Acallar las demás voces

La libertad de expresión es una condición imprescindible para la democracia. Ahí donde esa libertad no es respetada y garantizada por las autoridades no puede considerarse que se viva en un régimen democrático. Tanto el fascismo como el  comunismo han acariciado la utopía de la unanimidad de todas las voces. Uno y otro sistemas concibieron una sociedad en la que surgiera el hombre nuevo, plenamente adherido a los ideales y los valores de una única ideología, la establecida obligatoriamente por el dictador. Todos aquellos que se apartaran de la línea ideológica trazada por los gobernantes no respondían a las pautas marcadas para el hombre nuevo. Lo malo es que los hombres viejos, es decir, los disidentes de ese modelo, han sido perseguidos, encarcelados o asesinados, pues en la sociedad de hombres nuevos los hombres antiguos no tienen cabida.

La libertad de expresión para esa clase de regímenes es una libertad burguesa que no merece el menor respeto. La obsesión persecutoria contra los discordes tiene el mismo sustento que la persecución contra los herejes por parte de la Santa Inquisición medieval y contra los infieles ahora mismo en las sociedades cuyas leyes se inspiran en la sharia. Pero no sólo esos regímenes han tenido fobia por la libertad de expresión. Todos los gobiernos autoritarios la aborrecen.

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El montaje de Maduro

Es muy extraño que con tanta frecuencia grupos de delincuentes, al notar la presencia cercana de soldados que no van en busca de ellos, disparen contra la tropa, pues todo mundo sabe que resulta sumamente improbable, casi imposible, derrotar en un enfrentamiento a tiros a un contingente militar.

Esos tiroteos a menudo provocan una alta cantidad de decesos. En el más reciente, que tuvo lugar en el poblado de Cuadrilla Nueva, estado de México, resultaron muertos los 22 agresores ––una mujer incluida–– y un militar fue herido.

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No fue penal

¿Por qué el Mundial de Futbol no es cada año?, me preguntó hace tiempo, al finalizar el torneo, un niño, mi hijo, con la nostalgia de quien sabe que habría que esperar cuatro años para volver a disfrutar de ese espectáculo apasionante. Precisamente porque se realiza cada tanto su llegada es aguardada con avidez por los aficionados y muchos otros que, sin serlo, se contagian de la expectación y las emociones que despierta. El Mundial enloquece al mundo. Así que mis resignados lectores no futboleros, disculparán esta nota: André Gide comprendió que las cosas más bellas son las que inspira la locura y escribe la razón.

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El linchamiento de Mamá Rosa

Humillada, escarnecida, exhibida ante el mundo como un abominable monstruo del mal, una cruel torturadora de niños, detenida mediante un despliegue policiaco apto para someter a una banda de delincuentes peligrosísimos provistos de armamento de alto poder, hospitalizada como consecuencia del brutal impacto anímico que le produjeron las acciones en su contra, vigilada por agentes policiacos en su cama hospitalaria con la prohibición de ser visitada siquiera por el propio director del hospital, finalmente Rosa Verduzco, Mamá Rosa, quedó libre porque no hay pruebas de que haya realizado una conducta delictuosa, no por ser inimputable, como señala autoexculpatoriamente la Procuraduría General de la República.

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Acciones suicidas

Es muy extraño que con tanta frecuencia grupos de delincuentes, al notar la presencia cercana de soldados que no van en busca de ellos, disparen contra la tropa, pues todo mundo sabe que resulta sumamente improbable, casi imposible, derrotar en un enfrentamiento a tiros a un contingente militar.

Esos tiroteos a menudo provocan una alta cantidad de decesos. En el más reciente, que tuvo lugar en el poblado de Cuadrilla Nueva, estado de México, resultaron muertos los 22 agresores ––una mujer incluida–– y un militar fue herido.

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