- Por primera vez en la historia de la agencia internacional del trabajo, todos sus miembros ratificaron un instrumento que otorga a la niñez protección jurídica frente a las peores formas de trabajo infantil, haciendo patente el compromiso mundial de erradicar la esclavitud, la explotación sexual y el reclutamiento de niños para fines militares. El trabajo infantil ha disminuido, pero podría volver a aumentar a causa de la pandemia de COVID-19, advierte la OIT.
El Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil recibió este martes la ratificación universal, marcando un hito para la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Desde la fundación de la OIT en 1919, la erradicación del trabajo infantil ha constituido uno de sus principales objetivos, al considerar que la protección de los niños constituye el punto de partida para llevar a cabo una labor eficaz en materia de legislación social.
El Reino de Tonga depositó hoy el instrumento correspondiente para que por primera vez en la historia de la Organización sus 187 Estados miembros ratificaran una convención internacional del trabajo.
El director general de la OIT afirmó que “a partir de ahora todos los niños gozarán de protección jurídica frente a las peores formas de trabajo infantil”.
Guy Ryder agregó que la ratificación universal pone de manifiesto un compromiso a escala mundial de erradicar “la esclavitud, la explotación sexual y la utilización de niños en conflictos armados u otros trabajos ilícitos o peligrosos susceptibles de menoscabar su salud, su moral o su bienestar psicológico”.
Además de las mencionadas por Ryder, el Convenio establece la prohibición y erradicación del trabajo forzoso y la trata de niños, la prostitución, la pornografía, actividades ilícitas como el tráfico de drogas y los trabajos peligrosos.
Avances y riesgo de retroceso
La OIT estima que hay 152 millones de niños que realizan trabajo infantil, 73 millones de los cuales llevan a cabo trabajos peligrosos. El 70% de todo el trabajo infantil tiene lugar en el sector agrícola y obedece principalmente a situaciones de pobreza y a las dificultades de los padres para encontrar un empleo decente.
La incidencia del trabajo infantil, incluidas sus peores formas, disminuyó casi un 40% de 2000 a 2016, a raíz del aumento del índice de ratificación de los Convenios núm. 182 y 138 (sobre la edad mínima para trabajar) y de la adaptación de legislaciones y políticas eficaces en los países.
No obstante, el ritmo de los avances ha sido cada vez menor en los últimos años, en particular en relación con el grupo de menor edad (de 5 a 11 años) y determinadas zonas geográficas.
La OIT ha alertado del riesgo de que se produzca un retroceso como consecuencia de la pandemia de la COVID-19, y de que el trabajo infantil aumente por primera vez en veinte años, a menos que se adopten medidas adecuadas.
El Convenio contra las peores formas de trabajo infantil fue aprobado hace 21 años, lo que lo convierte en el que más rápido ha logrado su ratificación.
El instrumento es uno de los ocho Convenios Fundamentales de la OIT, que abarcan la abolición del trabajo infantil, la erradicación del trabajo forzoso, la abolición de la discriminación en el trabajo y los derechos de libertad sindical y negociación colectiva. Dichos principios también figuran en la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo.
La lucha contra el trabajo infantil es el objetivo principal del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil, uno de los mayores programas de la OIT de cooperación para el desarrollo, en el que se ha brindado asistencia a más de cien países.
Fuente:
https://news.un.org/es/story/2020/08/1478372
(26/08/2020)