Gracias, Señor

Gracias, Señor, porque me diste un año
en que abrir a tu luz mis ojos ciegos;
gracias porque la fragua de tus fuegos
templó en acero el corazón de estaño.

Gracias por la ventura y por el daño
por la espina y la flor; porque tus ruegos
redujeron mis pasos andariegos
a la dulce quietud de tu rebaño.

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El poder de la infancia

León Tolstoi

¡Qué lo maten! ¡Qué lo fusilen! ¡Qué fusilen inmediatamente a ese canalla!… ¡que lo maten! ¡Que corten el cuello a ese criminal! ¡Que lo maten, que lo maten!… —gritaba una multitud de hombres y mujeres que conducían, maniatado, a un hombre alto y erguido. Éste avanzaba con paso firme y con la cabeza alta. Su hermoso rostro viril expresaba desprecio e ira hacia la gente que lo rodeaba.

Era uno de los que, durante la Guerra Civil, luchaban del lado de las autoridades. Acababan de prenderlo y lo iban a ejecutar.

“¡Qué le hemos de hacer¡ El poder no ha de estar siempre en nuestras manos. Ahora lo tienen ellos. Si ha llegado la hora de morir, moriremos. Por lo visto tiene que ser así”, pensaba el hombre; y, encogiéndose de hombros, sonreía, fríamente en respuesta a los gritos de la multitud.

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Malleus maleficarum. Cuestión XXIX Décima manera en el caso de una denunciada que ha confesado su herejía, sin arrepentirse de ella, pero no es relapsa

(El “Malleus maleficarum…” es probablemente el tratado más importante que se haya publicado en el contexto de la persecución de brujas y la histeria brujeril del Renacimiento. Es un exhaustivo libro sobre la caza de brujas que, luego de ser publicado en Alemania en 1486, tuvo docenas de nuevas ediciones. Se difundió por Europa y tuvo un profundo impacto en los juicios contra las brujas por cerca de 200 años. Esta obra es notoria por su uso en el período de la histeria por la caza de brujas que alcanzó su máxima expresión desde mediados del siglo XVI hasta mediados del XVII. Fue escrita por dos monjes inquisidores dominicos, Heinrich Institoris, nacido en Alsacia —perteneciente entonces al Sacro Imperio Romano Germánico, y anexada a Francia en 1648—, y Jacob Sprenger, nacido en Basilea —perteneciente también entonces al Sacro Imperio Romano Germánico y anexada en 1501 a la Confederación Helvética de la que surgió la actual Suiza—).[1]

Cuestión XXIX[2]
Décima manera en el caso de una denunciada
que ha confesado su herejía, sin arrepentirse de ella,
pero no es relapsa

La décima manera de concluir un proceso de la fe mediante sentencia, es cuando la persona denunciada por perversión herética, una vez que han sido examinados con toda diligencia los datos del proceso, con el consejo de expertos en derecho es hallada confesa de herejía e impenitente, aunque no relapsa. Este caso es muy raro, aunque a nosotros, Inquisidores, se nos ha presentado algunas veces. Con todo el obispo y el juez no deberán apresurarse con este acusado, le custodiarán en prisión aherrojado, y le animarán a la penitencia incluso a lo largo de varios meses, mostrándole que si muere impenitente se perderá en cuerpo y alma. Finalmente, si ni las amenazas ni los ruegos sirven para ablandarle, hasta el punto de que reniegue de sus errores a lo largo de un espacio prudencial, el obispo y el juez se dispondrán a entregarlo al brazo secular.

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