El móvil del crimen múltiple de Iguala-Cocula —aventura el informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI)— pudo haber sido que el quinto autobús, el Estrella Roja 3278, el tercero tomado en la central camionera por los estudiantes, pudo llevar escondido, sin que éstos lo supieran, un cargamento de droga (tal vez heroína) o dinero.
El GIEI sospecha que la agresión se debió a que los narcos y sus cómplices no podían permitir que los normalistas se llevaran ese vehículo con su valiosa carga. Basa su hipótesis en la investigación, encabezada por la fiscal federal estadunidense Nicol Kim, de acuerdo con la cual el grupo criminal Guerreros Unidos adapta autobuses de pasajeros con compartimentos para ocultar droga.
El GIEI desestima como posibles móviles del ataque el de que habría sido una represalia porque los normalistas acudieron a Iguala a reventar un acto del alcalde, y el de que los normalistas habrían sido confundidos con el grupo de Los Rojos, rival de Guerreros Unidos.
En efecto, el primer supuesto no es sostenible, no sólo porque la represalia habría sido absolutamente desmesurada y demencial sino porque la llegada de los alumnos a Iguala ocurrió, y así estaba prevista, cuando el acto del presidente municipal ya había concluido. En cambio, el segundo móvil señalado no es inverosímil: en sus disputas las bandas del crimen organizado perpetran las más crueles atrocidades.
Por el contrario, la tesis de que el móvil pudo haber sido la droga o el dinero oculto en el camión presenta una seria fisura: ninguno de los estudiantes que tomaron y se trasladaban en ese vehículo figura en la lista de desaparecidos, es decir ninguno de ellos fue asesinado ni está entre los de paradero ignoto. El GIEI relata que policías federales bajaron a los normalistas de ese quinto autobús sin haberles disparado y no les impidieron huir al cerro o refugiarse en viviendas cercanas. Después ordenaron al chofer que siguiera su camino.
Arrebatado el camión a los alumnos, ¿qué sentido tenía, si el móvil era el que sugiere el GIEI, asesinar o desaparecer a los que no tomaron ese vehículo ni se trasladaron en él? Me asombra que en las numerosas entrevistas concedidas por los integrantes del GIEI esa pregunta (elemental, mi querido Watson) no se les haya formulado.
La atención de los medios se ha centrado en el dictamen asumido por el GIEI —que contradice a peritos de prestigio internacional—, según el cual en el basurero de Cocula no pudieron ser incinerados 43 cadáveres. Esa discrepancia no invalida lo esencial de la llamada verdad histórica de la Procuraduría General de la República: las víctimas fueron capturadas por la policía municipal, amontonadas en un vehículo, transportadas y entregadas a Guerreros Unidos. Es decir, éstos fueron los autores de los crímenes con la complicidad de los policías municipales.
Lo verdaderamente inquietante del informe del GIEI es el señalamiento de que los militares y los policías federales, enterados de lo que estaba sucediendo, no hicieron nada por defender a los agredidos. Esa omisión podría ser también un delito gravísimo. Pero, por una parte, hay que preguntarse si el número de policías federales que se encontraba en Iguala era suficiente para repeler la agresión de decenas de municipales y, por otra, según el general Salvador Cienfuegos, el cuartel estaba vacío, pues los soldados habían salido a atender el accidente de una pipa que traía un líquido tóxico y regresaron hasta la noche.
Finalmente, el informe explica el porqué del viaje al escenario del crimen: los normalistas buscaron autobuses en Chilpancingo para tomarlos y trasladarse a la manifestación del 2 de octubre en la Ciudad de México, y como no lograron su propósito decidieron mejor ir a Iguala. ¿Era menos difícil hallar autobuses en Iguala que en la capital del estado? ¿Quién y por qué dio la instrucción de trasladarse a Iguala? ¿Cuál era la actitud del director de la escuela —un internado— respecto de esos viajes? Si para la manifestación del 2 de octubre faltaban seis días, ¿por qué tenían que tomarse autobuses con tanta anticipación? El GIEI no se formula estas preguntas en su informe.