La Fiscalía de la República

La autonomía del Ministerio Público ha sido una propuesta enarbolada por juristas distinguidos —Héctor Fix Zamudio y Jorge Carpizo entre ellos—, quienes han argumentado que el órgano de la acusación debe proceder invariablemente con profesionalismo y objetividad, y no por indicaciones del Presidente de la República o el gobernador del que dependa ni por suposiciones de cómo le gustaría a su jefe —el Presidente o el gobernador— que resolviera ciertos asuntos.

Una reciente reforma al apartado A del artículo 102 constitucional Sigue leyendo

Ascensos condicionados

Me deja estupefacto la nota principal de La Razón del día 4 de este mes. El Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca exige a los maestros, como condición para lograr ascensos a director, subdirector o supervisor, la “constancia de participación en la jornada de lucha masiva nacional en la Ciudad de México en tiempo y forma” (sic).

Para tener la posibilidad de ser ascendidos, los maestros oaxaqueños han de demostrar documentalmente que acudieron —¡en tiempo y forma!— a la capital de la República a manifestarse contra la reforma educativa Sigue leyendo

Autodefensas

Lo que ha estado ocurriendo en la Tierra Caliente de Michoacán es de película del Viejo Oeste. Hace unos años, si alguien lo hubiera predicho, hubiéramos pensado que estaba delirando.

Por una parte, grupos criminales que medran con el tráfico de drogas, los secuestros y las extorsiones, que se llevan muchachas a las que luego devuelven embarazadas, que hacen cómplices de sus actividades delictivas o atemorizan a las autoridades municipales, y que tienen aterrorizada a la comunidad, Sigue leyendo

Legitimar el vandalismo

Restituir a millones de ciudadanos su derecho a circular libremente por sus calles y avenidas y a que el Congreso de la Unión sesione libre de sobresaltos, sin que el desalojo de los invasores produzca derramamiento de sangre, no es una misión imposible ni inusitada.

En los países más democráticos y más respetuosos de los derechos humanos, el gobierno impide, sin que la acción gubernamental cause muertes ni lesiones graves, que una minoría lesione los derechos del conjunto de la población. En México se ha llegado al extremo de que un pequeño grupo cierre accesos viales, apalee policías, reporteros y transeúntes, ahuyente a los legisladores de la sede parlamentaria, destruya bienes, bloquee el paso al aeropuerto y desquicie la ciudad, sin que los gobernantes frenen esos desmanes, sino, por el contrario, se conceda a los belicosos el retiro de iniciativas de ley y la instalación de mesas de negociaciones. El diálogo con quienes se oponen a alguna medida de la autoridad es necesario y saludable, pero su realización exige que los inconformes depongan previamente toda actitud de violencia y no atropellen los derechos de los demás.

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La primera recomendación
emitida por la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF)

(La Recomendación 1/94 se envío al Procurador General de Justicia del Distrito Federal y al Secretario General de Protección y Vialidad del Departamento del Distrito Federal, y se refiere al caso de la tortura infligida al señor Enrique Daniel Palma Guzmán, en donde las evidencias recabadas permiten considerar que hubo violación a sus derechos humanos, independientemente de que el agraviado haya cometido o no los delitos que se le imputan.

            El documento reviste considerable importancia no sólo por su carácter primigenio, sino por dos razones jurídicas y morales a la vez: a) se solicita que se ejerza acción penal precisamente por tortura, para evitar que la consignación se realice por un delito menor tal como abuso de autoridad, cuya sanción es sumamente baja, y b) se pide ese ejercicio del ius puniendi no únicamente contra los agentes que infligieron dolores o sufrimientos graves al agraviado, sino también contra los servidores públicos que, teniendo el deber de hacerlo, no evitaron el tormento. Esta última es una hipótesis novedosa de nuestra Ley Federal para Prevenir y Sancionar la Tortura, ausente en el texto de su antecesora.) Sigue leyendo

Una luz, una hendidura

Luis de la Barreda Solórzano

Era el mediodía del 30 de septiembre de 1993, muy lejano ya en los almanaques pero siempre presente en el alma. En ese instante en que la Asamblea de Representantes —hoy Asamblea Legislativa— me tomaba protesta como presidente fundador, nacía la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal. La institución veía su primera luz sin contar con presupuesto, ni plazas laborales, ni sede, ni una sola oficina o siquiera un escritorio provisional. Así que, no por vanidad ni por egocentrismo sino en estricto apego a la realidad, podía haber afirmado entonces, parafraseando a aquel rey francés: “La Comisión soy yo”. Se requerían, para mi designación, las dos terceras partes de los votos, y 80% de los asambleístas votó por mí. Sólo votaron en contra, en protesta por mi postura ante la interrupción voluntaria del embarazo —formulada en el libro El delito de aborto: una careta de buena conciencia, publicado dos años antes—, los seis representantes varones del PAN, pues las cinco legisladoras mujeres de este partido se abstuvieron después de que a unos y otras les expliqué en dos largas conversaciones que no era partidario del aborto sino de que se despenalizara, ya que su penalización siempre ha sido contraproducente. (Cuatro años después, en cambio, todos los diputados, aun los panistas, votarían por mi reelección).

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La emboscada

Las circunstancias en que fue asesinado el vicealmirante de la Marina-Armada Carlos Miguel Salazar Ramonet, comandante de la octava zona naval en Puerto Vallarta, Jalisco, mueve a reflexionar acerca de los límites legítimos de la protesta social.

            El vicealmirante Salazar se dirigía a su base naval en una camioneta, acompañado de su chofer, dos escoltas y su esposa, por la autopista Morelia-Guadalajara.

            En la caseta de cobro de Ecuandureo, que se ubica entre los poblados de la Noria y Las Cruces, Michoacán, el vehículo tuvo que desviar su trayecto porque unas cuantas personas habían cortado la circulación —como ocurrió en otros tramos–– en protesta por la presencia de la Policía Federal en la entidad.

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¿A Caro le salió barato?

Rafael Caro Quintero quedó en libertad por un fallo que le concedió el amparo debido a que el proceso por el secuestro y el homicidio del agente de la DEA Enrique Camarena no debió seguirse ante un juzgado del fuero federal —que no era competente porque la víctima actuaba en territorio nacional sin reconocimiento formal del gobierno mexicano—, sino ante un juez del fuero común.

            La DEA expresó su profunda decepción en un comunicado en el que señala: “Todos los días nos acordamos del último sacrificio que pagó el agente especial Camarena”. Éste, como recordarán los lectores menos jóvenes, antes de ser asesinado fue sometido a una tortura salvaje que incluyó su castración.

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El tercer sexo

Alemania será, a partir del próximo mes de noviembre, el primer país del mundo en admitir que en las actas de nacimiento no se registre el sexo de los recién nacidos si éstos no tienen rasgos físicos masculinos o femeninos claramente definidos.

            La ley busca evitar intervenciones quirúrgicas improcedentes y consecuencias legales y burocráticas que compliquen aún más la vida a quienes nazcan con esa indefinición.

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El embarazo de Beatriz

Los que sostienen que el aborto voluntario es una práctica que invariablemente debe ser castigada con prisión justifican su postura con el postulado de que la vida, aun la vida en formación, siempre debe ser protegida, y, por tanto, quien la destruye es un criminal que debe pagar las consecuencias de su delito. Pero la realidad suele ser bastante más compleja de lo que suponen las buenas conciencias. Los conflictos no siempre se presentan entre el bien y el mal absolutos, o entre lo bueno y lo malo sin matices. Cada caso amerita un cuidadoso examen que se haga cargo de las implicaciones de la decisión que se elija.

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Detenerlos en flagrancia

Se ha infravalorado la gravedad de las brutales agresiones de las que reiteradamente han sido objeto los policías de la Ciudad de México a quienes se encomienda la  vigilancia de las marchas políticas y de las que el pasado 10 de junio fueron también víctimas dos funcionarios del Gobierno del Distrito Federal.

Si durante mucho tiempo nos hemos preocupado, y ocupado, de las violaciones a los derechos humanos cometidas por la policía con motivo de sus funciones, hoy tenemos que atender la situación de extrema vulnerabilidad de agentes a los que se ordena no contestar ninguno de los ataques de vándalos que no se tientan el corazón al intentar infligirles el mayor daño posible.

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La pena de muerte: argumentos

Luis de la Barreda Solórzano

La pena de muerte aún tiene defensores. Y no pocos. La votación relativamente alta obtenida en México por el Partido Verde Ecologista en las  elecciones de 2009 se debe básicamente a su campaña a favor de esa pena.

Durante la campaña no hicieron falta argumentos. Un actor apuesto o una actriz guapa anunciaban sonrientes en pantalla que los verdes estaban a favor de la pena capital… y eso bastó para atraer numerosos sufragios al partido.

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Florence: ni debido proceso ni pruebas

Luis de la Barreda Solórzano

En el presente siglo ningún asunto judicial había atraído tanto la atención pública en México como el de Florence Cassez. No era para menos: el delito por los cuales se le acusó y se le condenó ––secuestro en concurso real, es decir, secuestro reiterado–– es de los más graves y devastadores, de los más despreciables, pero ella misma exhibió ante los televidentes del noticiario de Denisse Merker que la captura televisada semanas antes fue una puesta en escena, la editorial Océano publicó un libro en el que ella narra su versión de los hechos declarándose inocente, dos sucesivos gobiernos franceses la apoyaron decididamente, varios militantes de organismos civiles que militan por la causa de la seguridad pública exigieron que cumpliera aquí y no en su país la condena y que se le negara el amparo, el entonces presidente Felipe Calderón se negó a entregarla a Francia y en reiteradas ocasiones asumió el papel de órgano de la acusación asegurando que ella era culpable, se formó en Francia un comité de apoyo a Florence Cassez y un grupo de prestigiosos académicos abogó por su liberación dadas las irregularidades del procedimiento y las inconsistencias de las pruebas en su contra.

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