Benjamín Franklin
He aquí el discurso que la señorita Polly Baker pronunció ante el Tribunal de Justicia en Connecticut, Nueva Inglaterra, cerca de Boston, donde por quinta vez se le juzgaba por el hecho de haber tenido un hijo bastardo. El discurso causó tal impresión en el Tribunal, que se le dispensó el castigo y además, indujo a uno de los jueces —con el que después tuvo quince hijos— a casarse con ella al día siguiente:
“Si el honorable Tribunal me lo permite, pronunciaré unas cuantas palabras en mi defensa: Soy una pobre desgraciada mujer y no tengo dinero para pagar abogado que me defienda; la vida es dura y me cuesta mucho trabajo ganarme el pan. No es mi propósito importunar a vuestras señorías con un largo discurso; pues no tengo ni mucho menos la presunción de poder persuadirles a modificar en mi favor el fallo de la ley. Todo lo que humildemente espero es que vuestras señorías ablanden, caritativamente en mi favor, el buen corazón del gobernador para que me perdone la multa. Caballeros, esta es la quinta vez que me veo obligada a presentarme ante vuestro Tribunal por la misma razón; dos veces he pagado considerables multas y dos veces se me ha castigado públicamente por no haber tenido dinero para pagarlas. Sigue leyendo