LECCIÓN 1
Demos y populus

Empecemos por definir la palabra “democracia”. Es importante definirla -saber lo que quiere decir- para establecer qué pretendemos o nos esperamos de la democracia. Pero cuidado, porque es un discurso plagado de celadas. La primera de ellas es terminológica: discutir sobre la palabra ignorando la cosa. Empecemos pues por la palabra, y de la cosa hablaremos después.

La palabra griega denwkratia se compone de derrws, que quiere decir “pueblo”, y de kratos, que quiere decir “poder”. Por tanto, traducida al castellano, significa “poder del pueblo”. Si es así, las democracias “tienen que ser” lo que dice la palabra: sistemas y regímenes políticos donde el pueblo es el que manda. ¿Todo resuelto? No. Ante todo, ¿quién es el pueblo? Y después, ¿cómo se atribuye el poder al pueblo? ¿Cómo hay que hacer?

Ya entre los siglos v y IV a. C., el término demos tuvo todo tipo de interpretaciones. Para los griegos, a la palabra se le podían asignar cuatro significados:

1) plethos, es decir, el plenum, el cuerpo de los ciudadanos en su integridad. Aquí el pueblo son “los todos”;

2) hoi polloi, “los muchos”. El inconveniente de esta acepción es que se remite a la pregunta: “¿Cuántos muchos son suficientes para formar un demos?”. Habría que establecerlo cada vez, y eso no puede ser;

3) hoi pleiones, “los más”. En cambio, ésta es una acepción fundamental, porque la democracia se fundamenta, como veremos, en una regla mayoritaria que deriva de esta acepción;

4) ochlos, “la multitud”, una concentración ocasional que, no obstante, puede “calentarse”. En Atenas, la multitud era importante porque se trataba de una democracia directa. Pero recobra su importancia a medida que la democracia de los modernos ha ido activando a las masas y se sirve de ellas.

Dejando a los griegos, el discurso se vuelve aún más complejo en cuanto el demos se reconvierte en el latino populus, porque los romanos -y más aún la cultura medieval- hacen de populus tanto un concepto jurídico como una entidad orgánica. Por último, cabe recordar un significado que es en parte aristotélico (el demos son “los pobres”) y en parte marxista (el pueblo es “el proletariado”). Con esta óptica, el pueblo es una parte del demos, la más pobre o la más numerosa.

Como puede verse, la complicación no es poca, pero hoy puede simplificarse con dos nociones “operativas” de democracia (en el sentido de que consideran la democracia por su forma de operar). En este contexto encontramos el principio de mayoría absoluta o bien de mayoría relativa. El primero quiere decir: los más tienen todos los derechos, mientras que los menos, la minoría, no tienen ningún derecho. En cambio, el principio de mayoría relativa se concreta así: los más tienen derecho a mandar, pero en el respeto de los derechos de la minoría. Por tanto, desde un punto de vista operativo, el demos es una mayoría, o bien absoluta o bien moderada, y la doctrina es prácticamente unánime al afirmar que la democracia tiene que inspirarse en el principio de mayoría limitada o moderada. Si no, vivirá un día y empezará a morir al día siguiente.

Fuente: Sartori, Giovanni. La democracia en 30 lecciones. México, Taurus, 2009, pp. 13-17.