Anvy Guzmán Romero[1]
PARTE 1. Alice Rahon
El mundo de la vida sería impensable sin la presencia del mundo del arte. Es decir, ese resquicio donde las personas nos refugiamos en la búsqueda de aires nuevos que nos aporten felicidad y bienestar. Por ello el arte es un derecho humano, porque la vida es la trama del arte y éste entrelaza las experiencias vitales de las personas a partir de expresiones estéticas y emocionales.
En las siguientes líneas descansamos en la historiografía del arte feminista, como posicionamiento teórico que vincula al arte con la subjetividad y desde ahí lo identificamos como un derecho cultural, en tanto derecho humano, para asegurar el disfrute de la cultura y de sus componentes en condiciones de igualdad, dignidad humana y no discriminación así como derecho relativo a cuestiones como la producción artística y la participación en la cultura[2].
En los años setenta del siglo pasado surgió una nueva manera de historiar el arte que comenzaba a romper paradigmas hegemónicos. La pregunta de Linda Nochlin ¿por qué no ha habido grandes mujeres artistas?[3], manifestó el vacío que esa historiografía había mantenido y significó el surgimiento de la denominada historia del arte feminista. Ésta buscaba evidenciar la presencia de mujeres artistas a lo largo de la historia de la humanidad y cómo habían aportado esfuerzo y creatividad al campo de la vanguardia artística, al tiempo que puso sobre la mesa que la esfera del arte no se escapa de albergar inequidades de género[4]. Sigue leyendo