Ciudadanos del
mundo
Todos
los grandes movimientos de población han contribuido – y lo siguen haciendo- al
enriquecimiento de las culturas, tanto de las sociedades receptoras como de los
propios migrantes. Con migración nos referimos al desplazamiento de personas
que consiste en dejar temporal o definitivamente el lugar de residencia para
habitar en otro debido a motivos económicos, sociales, políticos, bélicos, etcétera.
Frente
a los flujos migratorios, la actitud de las sociedades receptoras ha sido muy
diversa, no sólo de país a país, sino incluso al interior de la misma nación, dependiendo
de la coyuntura en que el fenómeno se presenta. Actualmente, la mayor parte de
los países “receptores” de inmigrantes (trátese de Estados Unidos, Gran Bretaña,
Francia, España o Alemania), están preocupados por la regulación y control de
sus fronteras y de la población que llega a sus territorios. A pesar de las
diferencias existentes entre sus respectivas leyes, todos han legislado en este
sentido, alegando motivos como la seguridad y el desempleo que puede provocar
en la población ya radicada. Además, algunos sectores de las sociedades de
destino reaccionan negativamente contra los migrantes: la xenofobia, manifiesta
en los prejuicios racistas y de rechazo al extranjero, así como el auge de
grupos neonazis o de extrema derecha, son respuestas nada deseables, pero
presentes.
Contrario
a estas posturas está la actitud plenamente solidaria de César de Miguel,
profesor jubilado de Bilbao, España, quien literalmente se sienta en plena
calle en una silla portátil al lado de Evans Isibor, migrante de origen
africano a quien asesora en lengua, matemáticas y todas las asignaturas que se
requieren para aprobar la ESO (Educación Secundaria Obligatoria). Según reporta
el portal electrónico del diario El País, Evans salió de su natal
Nigeria a la temprana edad de 15 años en busca de una vida digna y de
condiciones para prosperar, pues su padre era un granjero con pocas
posibilidades económicas. Durante muchos años laboró en diversas zonas de España
en trabajos de carpintería, pintura y construcción, hasta que llegó a Bilbao y
decidió matricularse para continuar sus estudios truncos desde su país de
origen. Así, todas las mañanas se sienta junto a un letrero que dice: “por
favor, ayúdame para trabajar”.
El
profesor jubilado vive cerca de donde Evans pide ayuda. Según Pedro Gorospe,
reportero que suscribe la nota periodística, César habla con los migrantes de
la cercanía para saber si los puede ayudar en algo. De comenzar brindando algo
de comida a Evans, y al saber de su interés en estudiar, el docente pasó a
inaugurar su “instituto callejero”, donde por más de un año ha asesorado al
estudiante nigeriano, quien muestra progresos en matemáticas y lengua. Sin
embargo, el principal reto de Evans es llegar a dominar el idioma español, pues
esta habilidad sería la base para logros subsecuentes, incluida la consecución
de un mejor trabajo.
En
septiembre, mes en el que se conmemora el Día Internacional de la Alfabetización,
es de la mayor importancia destacar el deber de proporcionar a niños, jóvenes,
adultos y grupos de población en condiciones de vulnerabilidad, las condiciones
de posibilidad para desarrollar las capacidades de lectura, escritura y aritmética,
que a su vez hacen posible el desarrollo individual y social, esencial para
lograr la igualdad de género, erradicar la pobreza, y garantizar el desarrollo,
la paz y la democracia, entre otros objetivos trascendentales.
El
empeño común de estos dos hombres, la vocación y entrega docente de uno, así como
el esfuerzo y voluntad de aprendizaje del otro, se convierten en auténticos
actos heroicos en el panorama de una sociedad plagada de desigualdades
rampantes, discursos de odio en ascenso y violaciones constantes a los derechos
humanos. No sin motivo una mujer grita al pasar frente a la casa número 57 de
la calle Rodríguez Arias, en el centro de Bilbao: “Sois unos héroes.”
Fuente:
https://elpais.com/espana/2021-10-13/la-academia-solidaria-del-profesor-cesar.html
(28/08/22)