D. Beresford
Le dije: —El criminal comete siempre algún pequeño error que ayuda a descubrirlo. ¿No es así?
Hatton había sido detective de Scotland Yard. Respondió: —No, no siempre. Puedo recordar 3 o 4 casos muy conocidos de los últimos diez años, en los que el criminal nunca fue capturado. Y algunos asesinatos no se publican en los periódicos, y la gente nunca se entera de ellos.
—¿Recuerda especialmente algún caso?— le pregunté.
—Sí. Recuerdo el más extraño de todos mis casos. Podría escribirse un libro sobre él. Tiene algunos aspectos muy interesantes acerca de la mente de cierta mujer, acerca de la manera en que las mujeres piensan y sienten, y acerca de las debilidades y fortalezas que tienen. Fue la debilidad de una mujer la que hizo posible la comisión de ese crimen, y su fuerza la que me impidió descubrir quién y cómo lo cometió.
—Entonces, cuénteme.
—Tengo aquí mis antiguas anotaciones. Deme unos minutos para buscarlas. Recuerdo muy bien el caso, pero quiero estar seguro de las fechas.