El presidencialismo, un verdadero cáncer1

Mario Bunge

Es sabido que hay dos regímenes de gobierno democrático: el parlamentario, de origen británico, y el presidencial, de estilo norteamericano. También es sabido que casi todas las repúblicas del Tercer Mundo son presidencialistas.

En el régimen parlamentario, el primer ministro y sus colegas del gabinete son diputados elegidos por la ciudadanía. Sus poderes están estrictamente limitados y sus actos son juzgados constantemente, ya que sus opositores les exigen cuentas y los interpelan todas las semanas en el recinto parlamentario, en sesiones televisadas.

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Teorías conspiratorias: ¿Por qué creemos lo increíble?1

¿Por qué en relación con el asesinato de John F. Kennedy tantas personas se niegan a aceptar la conclusión simple y obvia de que Oswald lo cometió? La respuesta está en la psicología.

Michael Shermer[2]

26 de noviembre de 2013

Con el cumplimiento, la semana pasada, del 50º aniversario del asesinato del Presidente John F. Kennedy y la andanada de documentales que tienen por objeto demostrar que hubo una conspiración detrás del crimen, esperaríamos que las conjeturas cabalísticas disminuirán hasta el siguiente gran aniversario.

Pero no contemos con ello. Una encuesta realizada este mes mostró que el 61% de los estadounidenses que respondieron cree todavía que JFK fue víctima de una conspiración, a pesar del hecho de que la evidencia predominante apunta a que Lee Harvey Oswald fue el único asesino.

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Mandela

Luis de la Barreda

Lo que más me impresiona de Nelson Mandela, lo que más admiro de él, es que al llegar a la presidencia de Sudáfrica, después de estar preso 27 años, no quiso tomar venganza sino construir un país que dejara atrás un pasado ominoso.

Mandela combatió a uno de los regímenes más oprobiosos de la historia, totalitario y racista. La población negra, que constituía el 88% del país, era explotada y discriminada. Mandela apostó por derrocar al gobierno con acciones armadas, sabotaje y otras formas de violencia, y formó un grupo de comandos activistas que se entrenaban en Cuba, China, Corea del Norte y Alemania Oriental. En 1964 cayó preso y fue condenado a realizar trabajos forzados a perpetuidad. Las condiciones de su reclusión los primeros nueve años fueron durísimas. Se le encarceló en Robben Island,una isla frente a Ciudad del Cabo rodeada de remolinos y tiburones, en una celda minúscula, en la que no tenía comunicación con nadie, se le alimentaba tres veces al día con potaje de maíz, se le permitía media hora de visitas cada seis meses, y sólo podía recibir y remitir dos cartas al año, que eran revisadas antes de entregarse o enviarse pues no debía en ellas mencionarse ningún tema político.

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