Amado Nervo
A vosotros los que vivís en nuestros piadosos climas templados, los que nunca miráis caer las hojas sino cuando hay ya otras nuevas, de un verde tierno, joyantes y satinadas; vosotros los que desconocéis el horror de la llovizna perenne, del viento glacial que aulla días y noches en los recodos de las calles: a vosotros no os es dado comprender en toda su magnitud el hechizo de la primavera que viene, y ese ¡por fin! que se exhala del alma, de lo más hondo del alma, cuando el sol luce sin sombras y los retoños se multiplican y los árboles se ponen a reverdecer después de habernos mostrado por más de seis meses la lamentable desnudez de sus ramas ennegrecidas, mustias y resignadas, con no sé qué de fatal, a todos los cierzos, a todas las lluvias, a todos los granizos! Sigue leyendo