George Orwell
Siempre me asombro cuando alguien dice que el deporte crea la buena voluntad entre las naciones, y que bastaría que la gente común de los pueblos del mundo pudiera reunirse para jugar futbol o cricket, para que no tuvieran ninguna inclinación a pelear en el campo de batalla. Aunque no supiéramos de ejemplos concretos (los Juegos Olímpicos de 1936 es uno de ellos) de que las competencias deportivas conducen a orgías de odio, podríamos deducirlo de principios generales. Sigue leyendo