Por Luis de la Barreda Solórzano
16 de noviembre de 2023
Llega a su término el segundo periodo de la gestión del doctor Enrique Graue Wiechers como rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). La noticia importa no sólo a los universitarios —académicos, estudiantes, trabajadores administrativos—, sino a todo el país, pues la UNAM es nuestra máxima casa de estudios y de investigaciones, alma científica y cultural de la nación.
Los ocho años del doctor Graue en la rectoría de la mayor Universidad mexicana han sido sumamente fructíferos. No todos conocen esos frutos porque no tuvieron el eco merecido en los medios de comunicación pues, como es sabido, las noticias a las que se concede notable difusión son las malas noticias. Los medios mexicanos no resaltan suficientemente las buenas. En este breve espacio sólo puedo enumerar algunos de los logros de la gestión del todavía rector.
A pesar de que no recibió aumento real alguno del subsidio federal, la UNAM amplió su matrícula, que creció de 346,000 en 2016 a 380,000, esto es, un incremento de 34,000 alumnos, cifra equivalente a la matrícula total que a lo largo de los años han acumulado muchas de las universidades públicas del país y superior a la de prácticamente todas las universidades privadas.
La UNAM absorbió el costo de las becas Elisa Acuña que fueron canceladas por el gobierno federal. Elisa Acuña fue una periodista feminista que luchó contra la reelección de Porfirio Díaz y formó parte de la dirección del Partido Liberal Mexicano. Llevan su nombre becas de manutención con un monto de tres mil pesos. Con recursos propios, de la Fundación UNAM y de diversos donativos, la Universidad Nacional mantuvo esos apoyos, los cuales benefician a decenas de miles de alumnos que, de perderlos, verían seriamente afectado su desempeño en el estudio y sus condiciones de vida. Ocho de cada diez estudiantes de la UNAM provienen de hogares con ingresos menores a cuatro salarios mínimos. En los últimos ocho años, la Universidad otorgó dos millones de becas.
En ese mismo periodo se crearon seis nuevas escuelas, dos de ellas en provincia, una en Querétaro y otra en Yucatán, 18 licenciaturas, una maestría, dos programas de doctorado, 23 especializaciones, el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático y el de Ciencia Aplicada y Tecnológica, el Centro de Estudios de Computación Avanzada y el de Investigaciones y Estudios de Género. La UNAM está considerada entre las 100 mejores universidades del mundo: escaló en el ranking internacional del lugar 160 en 2016 al 93 este año.
El doctor Graue es un destacado oftalmólogo de prestigio internacional. Es presidente del patronato del Instituto de Oftalmología Fundación Conde de Valenciana, institución de asistencia privada sin fines de lucro que abrió en 1976. Brinda atención económica y de alta calidad. Los ingresos que obtiene por las cuotas de recuperación —que los pacientes aportan de acuerdo con sus condiciones socioeconómicas— se emplean íntegramente en el mantenimiento de las instalaciones, pago del personal, adquisición de nueva tecnología y apoyo, con servicio gratuito a quienes no pueden cubrir los costos de su atención.
El Presidente de la República, que ha mostrado un patológico afán por destruir todo lo bueno que hay en el país, aquejado de envidia y resentimiento, amenazó con que la Unidad de Inteligencia Financiera podría investigar los ingresos de la Fundación. El doctor Graue respondió con toda dignidad que se trataba de un señalamiento mal intencionado con el propósito de vulnerar su reputación y su honorabilidad y de debilitar el prestigio de la UNAM.
Así es. El Presidente se ha referido a nuestra máxima casa de estudios con ignorancia y espíritu sectario. Sólo así pudo decir que la UNAM se ha derechizado. No ha citado un solo indicio o argumento que apoye su acusación. Su animadversión contra el doctor Graue se debe a que el rector, sin entrar nunca al pleito de callejón al que provocaba el Presidente, defendió firmemente la pluralidad, la inclusión y la diversidad que debe caracterizar a una universidad que merezca esa denominación.
No quiero terminar esta nota sin mencionar una de las virtudes del doctor Enrique Graue: es un hombre amable con todo el mundo, exento de pedantería y de soberbia, como suelen ser los mejores hombres.
Fuente:
https://www.excelsior.com.mx/opinion/luis-de-la-barreda-solorzano/adios-al-rector-graue/1620059
(10/12/23)