Por Mario Alberto Naranjo Ricoy

El mes de junio tiene señalados en el calendario global instaurado por la Organización de las Naciones Unidas una serie de conmemoraciones que nos permiten reflexionar sobre algunos temas de interés en materia de derechos humanos, tales como: la niñez víctima de agresión (4 de junio); el derecho a un medio ambiente sano y el deber de cuidarlo (5 de junio);  la erradicación del trabajo infantil (12 de junio); la toma de conciencia sobre el maltrato y abuso que sufren las personas de edad (15 de junio),  y el apoyo a las víctimas de tortura (26 de junio).

4 de junio. Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión

En 1982, la Asamblea General de Naciones Unidas decidió establecer esta conmemoración al constatar la gran cantidad de niños y niñas que eran víctimas inocentes en situaciones de conflicto bélico, encontrándose entre los grupos más vulnerables al sufrir malos tratos, violencia física y/o sexual, reclutamiento forzado y homicidio, entre otras violaciones graves a derechos humanos y crímenes de guerra. Justamente, la creación en 1946 del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) obedeció al propósito de ayudar a las y los niños de Europa afectados por la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Desde entonces, la Organización de las Naciones Unidas ha mantenido un compromiso constante para proteger a la infancia, promover el respeto a sus derechos y contrarrestar las diversas situaciones que le afectan, pues no sólo en contextos de guerra, sino que también en el día a día, a menudo en el ámbito familiar, niñas y niños son víctimas de descuido, abandono, maltrato físico y emocional. En ese sentido, un paso trascendental fue la aprobación en 1989 de la Convención sobre los Derechos del Niño, documento que al día de hoy es el acuerdo de derechos humanos más ampliamente ratificado en la historia a nivel mundial.

5 de junio. Día Mundial del Medio Ambiente

La Tierra es el único planeta del cosmos en el que se conoce la existencia de vida. Que la Tierra es el hogar común que habitamos todos, seres humanos y demás seres vivos, y que por lo tanto tenemos la obligación de cuidarlo y respetarlo, debería ser un postulado  reconocido universalmente, pero no es así.

Cotidianamente se produce la erosión de los ecosistemas del planeta de manera sistemática e irresponsable, a costa del derecho de personas y comunidades a tener y mantener un ambiente sano. La negativa de las principales economías de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, la deforestación de bosques y selvas para favorecer la expansión de empresas ganaderas y forestales, la destrucción de los suelos y subsuelos a causa de la minería a cielo abierto, la perpetuación de un modelo económico que privilegia los hidrocarburos y otros recursos no renovables a costa de retrasar la transición energética, entre otras actividades, son las causas que nos han llevado a los problemas actuales que conocemos como calentamiento global y cambio climático, fenómenos que son potencialmente catastróficos, aún si el aumento de la temperatura global del planeta se limitara a 1,5°C.  La propia aparición del COVID-19 que alcanzó nivel de pandemia –aún en curso– es una demostración de lo desastroso que resulta la pérdida de ecosistemas, pues genera condiciones para que los agentes patógenos animales se propaguen entre los humanos.^[1]

El desafío es enorme, del tamaño del planeta. Por ello la comunidad internacional, especialmente los gobiernos y los organismos internacionales, tienen el deber conjunto de promover la preservación del medio ambiente a través del diseño de modelos de desarrollo sustentable, así como con la firma de protocolos y acuerdos internacionales que regulen las actividades económicas a partir de parámetros ecológicos que garanticen el derecho humano de todos a un medio ambiente seguro, limpio y saludable. El trabajo es arduo, pues implica negociar con –o incluso oponerse a– actores empresariales y corporativos poderosos que buscan maximizar sus ganancias por cualquier medio, incluido el criterio de “externalizar los costos” de su producción arrojando los desechos de sus actividades sin controles sanitarios adecuados, contaminando así el medio ambiente.

Sin duda, hay esfuerzos loables, como la firma del Protocolo de Kioto, entre otros instrumentos internacionales, avocados a este propósito. Es de desear que las principales economías mundiales se ciñan a lo acordado, regulen su actividad industrial y diseñen una hoja de ruta que permita salvar los peligros medioambientales tan graves que se ciernen sobre nosotros. Como lo indica el así llamado “Reloj del fin del mundo”, establecido por especialistas y científicos de todo el mundo, incluidos trece galardonados con el Premio Nobel, nuestro tiempo para actuar se acaba.

12 de junio. Día Mundial contra el Trabajo Infantil

La infancia es un momento crucial en la vida de cada persona, en el que debe contar con las condiciones necesarias para ejercer a plenitud sus libertades y prerrogativas fundamentales con el fin de conseguir su desarrollo integral como ser humano. Las personas, las familias, la sociedad civil, los gobiernos y la comunidad internacional en su conjunto tenemos el deber de preservarla de cualquier peligro o amenaza.

Uno de los graves flagelos que azotan a la infancia, y a la humanidad en su conjunto, es el trabajo infantil que, a pesar de esfuerzos realizados en muchos sentidos, persiste en todo el mundo, en algunos países y regiones de forma muy aguda. En la actualidad, se estima que hay 152 millones de niños en situación de trabajo infantil, de los que 72 millones realizan trabajos peligrosos. Es decir, uno de cada diez niñas y niños del planeta realiza actividades laborales para sobrevivir. Por esta razón, la Organización de las Naciones Unidas adoptó la exigencia de poner fin en 2025 a toda forma de trabajo infantil como parte de su Objetivo de Desarrollo Sostenible 8.^[2]  Sin embargo, los estragos que ha causado la pandemia de COVID-19 en la economía, ha puesto a familias enteras en situación de pobreza, precariedad y desempleo. Muchas niñas y niños han debido y deberán volver al trabajo y abandonar la escuela. De no poner un remedio drástico para revertir esta situación, será muy difícil que dicho propósito de desarrollo, como tantos otros, se cumpla en tiempo y forma.

15 de junio. Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez

Llegar a ser persona de mayor edad debería constituir una aspiración de todos, porque implicaría que hemos atravesado por las diversas etapas de nuestra vida en condiciones favorables, que nos han permitido seguir vivos. Esto, a su vez, nos permitiría valorar a las personas que ya se encuentran en esa etapa de la vida, en quienes podríamos ver modelos de acción, fuentes de saber y reservas de experiencia vital, pero sobre todo personas que tienen el derecho de ejercer todas sus prerrogativas y libertades fundamentales, a fin de continuar gozando de pleno respeto y lograr su salvaguarda de abusos y vejaciones.

La problemática es vigente y necesita ser visibilizada de todas las formas posibles, científicas y humanísticas. A guisa  de ejemplo, la historia narrada por la película El padre, en la que participa el actor inglés Anthony Hopkins, es una obra que da cuenta de las problemáticas que se presentan a las personas mayores de manera cotidiana, promoviendo así la sensibilidad y empatía con este grupo en situación  de vulnerabilidad. La comunidad internacional tiene entre sus tareas principales la promoción del reconocimiento y respeto de los derechos de las personas mayores.

26 de junio. Día Internacional de Apoyo de las Víctimas de la Tortura

La tortura es un crimen que ataca a la dignidad de la persona en su núcleo íntimo y busca aniquilarlo. Sus secuelas son muy graves y el daño que deja es muy difícil de reparar. El derecho internacional la prohíbe absolutamente y lo considera como un precepto vinculante para todos los miembros de la comunidad internacional, incluso si se trata de un Estado que no ha ratificado aún los tratados internacionales de la materia.

Desde 1948, la comunidad internacional condenó la tortura y otros tratos crueles en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Los esfuerzos que se continuaron realizando desde entonces tuvieron un momento cumbre cuando la Asamblea General de la ONU aprobó, en 1984, la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, misma que entró en vigor en 1987 y que hasta hoy ha sido firmada por 162 países. Sin embargo,  es preciso reconocer que en el mundo persisten prácticas de tortura, maltrato y vejación cometidas por personas servidoras públicas. Esta jornada debe servir para exigir a los Estados Miembros de las Naciones Unidas que, en conjunto con la sociedad civil, redoble esfuerzos para lograr erradicar definitivamente este flagelo.

---