La educación
para un mundo multicultural1

Rodolfo Stavenhagen

Grandes son las empresas que la educación deberá afrontar en un mundo cada día más multicultural. Al tiempo que la mundialización se vuelve más tangible para los habitantes del planeta, se impone bruscamente la idea de que «mi vecino acaso no sea ya alguien como yo», descubrimiento que para muchos puede ser traumático, pues pone en tela de juicio las concepciones tradicionales de la vecindad, la comunidad y la nación, hasta entonces inmutables; trastorna modalidades de relación con los demás establecidas desde hace mucho e indica la irrupción de la diversidad étnica en la vida cotidiana.

            Por una parte, la mundialización de la economía lleva a los productores y consumidores de continentes y regiones diferentes a establecer relaciones funcionales. Las sociedades transnacionales modernas están organizadas de modo tal que un mismo producto está compuesto de elementos fabricados por múltiples factorías, cada una de ellas situada en un país diferente. Los dirigentes y los empleados de esas empresas gigantescas pasan a menudo más tiempo viajando de un país a otro que compartiendo la vida de su familia y sus amigos, de modo algo similar al de los mercenarios de antaño. Sería ingenuo creer que la actual reestructuración de las relaciones económicas mundiales no tiene consecuencias en las actitudes y los valores personales de todos los individuos a los que afecta —desde el obrero no especializado que trabaja en cadena en un país pobre hasta el consumidor que comprueba en las etiquetas que los productos que adquiere han sido fabricados en países lejanos—.

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