Por cantar una “oración punk” contra Vladimir Putin en la catedral de Cristo Salvador de Moscú, Nadia Tolokonnikova y Maria Alekhina, del colectivo Pussy Riot, fueron condenadas en agosto de 2012 a dos años de arresto en una “colonia carcelaria” por “vandalismo motivado por el odio religioso”. Después de haber denunciado las condiciones inhumanas de la prisión y de haber iniciado una huelga de hambre, Nadia Tolokonnikova, de 24 años y madre de una niña de cinco, fue trasladada a 4.000 kilómetros de Mordovia, a la región de Krasnoyarsk, en Siberia. Según Vladimir Loukine, comisario de Derechos Humanos ruso, “cumplir su condena en esta región contribuirá a su resocialización”.
Es un lenguaje que no habíamos oído en Rusia desde la era soviética y su caza a todo el que se aparta de la norma. De hecho, la cantante de Pussy Riot se ha convertido en un símbolo de los oprimidos por el régimen: gays acosados en nombre de la lucha ahora legalizada contra la “propaganda” homosexual, trabajadores inmigrantes explotados y maltratados en las obras de Sotchi y otros lugares, penalización de la retórica antirreligiosa, víctimas de daños ecológicos causados por proyectos de construcción emprendidos sin consultar a los residentes, la oposición amordazada, ONG perseguidas… Ante estas violaciones cada vez más numerosas de los derechos humanos, Europa ha guardado un silencio asombroso.
En una carta dirigida desde su celda al filósofo Slavoj Zizek, Nadia Tolokonnikova critica la complacencia de los Gobiernos occidentales con las políticas represivas y destructoras de la libertad de Vladimir Putin. En concreto, escribe en Philosophie Magazine (noviembre de 2013): “El boicot a los Juegos Olímpicos de Sotchi en 2014 sería percibido como un gesto ético”. A petición de Philosophie Magazine, nosotros, los intelectuales europeos, hacemos un llamamiento a nuestros gobiernos y a toda Europa para que rompan con su actitud de tolerancia culpable y presionen al gobierno de Vladimir Putin para que libere inmediatamente a Nadia Tolokonnikova y a Maria Alekhina. Rusia es una república constitucional y miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Ha firmado la Convención Europea para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales. Ahora que se acercan los Juegos Olímpicos este mes de febrero, ha llegado el momento de dirigirle un recordatorio.
Elisabeth Badinter, Pascal Bruckner, Alain Finkielkraut, Marcel Gauchet, André Glucksmann, Agnès Heller, Axel Honneth, Claude Lanzmann, Edgar Morin, Antonio Negri, Hartmut Rosa, Fernando Savater, Richard Sennett, Bernard Stiegler, Gianni Vattimo y Slavoj Zizek. Ω