Hugo Chávez

Convertido en héroe por La Jornada ––“líder irrepetible” le llama–– y sectores de la izquierda latinoamericana, admirado por el actor Sean Peann y el cineasta Oliver Stone, homenajeado a su muerte por centenares de miles de personas en las calles de una Caracas cada vez más deteriorada, Hugo Chávez infligió a su país severos daños económicos ––altísimo déficit fiscal; la inflación más alta de la región; carestía de divisas; parque industrial en ruinas; desabasto originado por el desmantelamiento de la planta productiva, el éxodo de millones de profesionales  y la falta de inversión–– y, sobre todo, cívicos.

Golpista frustrado e indultado, celebraba con estruendo los aniversarios de su intentona golpista. Se alió abiertamente con gobiernos dictatoriales: la Libia de Gadafi, Corea del Norte, Irán y Siria. La relación con Cuba fue más que una alianza: la entrega de más de 100,000 barriles diarios de petróleo a cambio del trabajo en Venezuela de decenas de miles de profesionales cubanos, incluyendo policías. Chávez realizó reformas a la ley en virtud de las cuales pudo controlar al poder legislativo y al poder judicial, y ser reelegido indefinidamente.

Con Chávez en el poder, la tasa de homicidios dolosos creció estratosféricamente. En 1999, año en que asumió la presidencia, se registraron 25 por cada 100,000 habitantes. En sólo 14 años la incidencia se triplicó: en 2012 la tasa fue de 73 por cada 100,000 venezolanos, lo que convirtió a Venezuela en el segundo país más violento del mundo, sólo por debajo de Honduras. Diversos organismos internacionales de policía consideran que el país es un refugio de falsificadores, blanqueadores de dinero y traficantes de personas, armas y drogas. El Departamento del Tesoro estadounidense acusó a ocho funcionarios chavistas de encabezar redes de narcotráfico. La complicidad de Chávez con las FARC colombianas y su hospitalidad con etarras quedaron probadas claramente. Durante su gobierno fueron cotidianas las ejecuciones extrajudiciales.

Fustigador de los ricos y del imperialismo yanqui, él y sus familiares acumularon vehículos de lujo, latifundios y cuentas en Estados Unidos ––el odiado país imperialista–– por más de 140 millones de dólares. Es verdad que aprovechó el aumento de los precios del petróleo para ayudar a los pobres, pero los beneficios seguramente no resistirán la precariedad de la economía del país.

Chávez fomentó con furor el odio contra la oposición. No hubo día que no injuriara en cadena nacional a la amplia franja de la población que no estaba de acuerdo con su forma de gobernar, incitando a los enfrentamientos y alentando el rencor social.

El Código Penal de la Venezuela chavista castiga con cárcel las críticas y las imputaciones a las instituciones y a los funcionarios públicos ––delitos de desacato–– aunque se demuestre que la imputación es verdadera. El hostigamiento, la persecución, las sanciones y aun la clausura de medios críticos han sido una constante en estos tres lustros.

Venezuela inició gestiones para salir de la jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que ha servido de contrapeso (muy insuficiente) al autoritarismo chavista.

Aunque no suprimió las elecciones, Hugo Chávez fue un déspota.