El héroe

El héroe, define Fernando Savater, “es quien logra ejemplificar con su acción la virtud como fuerza y excelencia”. Añade: “El héroe aspira a la perfecta nobleza”. Cada quien elige a sus héroes. Los que yo prefiero no son los que persiguen a sus adversarios o despanzurran a los enemigos en nombre de la patria, la fe o la utopía. No los que, en aras de valores abstractos de la causa que defienden, recurren a métodos de terror que destruyen vidas concretas –mundos presentes irrepetibles– por lograr el mundo que les parece deseable. Sigue leyendo

Esa izquierda pedestre

Existe en el país, sobre todo en ciertos círculos —algunos académicos, estudiantes, figuras del espectáculo, intelectuales, sacerdotes—, una tendencia autoproclamada de izquierda que apoya todo movimiento enfrentado al gobierno.

            Su visión es extremadamente reduccionista: todos los males que nos aquejan han sido causados por los gobiernos ineptos y corruptos que hemos padecido; por lo tanto, cualquier causa defendida por los enemigos del gobierno debe ser respaldada. En las propias universidades —receptáculos de la inteligencia, la creatividad y el pensamiento crítico— hay grupos, si bien pequeños, que asumen esa postura. Sigue leyendo

Sacralizar la muerte

Matar es la transgresión más extrema a la tendencia humana a la convivencia con el prójimo. El proceso civilizatorio nos ha enseñado que la vida, la vida de todos, aun del más cruel de los criminales, es sagrada.

            Un hombre atropella con un camión a personas que no conoce —barbarie demencial—, gente que está celebrando no tanto la fiesta nacional de su país sino tomando esa fiesta como pretexto, la vida, el milagro de estar vivos. Me estremece la imagen de un muñeco, que seguramente llevaba consigo una niña o un niño, tirado en el suelo. Para el fanático todos los que no son como él —¡aun los niños!— son los enemigos a los que se debe exterminar. El premio será el paraíso. Sigue leyendo

¿Quién nos protege?

El alcalde de San Juan Chamula, Domingo López González, colaboradores y acompañantes salen a la plaza pública a atender los reclamos de los allí reunidos ––dinero para obras, recursos para artesanas––, y en presencia de todos son tiroteados y asesinados. Cinco personas muertas, una docena de heridas.

            El hecho es brutal, propio de un país donde el Estado de derecho se está desmoronando. Es verdad que muchos presidentes municipales han sido ejecutados en los años recientes, pero esta vez no se trató de una emboscada en la carretera o en un paraje solitario sino en el sitio más público del pueblo mágico, sin que los homicidas hayan tratado de actuar a la sombra. Sigue leyendo