales para ejercer adecuadamente sus funciones, y no poseen siquiera los conocimientos básicos o la práctica indispensable de defensa personal, disparo de armas de fuego, informática o razonamiento oral o escrito, y su condición física es deplorable; 4) padecen serias carencias para realizar labores de investigación; 5) perciben salarios notoriamente insuficientes y sus condiciones laborales son precarias; 6) no cuentan con los equipos adecuados y suficientes para combatir con ventaja a la delincuencia; 7) no están administrados, vigilados y controlados mediante los sistemas con que cuentan las modernas ciencias administrativa y de gestión de organizaciones, y 8) no disfrutan del aprecio ciudadano: se les teme, se les desprecia y se desconfía de ellos;

Consciente de la necesidad y la urgencia de que se adopten las medidas acertadas para conseguir una finalidad de tal magnitud y trascendencia, el PUDH-UNAM considera que, a fin de que las policías mexicanas estén a la altura de la misión que están llamadas a desempeñar, son condiciones indispensables al menos las siguientes:

a) La instauración de una auténtica carrera de formación policial, obligatoria para todos los aspirantes, y con exigencias y nivel escolar tales que posibiliten la formación de policías de alta calidad.

Para tener policías altamente profesionales, es imprescindible que la formación básica tenga una duración de cuando menos dos semestres para los aspirantes a las áreas de reacción, cinco semestres para los aspirantes a las áreas de prevención y ocho semestres para los aspirantes a las áreas de investigación, durante los cuales los alumnos se dediquen íntegramente a sus estudios y prácticas, de tiempo completo y con una beca que les permita subsistir.

Es preciso brindar a los aspirantes una sólida formación a partir de la cual sea posible contar con cuerpos policíacos de excelencia. Todo policía debe poseer los conocimientos, las capacidades, las habilidades y las competencias que le permitan desempeñar su profesión eficazmente y con apego a la ley. Debe ser capaz de preservar o restablecer el orden público, proteger bienes jurídicos y prevenir y/o perseguir los delitos a partir de conocimientos, tácticas, técnicas y estrategias ad hoc.

La mayoría de los planes de estudio vigentes, tanto para policías preventivos como para policías judiciales o ministeriales en los institutos de formación, no son los propios de una verdadera carrera policial. Presentan en general deficiencias importantes que es indispensable subsanar como conditio sine qua non para empezar a recuperar la seguridad pública en nuestro país.

El plan que se propone consta de un tronco básico o común de dos semestres ¾que los aspirantes a policías de reacción deberán cursar íntegro¾ y un par de áreas especializadas, una para policía preventivo y otra para policía investigador.

Desde luego, no basta con capacitar y profesionalizar a los aspirantes. La formación de policías, como la de cualquier profesional de calidad, no debe tener término: los policías en activo deben ser constante y permanentemente capacitados y actualizados

Ocurre hoy algo absolutamente inaceptable: durante años los elementos de las corporaciones policiacas dejan de asistir a cursos, talleres y seminarios que les permitan irse superando en su función, o dejan de practicar, también por períodos considerablemente largos, tiro al blanco con armas de fuego o técnicas de sometimiento de delincuentes, por señalar un par de ejemplos. Esto merma su capacidad profesional y aumenta su vulnerabilidad frente a la delincuencia. Debe aspirarse a que la capacitación y la actualización de los policías en activo los coloquen en el mismo nivel de capacidades que el de los nuevos agentes que hayan cursado la carrera propuesta, los cuales también deberán actualizarse constantemente;

b) El otorgamiento de salario y prestaciones adecuados para una tarea tan relevante y riesgosa.

Debe ofrecerse a los elementos de las corporaciones un proyecto de vida que les resulte atractivo. El propósito no es solamente abatir los índices de corrupción de las policías sino también dignificar el oficio, establecer una justa recompensa a una tarea tan delicada y valiosa, y motivar a los aspirantes que, además de sentir vocación, desean, desde luego, un nivel de existencia decoroso.

Un salario justo debe tomar en cuenta: 1) la función primordial de los policías en el mantenimiento del orden público y en la defensa de los bienes y derechos de los miembros de la comunidad; 2) los riesgos y las responsabilidades de las tareas desempeñadas; 3) la preparación que de ahora en adelante se les va a exigir, y 4) la necesidad de abatir la corrupción. Debe ser suficiente para que el policía y su familia tengan una vida digna sin sobresaltos económicos.

Se propone que en el ámbito de las entidades federativas y los municipios el salario del policía de reacción no sea menor al equivalente a 12 salarios mínimos, el del policía preventivo no lo sea a 14 salarios mínimos y el del policía de investigación no lo sea a 17 salarios mínimos (en los tres casos, en el más bajo nivel jerárquico). En el ámbito federal, los salarios no deberán ser menores a 14, 17 y 20 salarios mínimos respectivamente.

El sistema de jubilación debe permitir al policía continuar con el nivel de vida que tenía en el momento de la jubilación, lo que supone que su salario y sus prestaciones no se reduzcan;

c) Garantizar a los policías un trato humano, justo e imparcial por parte de sus jefes y debidos procesos legales cuando sean imputados de la comisión de faltas, infracciones o delitos. Asimismo, aquellos que se encuentren en prisión preventiva o por cumplimiento de condena deben ser rigurosamente separados del resto de la población penitenciaria a fin de garantizar su seguridad;

d) La dotación a los agentes policiacos de todos los recursos materiales y tecnológicos que les permitan cumplir su cometido con eficiencia;

e) La coordinación  eficaz  y ágil entre los diversos cuerpos policiales del país.

La coordinación sistemática entre todas las policías del país, de los tres niveles, preventivas, de investigación y de reacción, es un punto crucial para la eficacia de sus acciones, así como para la prevención y la persecución efectivas de los delitos.

La Policía Federal (sea cual fuere la denominación que se le asigne) debe ser una policía auténticamente nacional, con presencia suficiente y constante en todo el territorio de la República. Solamente así el Estado mexicano estará en condiciones de volver a tomar el control territorial y estar presente en todo momento en todos los municipios del país, y la policía federal podrá jugar un papel central en las labores de inteligencia y coordinación con todas las policías del país.

Es indispensable que se establezca entre la policía ¾tanto la federal como las locales¾ y el vecindario una relación amable y cooperativa, con las modalidades aconsejables según las condiciones particulares de cada lugar;

f) La instauración de mecanismos estrictos y eficaces de vigilancia y control de la conducta de los policías. Los grandes aciertos de la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública en materia de regulación de la actividad policial pueden verse severamente disminuidos, y aun anulados, sin la intervención de un organismo que vigile y controle a los cuerpos policiales y establezca con ellos una comunicación pertinente.

Para que ese organismo sea eficaz y eficiente es indispensable que cuente con autonomía. Debe estar integrado por investigadores de las distintas disciplinas pertinentes ¾derecho, medicina, pedagogía, psicología, sociología, criminología, criminalística¾ que, además, sean especialistas en el tema policial y, por supuesto, tengan bien ganado prestigio de intachables e incorruptibles.

Las atribuciones genéricas de dicho organismo podrían ser básicamente las siguientes:

1) Conocer de quejas y denuncias de cualesquiera personas físicas o morales, públicas o privadas, o iniciar investigaciones de oficio, sobre delitos o conductas de policías contrarias a la ética o la profesión policial;

2) Formular recomendaciones públicas o privadas;

3) Formular las denuncias que correspondan;

4) Revisar permanentemente todas las políticas, procedimientos y prácticas policiales, y

5) Proponer a las autoridades correspondientes las reformas legislativas o administrativas tendientes a mejorar la actuación de los cuerpos policiales y la vigilancia y el control sobre ellos, y

g) Es imprescindible que se haga un estudio sistémico y concienzudo de las funciones, la estructura actual, los recursos, las actividades, los procesos de gestión, la mecánica de la labor policial y el entorno correspondiente de cada lugar para determinar cuál es la estructura orgánica más adecuada para cada uno de los cuerpos policiales, y cómo deben organizarse, administrarse y llevarse a cabo las actividades sustantivas de todos los niveles.

La innovación, entendida como la aplicación de las mejores y nuevas soluciones, pertinentes y viables, a las necesidades y los problemas cambiantes de una organización, es un elemento clave de la buena administración, pública y privada. El área correspondiente, en coordinación con las de planeación y desarrollo, debe encargarse de aportar o proponer permanentemente la adopción de los avances teóricos, científicos, prácticos y tecnológicos pertinentes.

La presente propuesta atiende uno de los problemas más graves, dramáticos e intolerables de la sociedad mexicana. El tiempo apremia. Sin policías rigurosamente formadas, altamente profesionales y confiables, la vigencia efectiva del Estado de Derecho es irrealizable, pues la función primigenia y fundamental del Estado es brindar seguridad pública al conjunto de los gobernados. Todas las recomendaciones y sugerencias aquí formuladas son viables y pueden empezar a ponerse en práctica de inmediato.


[1] Estudio coordinado por Luis de la Barreda y realizado por él mismo, Alejandra Vélez, J. Antonio Aguilar, Cecilia Sayeg y Begoña Ayuso. Contó con la valiosa colaboración de Estanislao Chávez, Mónica Alva e Iván Tapia, y fue enriquecido con las observaciones de Edna Jaime y Ernesto López Portillo.