La región de Nagorno-Karabagh,
¿una zona «sin derecho»”.
Los casos Charigov Vs Armenia
y Sargsyan Vs Azerbaiyán

16 de Junio de 2015

La historia de la región de Nagorno-Karabagh es muy peculiar y desconocida. Esa región es un enclave armenio dentro del territorio de Azerbaiyán y ha sido el centro de reivindicaciones políticas y de conflictos entre Armenios y Azerbaiyanos desde hace décadas. Sin embargo, hasta junio de 2015, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (en adelante “el Tribunal”) finalmente se pronunció sobre este conflicto de más de treinta años. Antes de analizar la sentencia del Tribunal y sus consecuencias, es preciso conocer las raíces del conflicto para entender el alcance de esa decisión.

El área del Cáucaso meridional es un laberinto histórico y cultural, que constituye la cuna de numerosas civilizaciones que se han mezclado durante siglos. La delimitación de las fronteras es bastante difícil: en función de las conquistas y de las guerras, olas de migrantes y de refugiados han creado una compleja sobrepoblación. Esto explica porque es posible encontrar una región mayormente armenia en territorio azerbaiyano.

Al comienzo del siglo V, un éxodo masivo de armenios partió del régimen persa y llegó a Nagorno-Karabagh favoreciendo así el establecimiento de una gran comunidad armenia en este territorio. Desde esa época y hasta los años 1900, aproximadamente el 80% de la población pertenecía a la etnia armenia. Esa región de Nagorno-Karabagh ha tenido un estatuto particular dentro de ese país, porque tiene un enclave armenio en el centro de un territorio azerbaiyano.

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Los niños secretos de China:
el crimen de nacer

En los años 1950s, la China de Mao Zedong incitó a las familias a tener hijos; las mujeres que dieron a luz más de diez niños recibieron el título de “madre de honor”. Este estímulo tuvo como consecuencia directa la explosión demográfica del país; la población aumentó en 25 años un 60%. De modo que las autoridades, asustadas por los efectos económicos que produciría una expansión tan rápida de la población, establecieron en 1979 la “política del niño único”, que obligaba a todas la familia a tener únicamente un hijo, bajo pena de multas y otras sanciones. Tiempo después, fue tolerado que las familias tuvieran un segundo hijo en caso de que la primera hubiera sido una niña. En esos momentos, las autoridades chinas aseguraron que los niños nacidos en segundo lugar o después no serían excluidos de la sociedad y que la situación de la mayoría de ellos podría ser regularizada sin problema.

La realidad es muy diferente. Los heihazi, literalmente “niños negros” o secretos, no pueden obtener el documento de identificación (hukou) necesario para una vida normal. Los niños —ahora adultos— nacidos en segundo lugar, o fuera de una unión matrimonial, son tratados como criminales. No pueden ir a la escuela, no pueden tener un empleo, no pueden tomar el tren, no pueden tener una cuenta bancaria, no pueden casarse o tener hijos… En definitiva, no poseen ningún derecho básico. Los padres deben pagar una multa para obtener el reconocimiento de su hijo “ilegal”; sin embargo, esa suma es a menudo más de lo que pueden recibir los padres en varios años de trabajo. En definitiva, el gobierno condena a los niños con padres que no pueden pagar; si los padres tienen mucho dinero pueden pagar una escuela privada, ir a clínicas privadas, etc.

Aunque la política del hijo único se ha suavizado desde 2013, China rechaza todavía el reconocimiento de los trece millones de heihazi ya nacidos.

En ese rígido sistema de control de natalidad, existe un organismo público con un poder esencial de planificación familiar. Cada tres meses, las mujeres casadas, incluso si son estériles, deben hacer una visita a las instalaciones de este organismo para ser sometidas a revisión médica. El objetivo del examen es verificar que las mujeres que ya tienen un hijo no queden embarazadas otra vez. Las mujeres que quedan embarazadas por segunda vez son forzadas, moral o físicamente, a abortar si no tienen el dinero para pagar la multa. Después del nacimiento del primer hijo, la institución de planificación familiar hace presión sobre las madres para que sean esterilizadas. Hay 13 millones de abortos cada año en China; más de la mitad de la mujeres ya han abortado al menos una vez.

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