Una disculpa chafa

Una disculpa es auténtica cuando quien la pide hace en el acto mismo de disculparse, o a continuación, todo lo que está a su alcance para revertir o reparar el agravio o el daño que ha causado. De no otro modo, el proceder del que se excusa es similar al de quien ruega a otro a quien ha golpeado que lo perdone por los golpes pero continúa golpeándolo: “Perdóname por los golpes que te he dado, por los que te estoy dando y por los que aún te daré”.

Genaro Góngora se ha disculpado por su conducta hacia sus dos hijos, menores de edad y autistas, y la mujer con quien los procreó, sin mover un dedo ni para que ella salga de prisión, en la que se encuentra desde hace casi un año, ni para aumentar la cantidad que paga de pensión alimenticia. Así es muy cómodo disculparse.

El exministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación denunció que entregó a la madre de sus hijos un cheque por dos millones trescientos mil pesos para que comprara una casa y la pusiera a nombre de ellos. La mujer compró la casa y la puso a su nombre. Previamente a su denuncia, la madre de sus hijos había interpuesto una demanda en su contra solicitando pensión alimentaria.

Es evidente que si un hombre quiere una casa para sus hijos menores de edad procederá a comprarla él mismo y ponerla a nombre de ellos. No parece verosímil que, si su propósito es ese, le entregue el dinero para la compra a la madre de los infantes con quien ha salido enemistado después de una relación sentimental. ¿Qué le impide a él hacer directamente la compra y escriturar el inmueble a nombre de los chicos?

No existe documento alguno que contenga la indicación referida por Góngora, quien alega que la hizo verbalmente, lo que resulta difícil de creer tratándose de una erogación de más de dos millones de pesos.

La única prueba de que se dio esa instrucción son los testimonios de dos testigos, cuya imparcialidad es dudosa, pues uno es la secretaria particular y otro es el chofer del propio Góngora.

Pero aun si fuera cierto lo declarado por el exministro, la conducta de su expareja no configuraría el delito de fraude, pues éste ocurre cuando el sujeto activo (el defraudador) obtiene un lucro indebido engañando al sujeto pasivo (el defraudado).

De acuerdo con la propia versión de don Genaro, la entrega que hizo del cheque no fue causada por engaño alguno. La conducta posterior de la madre de sus hijos, si los hechos ocurrieron como los relata el denunciante, sería ilícita y atacable jurídicamente, pero no constitutiva de fraude.

La denuncia de don Genaro tuvo lugar después de que Ana María Orozco, la madre de sus hijos, demandó una pensión alimenticia cuyo monto fuera acorde con los cuantiosos ingresos del exministro y con la condición de sus hijos, cuyo autismo requiere de atención especializada.

Casi un año de prisión le ha costado a la mujer su osadía. El exministro, perito en derecho, sabe que ella no cometió fraude, y así podría señalarlo, argumentando sólidamente su señalamiento, ante la autoridad judicial.