Humor

Un viejo doctor se jubiló pero pronto cayó en el aburrimiento. Decidió abrir de nuevo su consultorio, en cuya puerta puso un letrero que decía:

Consulta y tratamiento por $500 pesos.
Si no puedo curarle, yo le pagaré $1,000 pesos.

            Un doctor joven quiso jugarle una broma al viejo doctor y se presentó en la consulta diciéndole que había perdido el sentido del gusto. El viejo doctor llamó a la enfermera y le pidió que le trajera ‘la medicina de la botellita amarilla’. Luego tomó un gotero y pidió al joven que abriera la boca, hecho lo cual le depositó tres gotas en la lengua. El joven pegó un brinco y gritó: —¡Estos son orines!—.                           —Efectivamente,— dijo el viejo —ha recuperado usted el sentido del gusto y me debe $500 pesos.

            El joven pagó y se fue muy enojado, pero decidió regresar al consultorio llevando un disfraz. Esta vez le dijo al viejo doctor que había perdido la memoria. El viejo llamó de nuevo a la enfermera y le pidió que le trajera ‘la medicina de la botellita amarilla’. El joven doctor disfrazado gritó de inmediato: —¡No la traiga, son orines!— El viejo le replicó: —Así es, y como ha recuperado la memoria, me debe $500 pesos.

            Furioso, el joven volvió a pagar y salió corriendo. Pero, decidido a desquitarse, cambió de disfraz y regresó al consultorio. Esta vez, avanzando a tientas, le dijo al viejo doctor que había perdido la vista. El viejo le respondió que para eso no podía ofrecerle alguna cura. Entonces el joven le dijo que, conforme al letrero de la puerta, el viejo debía pagarle $1,000 pesos. El viejo sacó un billete y se lo ofreció al joven diciéndole: —Tiene usted razón, aquí tiene sus $1,000 pesos—. El joven tomó el billete, pero le dijo al viejo: —Oiga, este billete es de $10 pesos—. Entonces, el viejo le contestó: —Lo felicito; ha recuperado la vista y me debe usted $500 pesos.

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