Ingeborg Rapoport logra a los 102 años el doctorado que los nazis le negaron en 1938 por ser judía1

A los 24 años estaba a punto de obtener un doctorado con una tesis sobre la difteria. Pero era judía por el lado materno, y estaba en Alemania. Corría el año de 1938 y Hitler ya estaba en el poder. El Director de la ClÍnica Infantil de Hamburgo le entregó una carta: Por la presente certifico que Ingeborg Syllm [su apellido de soltera] me entregó un trabajo que sería válido como doctorado si las leyes vigentes no lo hicieran imposible por la ascendencia de la señorita Syllm.

(Acontinuación se muestra un facsímil de la carta original.)

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Huyó a Estados Unidos, pero de allí también tuvo que huir perseguida por el macartismo porque ella y su marido simpatizaban con las ideas comunistas. Se fue a Austria y luego a la desaparecida RDA, donde en 1969 ocupó la primera cátedra de neonatología de toda Europa.

No hace mucho, la Universidad de Hamburgo le ofreció un título honorífico, pero eso no era para ella. El decano de la Facultad de Medicina le propuso que hiciera lo posible por obtener su doctorado mediante el examen reglamentario. Aceptó el reto. A los 102 años de edad y casi ciega, con la ayuda de algunos colegas se puso al día en los avances científicos y superó con creces el examen.

El próximo 9 de junio recibirá su título en una ceremonia especial en la que se le rendirá homenaje. Al periodista español que la entrevistó para el diario El País, lo recibió con unos versos de Manuel Machado: “El ciego sol se estrella en las duras aristas de las armas. Polvo, sudor y hierro. ¡El Cid cabalga!”. Y se despidió de él diciendo: “Pese a todo lo que he pasado, no me quejo. Las cosas han salido bien”.

[1] Redactado con información tomada del diario El País, 26 de mayo de 2015, p. 38.