La homofobia mexicana

Me referí la semana pasada a la persistencia milenaria de la homofobia en el mundo, combatida por minorías ilustradas en una de las luchas cruciales por los avances del proceso civilizatorio.

      En nuestro país la Suprema Corte de Justicia ha jugado un papel decisivo al declarar inconstitucionales las normas que no permitían el matrimonio entre personas del mismo sexo o la adopción de menores por parejas homosexuales. ¿Pero qué piensan al respecto los mexicanos? Sigue leyendo

La milenaria homofobia

Los cambios en los juicios de valor se gestan en las sociedades mucho más lentamente que las transformaciones en las leyes y las instituciones.

      Los avances del proceso civilizatorio suelen ser obra de minorías ilustradas que bogan a contracorriente de prejuicios ancestrales —cuyo origen se pierde en las penumbras— arraigados en amplias capas de la población. Uno de esos prejuicios, terca y nocivamente persistente, es el que da lugar a la homofobia. Sigue leyendo

Los mexicanos y los derechos humanos

¿Qué opinan los mexicanos de los grandes temas nacionales? Suelen difundirse los pareceres de gobernantes, expertos, columnistas, partidos, ONGs o agrupaciones gremiales, pero no los del grueso de la población.

      La doctora Julia Flores, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, ha dirigido el ambicioso proyecto que ha culminado en la colección Los mexicanos vistos por sí mismos: los grandes temas nacionales, que recoge las voces de la sociedad a través de 25 encuestas nacionales interpretadas por especialistas. En esta nota me referiré a algunos de los interesantísimos —varios de ellos escalofriantes–– resultados de la encuesta sobre derechos humanos, discriminación y grupos vulnerables. Sigue leyendo

La lección de Venezuela

El hartazgo y el coraje vencieron al temor natural producido por los embates intimidatorios de un gobernante enloquecido que se ha aferrado al poder como la hiedra a la pared.

      El presidente Nicolás Maduro amenazó abiertamente a los potenciales votantes de que, en caso de que el resultado de las elecciones legislativas le fuera desfavorable, saldría a la calle con las masas a defender la revolución bolivariana. Sigue leyendo

Mensajes subliminales

Todos sabíamos, dentro y fuera de Venezuela, que el juicio contra Leopoldo López no era sino una cruel farsa, una representación burda cuyo desenlace estaba determinado de antemano porque en ese país el poder judicial, como el resto de las instituciones del Estado, está al servicio incondicional del presidente Nicolás Maduro.

      Esa certeza se ha visto confirmada por las revelaciones de uno de los fiscales del caso, Franklin Nieves, quien, presa del remordimiento —sí, eso, el remordimiento, existe— en cuanto tuvo oportunidad huyó de Venezuela y contó pormenores del armado de la falsa acusación. José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, conversó con él y llegó a la conclusión de que sus denuncias son consistentes con la información conocida del expediente judicial (El País, 24 de noviembre).

      López fue condenado a 14 años de prisión por varios delitos relacionados con los hechos del 12 de febrero de 2014. Ese día, una marcha que se había iniciado pacíficamente derivó en manifestantes atacando la sede del Ministerio Público y varios vehículos oficiales.

      Uno de los delitos por los que se condenó a López es el de incendio: el acusado fue declarado culpable, en su carácter de determinador o instigador, del fuego que se generó en la biblioteca del inmueble por una bomba molotov lanzada por uno de los manifestantes. Pero nunca hubo fuego: lo único que se quemó, de acuerdo con el dictamen de peritos oficiales, fue una parte de la mecha de la molotov hallada en la biblioteca, que no llegó a estallar. Podría tratarse de una tentativa, pero no podría atribuirse a López pues éste nunca instigó a lanzar ese explosivo. La juez del caso no mencionó ninguna instigación del enjuiciado.

      López también fue condenado por instigación pública a cometer delitos, pues pretendía sacar a Maduro del poder —dice la sentencia— mediante manifestaciones en la vía pública, desobediencia de las leyes y desconocimiento de las autoridades legítimas. Los peritos analizaron los discursos y los cientos de tuits del procesado del día 12 de febrero de 2014 y de fechas anteriores, y no encontraron una sola expresión que pudiera interpretarse como instigación a delinquir. Entonces se sacaron un as de la manga: ¡López había enviado mensajes subliminales para cumplir con su propósito! Subliminal, dice el Diccionario de la Real Academia Española, es el estímulo que por su debilidad o brevedad no es percibido conscientemente pero influye en la conducta. Es decir, si bien el enjuiciado no llamó a cometer delitos, sus palabras —según el fallo— influyeron en la conducta de los manifestantes violentos ¡aunque éstos no se hayan dado cuenta de que se les instigaba a delinquir!

      Asimismo, la juez condenó a López por asociación para delinquir, en virtud de que cuando instigó a la violencia en su discurso pronunciado el 12 de febrero de 2014 —con sus mensajes subliminales— lo hizo como parte de un grupo estructurado de dirigentes políticos, pues en ese momento estaban a su lado dos mujeres vinculadas con su partido.

      El exfiscal Nieves sostiene que sus superiores jerárquicos le dijeron que la orden del presidente Maduro era que lograra a toda costa que López fuera condenado a una altísima pena de prisión, para lo cual los cargos en su contra debían ser numerosos y por delitos graves, como el de incendio y el de asociación para delinquir.

      López se entregó a la guardia nacional el 18 de febrero de 2014. Desde ese momento estaba condenado. No hubo, en rigor, un juicio en su contra, sino el cumplimiento del mandato del dictadorzuelo de tenerlo en la cárcel. ¡La condena se basa en sus mensajes no percibidos conscientemente por los destinatarios pero que influyeron en la conducta de éstos!

      A la oposición se le han enviado otra clase de mensajes, nada subliminales, el más grave de los cuales es el asesinato durante un mitin del dirigente opositor Luis Manuel Díaz. La OEA y Unasur calificaron el asesinato como “herida de muerte a la democracia”. Días antes, Mauricio Macri, presidente electo argentino, rompiendo el vergonzoso silencio latinoamericano ante las fechorías del gobierno venezolano, anunció que solicitaría que éste fuera expulsado del Mercosur.