Humor

Un ángel obsequioso a Dios: —Señor, a diferencia de los seres humanos, Tú no cometes errores.

Dios: —Eso no es cierto; he hecho una semilla de aguacate demasiado grande.

Una ancianita, fervorosa cristiana, asomaba todos los días a la puerta de su casa y gritaba: —¡Alabado sea el Señor!

Su vecino, un ateo furioso, salía y le contestaba: —¡Dios no existe!

Tiempo después, la ancianita tuvo dificultades económicas que incluso le impedían comprar comida suficiente. Entonces, un día en que ya desfallecía de hambre, salió a la puerta y, después de pedir ayuda a Dios para que la ayudara a alimentarse, gritó como siempre: —¡Alabado sea el Señor!

La mañana siguiente, cuando la anciana se asomó encontró a la puerta de su casa comida buena y suficiente para varias semanas. Enseguida gritó: —¡Alabado sea el Señor!

El ateo salió repentinamente desde un arbusto en el que estaba escondido y gritó: —¡Ja, ja, ja! Yo traje la comida. ¡Dios no existe!

La anciana lo miró y sonrió. Gritó a su vez: —¡Alabado seas, Señor! No solamente me proveíste de alimento; además, hiciste que el Demonio me lo trajera.