El jurado hechizado1

Carlos Olivares Baró

El doctor en Derecho Luis de la Barreda (Ciudad de México, 1950) —presidente fundador de la Comisión de Derechos Humanos del DF (1993-2001) actual coordinador del Programa Universitario de Derechos Humanos de la UNAM— es un apasionado de los temas de derechos humanos y justicia penal. En noviembre de 2013 publicó ¿Culpable? Florence Cassez, el juicio del siglo (Grijalbo) que causó más de una polémica por su posición concluyente a favor de la absolución de la ciudadana francesa, presunta integrante de una banda de secuestradores.

Curioso y apasionado, investigó sobre el juicio contra María Teresa Landa, primera Señorita México (1928), acusada de asesinar a su esposo, el general Moisés Vidal. Procesada ante el jurado popular, todo el país siguió los detalles del sumario. El abogado defensor dedicó cinco horas en su exposición final, bajo el argumento de que su representada jaló el gatillo “ante el temor fundado de un mal inminente”. La imputada expresaría que los desatinos la habían llevado a la furia y a la enajenación por lo cual mató al hombre a quien amaba de manera incondicional. Los cronistas cuentan que los asistentes irrumpieron en ovación ruidosa, infinita y aprobatoria. El jurado hechizado, la indultó. El dictamen produjo polémica entre los jurisconsultos: terminación del tribunal popular en México.

El jurado hechizado. La pasión de María Teresa Landa, hace un retrato de esta mujer, quien años más tarde sería profesora de Historia Universal en la Preparatoria Uno del joven Luis de la Barreda Solórzano. La Razón conversó con el autor de ¿Qué es esta monstruosidad? La violación acerca de este nuevo cuaderno marcado por su entusiasmo por la justicia penal.

¿Qué significó para usted ser alumno de María Teresa Landa? Ser alumno de María Teresa Landa significó estar en contacto durante un año con una maestra extraordinaria, cuyos relatos, sobre todo cuando nos hablaba de personajes históricos femeninos de destinos trágicos, eran de una intensidad que nos dejaba con la boca abierta. Sus clases son inolvidables. Sus alumnos de historia universal de la Prepa Uno, al menos los de mi generación, no sabíamos nada de su pasado. Al enterarme, su figura me resultó aún más fascinante.

Su libro se lee como una novela, utiliza los recursos de la crónica en una suerte de fabulación que atrapa al lector inmediatamente. ¿Cómo logró ese retrato tan apasionado de su maestra? El libro lo traje en la cabeza y en el corazón mucho tiempo. Para escribirlo reconstruí el ambiente de sus clases y la historia extraordinaria que ella había protagonizado años atrás. Quise transmitir a los lectores el fuego de esas exposiciones, la pasión que vivió mi maestra y el juicio que conmocionó al país.

¿Fue la franqueza de la maestra lo que motivó la absolución o el hechizo de su belleza? La belleza de María Teresa Landa, su elegancia, su gracia, su don de lengua, su dolor conmovieron al jurado y a todo el público; pero no olvidemos que tuvo un defensor que era muy exitoso, un orador que cautivaba a todos sus oyentes, y que el jurado popular se dejaba llevar mucho por sus emociones. Pero además en el libro doy un argumento jurídico, que no quiero adelantar para quienes no lo han leído, para su absolución.

Octavio Paz y Jacobo Zabludovsky también fueron discípulos de María Teresa Landa. ¿Zabludovsky siente por su maestra el mismo entusiasmo? Zabludovsky comentó ampliamente mi libro en su noticiero radiofónico y me llamó para contarme que él residía siendo estudiante donde habían ocurrido los hechos trágicos. Nadie que no tuviese corazón de piedra podía dejar de entusiasmarse con una maestra así.

¿Por qué, cuáles fueron las razones para calificarlo como “el juicio que más pasión despertó en el siglo XX en México? Fue un juicio que durante los tres días que duró llenó la sala de audiencias del Palacio de Belén, donde cabían 400 personas, y al que día con día querían entrar alrededor de seis mil personas que ocupaban la calle que daba al Palacio y que tuvieron que ser contenidas por la policía. El juicio se transmitió por radio (no había TV) en vivo y en directo. En algunas calles del centro de la ciudad había megáfonos en los que los transeúntes podían escuchar la transmisión. Todos los periódicos de la época le dieron la primera plana, como noticia principal durante los tres días que duró. Fue el último juicio importante ante un jurado popular, que desapareció poco después.

Veo ciertas correspondencias en el tono y la exaltación del cronista con su libro sobre Florence Cassez. ¿Es así? La justicia penal es muy apasionante. Los casos de María Teresa Landa y Florence Cassez atraparon la atención de todo el mundo y encendieron pasiones. Eso trato de reflejarlo en los dos libros. Ω

 


[1] Publicado en el diario La Razón. Sección “Contextos”. 21 de julio de 2014, p. 21: