Una mujer de 69 años fue condenada a dos años de prisión en Siberia, Rusia, a causa de profesar la fe de los Testigos de Jehová. Esto ocurrió en Abakán, capital de la república rusa de Jakasia, donde el tribunal de la ciudad declaró que Valentina Baranovskaya era culpable de “participar en una organización prohibida”. El caso constituye la primera condena firme desde que comenzó la persecución de este culto religioso en Rusia en abril de 2017, cuando la Corte Suprema declaró “organización extremista” al Centro de Dirección de los Testigos de Jehová por considerar que este movimiento de base cristiana constituía “una amenaza para los derechos de los ciudadanos, el orden social y la seguridad pública”.

Por su parte, los Testigos de Jehová emitieron un comunicado en el que consideran que la sentencia es de una “crueldad sin precedentes”. La organización señala, además, que ya son 71 condenas en contra de miembros suyos y que actualmente hay 9 de ellos cumpliendo penas de prisión en ese país, incluido Román Baranovsky, hijo de Valentina, condenado a seis años de prisión por organizar las actividades del grupo.

El caso de Valentina y de su grupo religioso no pareciera de esta época y, lamentablemente, recuerda los tiempos de los zares o del totalitarismo en Rusia, cuando se perseguía a la disidencia y a los diferentes. En pleno siglo XXI, es increíble que la intolerancia religiosa persista en cualquier parte del mundo, además de ser indignante que esta violación a la libertad de culto se cometa en contra de una mujer de edad avanzada.

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(25/02/21)