José A. Aguilar
Jonathan Clark (¿1950?) nació en San Gabriel, condado de Los Ángeles, California, EUA, de madre alemana y padre inglés. No hay en él ni una gota de sangre mexicana o latina. Cuando tenía 10 años, sus padres lo llevaron a vivir a San José, en el mismo condado, poblado por un gran número de mexicanos.
En la universidad tuvo una novia de origen mexicano, violinista, que lo indujo a estudiar español. Una prima de su novia, que tocaba en un mariachi, los invitó a un concierto de música mexicana en el que participaban Miguel Aceves Mejía, Lola Beltrán y Vicente Fernández, acompañados del Mariachi Vargas de Tecalitlán
Del concierto, lo que más le impresionó fue la vestimenta de los mariachis, la manera en que éstos se paraban para tocar, sus voces bravías y el sonido de las trompetas. Quedó fascinado con esa música poderosa. En un instante, su espíritu hizo a un lado el rock and roll, el jazz y el blues.
Se aficionó a la música de mariachi e incluso comenzó a aprender a tocar el guitarrón, el bajo panzoncito de mariachi que se cuelga al hombro. Más adelante comenzó a tocar como invitado en algunos grupos.
En febrero de 1977 fue invitado a tocar en el carnaval de Veracruz. Terminado éste, se disponía a regresar a San José cuando un gringo amigo de él, que andaba por allí de turista, lo invitó a ir a la ciudad de México para que conociera la Plaza de Garibaldi, la capital mundial del mariachi.
Se instaló en un hotel de la ciudad de México, cercano a Garibaldi. Durante varios días fue a saciarse de música mexicana —lo que había escuchado en San José era muy limitado—
Se le agotó el dinero y tuvo que pensar en el regreso, pero antes tenía que comprar cuerdas para su guitarrón. Le preguntó a un músico mariachi que dónde podía comprarlas, quien, extrañado de que un gringo las buscara, le preguntó que para qué las quería. Respondió que para su propio guitarrón, ya que sabía tocarlo. El músico no le creyó. Sacó un guitarrón y llamó a otros músicos mariachis y les dijo: este gringo dice que sabe tocar el guitarrón… vamos a compañarlo con alguna canción…
Lo hicieron tocar La negra y otras piezas. Acabaron felicitándolo y lo invitaron a tocar en presentaciones. Comenzó a tocar y a ganar dinero. Ya no regresó a San José.
Tenía la ilusión de conocer al Mariachi Vargas de Tecalitlán. Finalmente alguien le presentó a Nati Santiago González, el del guitarrón del famoso grupo, quien lo puso a tocar y, cuando apenas había comenzado, le dijo: espérate… así no se coloca el guitarrón… baja el brazo… esa nota no se pisa con ese dedo… tus notas parecen ‘pedos de puerco’… el sonido del guitarrón debe ser líquido, sonadito… las cuerdas se sueltan simultáneamente… no disparadas… deben oírse como campanas…
Empezó a estudiar con Nati y a asistir a los ensayos y grabaciones del Mariachi Vargas, cada una de las cuales era para él una verdadera cátedra.
Durante doce años —hasta 1991—, Jonathan Clark trabajó como mariachi profesional en distintos grupos de mariachi de la Plaza Garibaldi. Cumplió, además, su ilusión de conocer a don Silvestre Vargas, el legendario pilar del Mariachi Vargas de Tecalitlán, con quien hizo una profunda y fructífera amistad que indujo a Jonathan a estudiar la historia del mariachi y convertirse en una autoridad en el tema.
Actualmente, Jonathan vive de nuevo en San José, donde toca, enseña, investiga y escribe sobre la música de mariachi —que en 2012 fue declarada por la UNESCO patrimonio cultural de la humanidad—.
Fuentes
http://www.periodicoelsur.com/columna.aspx?idopinion=29