El aborto, un derecho cancelado

Por Luis de la Barreda Solórzano
30 de junio de 2022

La Corte Suprema de Estados Unidos ha dictado una resolución con la cual se abandona la jurisprudencia adoptada hace casi 50 años, en 1973, en el caso Roe versus Wade, y se echa abajo el derecho constitucional de las mujeres a procurar o consentir un aborto, dejándose a cada uno de los estados de la Unión la facultad de legislar sobre la penalización o la despenalización y, en su caso, los supuestos y los plazos en que se permitiría la interrupción del embarazo.

La sentencia del máximo tribunal ha causado conmoción no solamente en las mujeres que se ven privadas de un derecho que parecía inamovible, sino en buena parte de la sociedad estadunidense. El mismo presidente Joe Biden ha anunciado que prevé presentar una iniciativa de ley federal en virtud de la cual se devuelva ese derecho a las mujeres.

El tema del aborto procurado o consentido por la mujer embarazada es de los más delicados ética y jurídicamente. Nadie puede razonablemente poner en duda que, como dice el conocido eslogan, el cuerpo de una mujer es solamente suyo y sólo ella, nadie más, está legitimada a tomar decisiones sobre él. Pero no puede soslayarse que en el cuerpo de la mujer en estado de preñez se está formando una vida.

Ésa es la razón por la cual un importante segmento de la sociedad, en los diferentes países, se opone a la despenalización del aborto voluntario. Esa oposición no es sólo de los fanáticos de los grupos provida. También numerosas personas razonables argumentan que no debe sacrificarse una vida en formación, así sea en aras del derecho de las mujeres a decidir no sólo sobre su cuerpo sino, al hacerlo, sobre un asunto de la mayor relevancia: tener o no un hijo.

Es obvio que si se quiere evitar la maternidad lo mejor es evitar el embarazo, pero el tema de si se debe o no permitir el aborto se plantea cuando la mujer ya está embarazada. Por tanto, lo que los legisladores han de decidir es si la mujer que aborta voluntariamente y quienes le auxilian deben ser castigados.

Dos años antes de que se me propusiera para presidir la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal se había publicado mi libro El delito de aborto: una careta de buena conciencia, en el que sostuve que: a) las normas que penalizaban el aborto jamás habían disuadido a las mujeres que querían abortar; b) esas normas hacían del aborto una práctica clandestina y orillaban a las mujeres sin recursos económicos a abortar en lugares sórdidos, atendidos por personas sin la capacitación adecuada, lo que ponía en riesgo su salud e incluso su vida c) en cambio, las mujeres con posibilidades económicas abortaban en clínicas u hospitales que contaban con condiciones idóneas, y d) las únicas averiguaciones previas eran contra mujeres pobres que habían llegado a un hospital público por las complicaciones de salud de un aborto mal practicado.

Por tanto, era evidente que las normas que penalizaban el aborto resultaban ineficaces y clasistas. Además, un hijo debe ser profundamente deseado, parte importantísima del proyecto de vida de quien lo tiene, y de ninguna manera la consecuencia no querida de un descuido o de una mala jugada del sino. Concluía el ensayo aclarando que no era partidario del aborto, sino de su despenalización.

Ese libro fue la causa de que mi candidatura irritara a obispos, determinadas asociaciones civiles y al líder nacional del PAN, Carlos Castillo Peraza —un hombre culto e inteligente—, que instruyó a los legisladores panistas a no votar por mí. Tuve la gran satisfacción de que las legisladoras de ese partido, si bien no votaron por mí, tampoco lo hicieran en contra: una vez que escucharon mis argumentos, su voto fue de abstención. El grupo Provida, de Jorge Serrano Limón, acudió a la escalinata de la Asamblea Legislativa el día de mi toma de posesión con pancartas en mi contra y canastas de huevos que amenazó con arrojar contra mí y mis invitados a la ceremonia, amenaza que no fue cumplida.

La resolución de la Corte Suprema de Estados Unidos es regresiva: va a contracorriente de las leyes y la jurisprudencia más progresistas del mundo al cancelar un derecho constitucional conquistado por las mujeres.

Fuente:
https://www.excelsior.com.mx/opinion/luis-de-la-barreda-solorzano/el-aborto-un-derecho-cancelado/1523813
(26/07/22)

Disforias tempranas

Por Luis de la Barreda Solórzano
14 de julio de 2022

Una tendencia creciente recorre los países ricos: “cambiar de sexo” cuando la persona percibe que su sexo biológico no es el que en realidad le corresponde. A esta extraña pero no tan infrecuente disconformidad se le llama disforia de género. Abundan los disconformes que optan por transformar su cuerpo de tal manera que su apariencia corresponda a su percepción.

En varios países europeos, Estados Unidos y Canadá, las cirugías y los bloqueadores hormonales para lograr esa transformación —en algunos casos en niños de tres años— se han multiplicado por diez o por veinte en la última década. Cada cual tiene derecho a buscar su realización personal, por lo que si alguien con disforia de género acude a un tratamiento de esa índole —para lo cual, claro, se requiere contar con los recursos suficientes— no hay nada que objetar.

Los partidarios de esa metamorfosis constituyen un influyente movimiento que ha logrado que varios países, y en nuestro país varias entidades federativas, sancionen penalmente a quienes brindan terapias orientadas a disuadir de su propósito a quienes desean una transformación tal. Pero ya con el cuerpo transformado, algunos lamentan haber dado el paso. El autor de A la ‘conquista’ del cuerpo equivocado, Miquel Missé, manifiesta en ese libro su deseo de recuperar el cuerpo que tanto había aborrecido.

Se trata de un asunto en el que la determinación corresponde al interesado, pero es razonable que quienes se sometan a esos tratamientos de transición sean mayores de edad con plena capacidad psíquica para comprender las implicaciones de tal metamorfosis. No obstante, en algunos países los mayores de 16 años ya no requieren consentimiento de los padres para someterse a esos tratamientos.

Los partidarios de la transformación precoz argumentan que la cirugía y el bloqueo hormonal tienen mayores posibilidades de éxito entre los menores de edad, lo que —advierte Enrique Sena— presenta un dilema ético y jurídico: ¿en la minoría de edad se tiene la lucidez necesaria para tomar una decisión tan difícil sobre el propio cuerpo?, ¿no sería más prudente prolongar varios años las evaluaciones de cada paciente para evitar fatales arrepentimientos? Sin embargo: “Como en la actualidad cualquiera que se oponga a banalizar los riesgos de convertir estas cirugías en moda es objeto de linchamiento en la arena pública, muchos liberales prefieren eludir el tema, para evitar que los fanáticos del bisturí les endilguen un sambenito” (Enrique Serna, “Consejos para cambiar de sexo”, Milenio, 8 de julio).

El caso del doctor Kenneth Zucker, profesor de la Universidad de Toronto, es muy ilustrativo. En 2015 fue expulsado del Centre for Addiction and Mental Health , acusado de disuadir de la transición a niños de género confuso, con lo cual, según sus acusadores, les provocaba graves problemas psicológicos. Si bien posteriormente se le pidió una disculpa y se le indemnizó, ha quedado catalogado por parte de los colectivos trans como enemigo de la transexualidad.

El doctor Zucker parte de la convicción de que la identificación sexual es un proceso complejo. Si el paciente es un menor, debe indagarse en las razones psicológicas y de salud mental de la disforia de género, y no necesariamente aceptar que el niño nació con un sexo equivocado. En el documental de la BBC Transgender kids: who knows best? (Niños transexuales: ¿quién sabe más?), el doctor Zucker explica que es posible que los chicos con tendencia a obsesionarse con algo puedan hacerlo con respecto al género, y se pregunta: ¿por qué apresurarse a tomar una decisión tan delicada? Cuando se presentó en el Reino Unido, 13 asociaciones de salud mental condenaron el documental y rechazaron el enfoque de Zucker.

El doctor Zucker ha tratado, principalmente con su colaboradora Susan Bradley, a unos 500 preadolescentes aparentemente inconformes con su sexo biológico con la perspectiva de convencerlos de que acepten esperar hasta alcanzar una edad adecuada para determinar su identidad de género. ¿Por qué tendrían que apresurarse a tomar una decisión evidentemente muy delicada? Si al llegar a la edad aconsejable experimentan disforia de género, se les ayuda en la transición. Aproximadamente 80% de los niños tratados con este enfoque han superado su disforia y aceptado su sexo biológico.

Fuente:
https://www.excelsior.com.mx/opinion/luis-de-la-barreda-solorzano
(26/07/22)

Asfixia por sofocación

Por Luis de la Barreda Solórzano
21 de julio de 2022

La segunda necropsia oficial practicada al cadáver de Debanhi Escobar concluye que la causa de la muerte de la joven desaparecida la madrugada del 9 de abril y encontrada muerta casi dos semanas después en la cisterna del motel Nueva Castilla, a las afueras de Monterrey, fue asfixia por sofocación debida a obstrucción de los orificios respiratorios.

Es decir, como intuían o sospechaban sus padres, Debanhi fue asesinada. Pero no la madrugada que desapareció tras de que, al salir de una fiesta, un taxista la dejó en la carretera, sino varios días después. La nueva necropsia indica que la muerte ocurrió entre tres y cinco días antes de que el cuerpo fuera encontrado, hallazgo que tuvo lugar 13 días después de la desaparición.

O sea, Debanhi estuvo viva entre siete y diez días desde que había desaparecido, periodo en que las autoridades y sus padres la buscaban y las calles estaban llenas de carteles con su fotografía y su nombre en los que se ofrecía recompensa a quien informara sobre su paradero.

La segunda necropsia oficial desestima la conclusión de la precedente, que atribuía el deceso a un traumatismo craneal profundo. En la conferencia de prensa en que se dio a conocer no hubo siquiera alusión a las contusiones en la cabeza, una especialmente profunda, que mencionaba la primera autopsia como causa de la muerte. Asimismo, el nuevo dictamen descarta la posibilidad de que Debanhi hubiera sido víctima de abuso sexual.

Pero no se ofreció explicación alguna sobre los porqués de las contradicciones entre los dos dictámenes oficiales. Ante conclusiones tan dispares, resultaba imprescindible que se explicaran detalladamente las razones de las disparidades.

En la conferencia de prensa, el fiscal de justicia de Nuevo León presumió que lo que se estaba haciendo público había sido producto de un “enorme trabajo de investigación”, pero el dictamen —coordinado por el gobierno federal y elaborado por el Instituto de Ciencias Forenses de la Ciudad de México y un experto guatemalteco— únicamente señala la causa de la muerte. Nada más.

Nada sobre la mecánica de los hechos —¿cómo se obstruyeron los orificios respiratorios de Debanhi hasta provocarle la asfixia?—, los móviles del asesinato o alguna pista que pueda conducir al probable o los probables responsables. Es significativo que no se haya permitido a los reporteros hacer preguntas.

El misterio está lejos de resolverse y el caso está tan lejos de aclararse como al principio. ¿Dónde estuvo Debanhi antes de caer o ser arrojada en la cisterna? ¿En algún momento salió del motel en el que se encontró su cuerpo o todo el tiempo estuvo allí? El motel fue cateado en cuatro ocasiones. El cadáver flotó en la cisterna entre tres y cinco días. Agentes estatales resguardaban el inmueble.

¿Debanhi estuvo con alguien desde el momento de su desaparición hasta el instante de ser asesinada? Si así fue, ¿permaneció con esa persona o esas personas por propia voluntad o se le retenía forzadamente porque era víctima de privación de la libertad?

¿Cuál fue el motivo de que estuviera desaparecida durante tantos días? Si estaba privada de la libertad y, como señala la nueva necropsia, no se encontraron signos de abuso sexual, el propósito de quien la hubiera tenido en su poder no parece que fuese el de someterla a un abuso de esa índole.

Tampoco estamos ante un secuestro típico en el que los secuestradores exigen un rescate a los familiares de la persona secuestrada. Los padres de Debanhi no recibieron llamada alguna en la que se les exigiera una cantidad de dinero a cambio de la libertad de su hija. ¿Entonces qué pasó con la joven tras su desaparición?

Todo apunta a que, a pesar del impacto mediático del suceso y de la intervención de las autoridades federales luego de la promesa del Presidente de que el caso se aclararía, el asesinato de Debanhi permanecerá impune, como impune queda la inmensa mayoría de homicidios dolosos y feminicidios en México.

Fuente:
https://www.excelsior.com.mx/opinion/luis-de-la-barreda-solorzano/asfixia-por-sofocacion/1528121
(26/07/22)