Humor

En Sombrerete, Zacatecas se padece una sequía que ya dura 17 años. La tierra está seca y agrietada; las vacas, flacas… Los pobladores se ponen de acuerdo y deciden ir a Fresnillo a pedir la imagen del Niño de Atocha, el niño santo que tiene fama de milagroso, para llevarlo a Sombrerete, pasearlo y hacerle una fiesta, a ver si les concede la bendición de la lluvia.

            Llegan a Fresnillo y se dirigen al Santuario de Plateros, que alberga a la imagen milagrosa. Buscan al párroco, a quien explican el problema. El padre accede a prestarles al santo a condición de que se comprometan a cuidarlo, y a devolverlo una vez cumplido el milagro, y de que paguen una módica suma. A todo acceden los sombreretenses y, muy contentos, se llevan al santo en una bella vitrina .

            Ya en Sombrerete, llaman a todo el pueblo y de inmediato llevan a cabo la procesión y, al día siguiente, la fiesta: misa, tambora, comida y bebida, fuegos artificiales y baile…

            A la mañana siguiente comienza una tormenta terrible que dura todo el día y que inunda el pueblo, rompe las presas, desgaja los cerros, ahoga a los animales flacos y arrasa a las plantas resecas.

            Los pobladores dialogan y deciden devolver inmediatamente al Niño de Atocha a su santuario. Lo cargan y se dirigen a Fresnillo. Ya en el templo buscan al padre y le devuelven la imagen.

            El párroco les pregunta: —¿Tan pronto…?

            —Sí…— le responden tímidamente los sombreretenses. Y agregan: —¿Ora nos presta a la Virgen…?

            —¿Y para qué…?

            —¡Ay, padrecito!, pa’ que vaya a ver lo que hizo su hijo.

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