Conmemoraciones Internacionales

Por Mario Alberto Naranjo Ricoy

Enero marca el inicio de un nuevo año, momento propicio para renovar esfuerzos y reafirmar esperanzas de que en el mundo impere el respeto a los derechos humanos de todas y todos.  Al igual que el año que terminó, 2022 será un escenario lleno de retos y, seguramente, de importantes logros en la materia. Desde el Programa Universitario de Derechos Humanos hacemos votos porque gobierno, sociedad civil y comunidad internacional realicen acciones conjuntas para que este año mujeres, niños, personas mayores, migrantes, personas en situación de calle, personas privadas de su libertad, entre otros grupos en situación de vulnerabilidad, vean mejorar sus condiciones de vida y accedan al goce de sus derechos y libertades fundamentales.

Del conjunto de efemérides señaladas en este mes, destacan cuatro. La primera es el Día Mundial del Braille (4 de enero), herramienta de gran valor para que las personas con discapacidad visual accedan a la información y al conocimiento, en aras de ser incluidas en sus sociedades. El Día Mundial de la Educación (24 de enero) nos viene a recordar lo fundamental que resulta para cada ser humano acceder a los servicios educativos en todos los niveles, desde el básico o elemental hasta el superior, así como los grandes pendientes y brechas que existen entre diferentes sectores de la sociedad en este rubro. Por su parte, el Día Mundial de la Cultura Africana y los Afrodescendientes (24 de enero) permite dar visibilidad a este grupo de población y a su legado, que sólo recientemente comienza a ser reconocido y revalorado. La última de las efemérides (27 de enero) es en recuerdo y conmemoración de las víctimas del Holocausto, con la intención de que jamás se repita este tipo de crímenes atroces.

4 de enero. Día Mundial del Braille

Los retos que se presentan a las personas con discapacidad son constantes en el transcurso de la vida cotidiana. Cuestiones de orden básico como el acceso a información sanitaria, jurídica, de prevención de accidentes y de movilidad, entre otras cuestiones, incrementan la dificultad de acceso para aquellas personas que sufren de deficiencia visual o ciegas debido a la falta de materiales y recursos adecuados para ellas. Esta situación ha sido acentuada por la pandemia por COVID-19, pues ha puesto de manifiesto las problemáticas en términos de independencia, aislamiento y acceso a la información en la que se encuentran dichos sectores vulnerables, que aún antes de la contingencia sanitaria formaban parte de los grupos marginados dentro de las distintas comunidades.

El braille es un alfabeto que representa letras, signos de puntuación, números, símbolos matemáticos, musicales, etcétera, desarrollado por Louis Braille en 1825 y basado en un sistema de comunicación militar que permitía transmitir órdenes a puestos de avanzada sin tener que delatar la posición durante las noches. El joven Braille, en ese entonces de 13 años, logró perfeccionar el sistema convirtiéndolo en un alfabeto, no un idioma, utilizando celdas de seis puntos en relieve organizados en dos columnas de tres filas numeradas de arriba abajo y de izquierda a derecha. Con la introducción de la informática, el braille se amplió a un código de ocho puntos, de tal manera que una letra individual puede ser codificada con una sola celda, pudiéndose unificar según un estándar mundial conocido como Unicode.

Este alfabeto ha permitido que en la actualidad se haya podido elaborar materiales de sensibilización y prevención del COVID-19; tal es el caso de Malawi, país en donde el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha producido 4050 materiales; o UNICEF, que ha elaborado notas orientativas disponibles en varios idiomas y formatos accesibles, incluido el braille. Además, el braille ha permitido que distintos medicamentos de uso común y de uso controlado puedan proporcionar a los usuarios con discapacidad visual su instructivo y puedan identificar sus cajas, haciendo válido su derecho a la salud.

Es de gran relevancia el aporte de Louis Braille para la dignificación de la vida de las personas con discapacidad visual desde hace casi dos siglos, y cobra importancia en una época de crisis como lo es la pandemia por COVID-19, pues la difusión de medidas preventivas y de cuidado ha demostrado la importancia de la comunicación y el lenguaje para la interrelación y el mutuo cuidado entre los seres humanos, y para la plena realización de los derechos humanos de todos los individuos en cualquier condición de salud en la que se encuentren.

24 de enero. Día Mundial de la Educación

La educación es uno de los factores que más influyen para el desarrollo y sustento de una sociedad, pues no sólo provee conocimientos, además enriquece la cultura, el espíritu, lo valores y todo aquello que forma parte del ser humano. Sin embargo, el acceso a la educación ha estado vinculado a la situación económica y social de los distintos grupos humanos, siendo los sectores marginados y en condiciones de vulnerabilidad los que menos oportunidades tienen de acercarse a ella. Por ejemplo, según estadísticas del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) publicadas en su comunicado de prensa número 343/21, se estima que en México 3.3 millones de niñas, niños y adolescentes entre 5 y 17 años se encuentran en condiciones de trabajo infantil, lo cual representa una tasa de 11.5%.[1] Si no abandonan por completo la escuela, esta situación afecta considerablemente el tiempo y la calidad de atención que dedican a sus estudios.

Dicha perspectiva se ha presentado de manera crítica en estos tiempos de pandemia, pues la labor de los centros educativos se interrumpió de manera violenta e inesperada a una escala y gravedad sin precedentes. Centros educativos de todos los niveles tuvieron que cerrar sus espacios, en tanto que estudiantes y profesores debieron buscar los medios y desarrollar las habilidades necesarias para proseguir con la dinámica educativa, pero fue otra vez en los grupos más vulnerables en donde se observaron las mayores problemáticas. Contar con medios digitales: computadora, internet e incluso la misma televisión, se hizo indispensable para aquellos que querían seguir con su proceso educativo, pero se hizo patente la brecha existente dada la escasez de recursos entre diversos sectores de la sociedad.

En este contexto la educación juega un papel crucial, sin embargo, el camino es largo. En el mundo 258 millones de niños y jóvenes no estaban escolarizados en 2018,[2] en tanto que 617 millones de niños y adolescentes no podían leer ni escribir y carecían de conocimientos en matemáticas.[3] El derecho humano a la educación, consagrado en el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos e incluido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, está todavía a un largo trecho de ser realidad para todos. Por ello, debemos ser enfáticos en la búsqueda de su consecución y enfrentar los nuevos retos que se han generado a partir de la pandemia generando condiciones educativas de inclusión para todos los sectores de la población.

24 de enero. Día Mundial de la Cultura Africana y los Afrodescendientes

De origen, el ser humano es nómada. El poblamiento del mundo se debe a las distintas migraciones y traslados que se han realizado a lo largo de la historia de la humanidad. En especial, la diáspora africana ha representado una parte importante de este proceso. Los restos más antiguos del denominado homo sapiens, el ser humano actual, fueron hallados en el valle del Omo, Etiopía,  con una antigüedad datada de 195,000 años, lo que representa una fuente de patrimonio genético común de la humanidad. En ese sentido, podría sostenerse que todos somos afrodescendientes. A partir de ahí, la historia de la población del continente africano ha sido una historia de migraciones, a veces de manera voluntaria y a veces de manera forzada, siendo esta última una situación plagada de injusticias y abusos de gran impacto para la comunidad africana.

De acuerdo con la Consulta para la Identificación de Comunidades Afrodescendientes realizada por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, se denomina como “afrodescendiente” a todos los pueblos y personas descendientes de la diáspora africana en el mundo. La invisibilidad que han sufrido en México ha facilitado la violación de sus derechos y libertades, aumentado de ese modo su vulnerabilidad, fomentando su exclusión y la discriminación  que viven para acceder a sus derechos y mejores oportunidades. Su historia se remonta al periodo virreinal, en el siglo XVI, cuando llegaron junto con los españoles para servir como esclavos en plantaciones, ranchos y zonas mineras. A partir del siglo XVIII comenzó a declinar la importación de esclavos africanos y en cambio aumentó el número de afrodescendientes. Hoy en día, 2, 576,213 de personas se identifican como tales en México, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020.[4] La presencia histórica, pero también los arribos contemporáneos, producto de nuevas migraciones de personas africanas y afrodescendientes, forman parte de la sociedad mexicana actual.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha promovido la creación de nuevos instrumentos jurídicos internacionales que permitan una mayor eficacia en la erradicación de las conductas discriminatorias y racistas al incidir en las políticas de Estado para evitar esas prácticas, como lo hizo la Asamblea General en 1965 cuando adoptó la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial. También es importante señalar que a partir de la Conferencia Regional de las Américas, preparatoria de la Cumbre de Durban, celebrada en Santiago de Chile en el año 2000, se consolidó el proceso de lucha por el reconocimiento de la existencia y presencia del movimiento identitario de la diáspora africana en América Latina mediante el uso del término afrodescendiente.

Es de suma importancia reconocer las identidades africanas y reconfigurar el concepto excluyente de “negro” por el de “afrodescendiente”, lo que contribuye a generar una sociedad incluyente y que busque el cumplimiento de los derechos humanos para todos y cada uno de los grupos étnicos que habitan este planeta.

27 de enero. Día Internacional de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto

A menudo se habla de la historia como magistra vitae, parafraseando una frase de Cicerón que hace referencia a la idea de que el estudio del pasado debe servir como una lección para el presente y el futuro. Tomando en cuenta dicho precepto, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas creó el Programa de Divulgación sobre el Holocausto con un objetivo sencillo y contundente: recordar al mundo que la perspectiva que nos otorga el Holocausto es relevante para prevenir futuros genocidios.

El Holocausto fue la persecución y el asesinato sistemático, burocráticamente organizado y auspiciado por el Estado, de aproximadamente seis millones de judíos por parte del régimen nazi en Alemania, y sus colaboradores.[5] Este acto representó un atropello a todos los derechos y libertades fundamentales, así como a la dignidad y la vida misma de las personas de religión judía, además de otros grupos sociales como los gitanos, negros o polacos. Las repercusiones éticas, morales, sociales, económicas, políticas, familiares e históricas, han sido de una magnitud tal que pocos genocidios en la historia han tenido esas proporciones. Sin embargo, éste no ha sido el único y en otras latitudes del planeta se han presentado este tipo de fenómenos tan devastadores para la humanidad.

En 2021, las iniciativas encaminadas a recordar el Holocausto y difundir información al respecto giran en torno al tema “La vida después del Holocausto: recuperación y reconstitución”. Este tema centra su atención en las medidas adoptadas en el período inmediatamente posterior al Holocausto con el fin de iniciar el proceso de recuperación y reconstitución de las personas, las comunidades y los sistemas de justicia. Este proceso contempla dos aspectos: por un lado, evaluar el registro histórico del acontecimiento, la manera en que se ha contado y los discursos que se puedan llevar a cabo con él; y por el otro, considerar las necesidades del mundo contemporáneo en una época en la que el antisemitismo está en auge y la desinformación y los discurso de odio cobran fuerza en el mundo.  Es así que se han organizado distintas actividades (mesas redondas, debates y exposiciones) que ayudan a promover su recuerdo y a que la población posea los conocimientos históricos suficientes de este evento, tales como las mesas redondas “Las mujeres y el genocidio” y “La negación y distorsión del Holocausto” o el debate “Lecciones del Holocausto: la perspectiva de las Naciones Unidas respecto al antisemitismo mundial”. El mayor derecho del ser humano es la vida misma, por lo que nunca serán suficientes todos esfuerzos por recordarlo, misión en la que la Historia tiene un papel fundamental.


[1] INEGI, “Estadísticas a propósito del Día Mundial contra el Trabajo Infantil. Datos nacionales. Disponible en: https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2021/EAPTrabInf_21.pdf (última consulta: 26/12/21)

[2] “La UNESCO advierte que de no tomar medidas urgentes de acción 12 millones de niños nunca asistirán un solo día a la escuela”, disponible en: https://es.unesco.org/news/unesco-advierte-que-no-tomar-medidas-urgentes-accion-12-millones-ninos-nunca-asistiran-solo-0 (última consulta: 10/01/2022).

[3] “617 millones de niños y adolescentes no están recibiendo conocimientos mínimos en lectura y matemática”, disponible en: https://es.unesco.org/news/617-millones-ninos-y-adolescentes-no-estan-recibiendo-conocimientos-minimos-lectura-y (última consulta: 10/01/2022).

[4] INFOBAE, “INEGI: 2.5 millones de personas se identifican como afromexicanos”, disponible en: https://acortar.link/CD14h3 (última consulta: 26/12/21).

[5] “introducción al Holocausto”, disponible en: https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/introduction-to-the-holocaust (última consulta: 10/01/2022).