La Comisión Nacional de Derechos Humanos organizó el Congreso
Internacional sobre “La Experiencia del Ombudsman en la Actualidad”,
el cual se celebró en la ciudad de México del 13 al 15 de noviembre de 1991.
Dicho Congreso tuvo un altísimo nivel académico, y esta Comisión Nacional
considera que las ponencias que en él se presentaron deben ser conocidas por un
público más amplio que aquellos cuatrocientos participantes en ese foro
internacional. Por ello, se publican esas ponencias en este volumen.
Al Congreso asistieron distinguidos Ombudsmen de Canadá,
Colombia, Dinamarca, España, Guatemala, Gran Bretaña, Holanda, Israel, Noruega,
Portugal, Puerto Rico y Suecia; los principales directivos de los Institutos
Internacional y Latinoamericano del Ombudman, así como el Presidente de
la Comisión de los Derechos Humanos de la Asamblea de Diputados de Rumania, y
se presentó una ponencia por parte de la oficina del Ombudsman francés.
Los presentes en el Congreso aprendimos mucho de él. Existió un especial
interés por escuchar y dialogar con los Ombudsmen. La audiencia del
Congreso estuvo constituida por distinguidos mexicanos de todo el territorio
nacional, magistrados y jueces, legisladores, procuradores generales de
justicia, presidentes y procuradores de las comisiones locales de Derechos
Humanos, directivos de las organizaciones no gubernamentales de Derechos
Humanos, académicos e intelectuales, periodistas, miembros de las fuerzas
armadas, dirigentes religiosos y representantes del cuerpo diplomático
acreditado en este país.
El gran interés que existió en México por ese Congreso se debió a que el
Ombudsman es todavía una experiencia reciente en nuestro país, aunque su
antecedente más remoto puede encontrarse en la Ley de Procuradurías de Pobres
en una entidad federativa, la de San Luis Potosí, en 1847. Antes de la creación
de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en junio de 1990, que es un Ombudsman
nacional, hubo tres antecedentes de relieve: el establecimiento, en 1985, de la
Defensoría de los Derechos Universitarios en la Universidad Nacional Autónoma
de México, la más importante de nuestras universidades, la Procuraduría de
Protección Ciudadana en Aguascalientes, en 1988, y la Procuraduría Social del
Distrito Federal, en 1989.
Así, en México la figura del Ombudsman no era desconocida; sin
embargo, un hermoso debate se ha venido dando con el establecimiento de la
Comisión Nacional de Derechos Humanos. Durante más de veinte meses la sociedad
mexicana ha podido observar cómo funciona un Ombudsman, sus resultados y
sus perspectivas. El debate sobre las características del Ombudsman ha
sido muy interesante y de gran altura.
Hoy en día las voces en México, que no son muchas, en contra del Ombudsman
representan intereses específicos. Sin embargo, no puede negarse que existieron
inquietudes legítimas sobre la Institución.
Podría afirmar que los aspectos que más llamaron la atención de la
opinión pública mexicana respecto de la figura del Ombudsman fueron:
- Que sus conclusiones se plasman en Recomendaciones; es decir, su carácter no obligatorio hacia la autoridad. Poco a poco se ha ido comprendiendo que, al no seguirse un procedimiento formal, esas conclusiones no pueden plasmarse en una sentencia y que, si su naturaleza fuera la de ésta, el Ombudsman sería un tribunal más, suprimiéndole su flexibilidad, sencillez y rapidez. Pero especialmente ocurriría que, en lugar de venir a enriquecer el orden jurídico y la protección de los particulares frente a los órganos de poder, desquiciaría a ese orden jurídico, porque seguramente se darían enfrentamientos entre tribunales.
- Su incompetencia para conocer de cuestiones electorales, porque la fuerza del Ombudsman radica en su calidad moral y en su naturaleza apolítica y apartidista, lo que lo mantiene al margen de las contiendas políticas del país, y
- Su incompetencia para intervenir en las cuestiones jurisdiccionales de fondo, porque no puede substituir a los poderes judiciales ni afectar su independencia.
En forma paulatina, cada día más, se fueron entendiendo y aceptando esos
principios esenciales a la institución del Ombudsman. Prueba de esta
afirmación es que el proyecto de reforma constitucional que eleva a ese nivel a
los Ombudsman mexicanos y que recoge esos principios, fue aprobado por
los seis partidos políticos que integran actualmente la H. Cámara de Diputados
del Congreso de la Unión, aunque algunos votos se expresaron con salvedades y
tres en contra del proyecto.
La preocupación por proteger procesalmente los Derechos Humanos en
México es muy antigua. En 1840, a nivel local y siete años después al federal,
se creó un recurso constitucional para defenderlos: el Juicio de Amparo, en el
cual la sociedad mexicana confía por su alto índice de efectividad. El Juicio
de Amparo es y continuará siendo la columna vertebral de la defensa de la
Constitución y de los Derechos Humanos. El Ombudsman viene a auxiliarlo
y a cooperar con él con una misma finalidad: que cada día exista una mejor
procuración e impartición de justicia en nuestro país. En múltiples ocasiones
he expresado que soy un convencido y un defensor del Juicio de Amparo, el cual
es un recurso espléndido.
México ha entrado de lleno, con vigor y convicción, en la gran corriente
internacional promotora del Ombudsman. Ha tomado sus características esenciales
y las ha ajustado a su realidad y a las peculiaridades de su orden jurídico.
Quizá la innovación más importante que le ha hecho es la creación de un Consejo,
integrado por diez grandes personalidades de la sociedad civil. Diez personas
respetadas en el país por su integridad moral y su independencia y por sus
contribuciones a la cultura, la educación y la ciencia en México.
El Ombudsman mexicano de carácter nacional fue creado a través de
un decreto presidencial del Lic. Carlos Salinas, y su reglamento interno fue
obra de su Consejo. Este marco jurídico, que siempre se consideró como
transitorio y así claramente se expresó en los dos primeros Informes Semestrales,
aunque fue una buena base y nos permitió actuar fructíferamente, debió de ser
perfeccionado con las experiencias de los primeros diecisiete meses. Por ello
fue que le propusimos al señor Presidente de la República un anteproyecto de
Ley Orgánica de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. La respuesta
presidencial fue extraordinaria y vigorosa: aceptó nuestra iniciativa; además
manifestó que propondría que la existencia de la Comisión Nacional se elevara a
nivel constitucional, tal y como se da en diversos países de los cinco
continentes. Hoy en día la promesa, y después iniciativa presidencial, forma ya
parte de nuestra Constitución.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos cumplió, el 6 de diciembre de
1991, su primer año y medio de existencia, y entonces se rindió el Tercer
Informe. En esta primera etapa los Informes han sido semestrales, y no anuales,
como es la regla general en el mundo, con el ánimo de arraigar la institución
en la confianza de la sociedad. Los tres primeros Informes han tenido amplia
difusión en la sociedad mexicana, para que ella los valore. En esos informes
mostramos resultados y más resultados, que sin duda han sido positivos, aunque
sabemos que el camino que queda aún por recorrer es largo. Por eso en dichos Informes
se reconocen nuestros problemas, se habla con la verdad y se da cuenta
detallada de los progresos que se obtienen en la lucha frontal que los
mexicanos, sociedad y gobierno, estamos dando en contra de la impunidad y por
el fortalecimiento del Estado de Derecho.
El Congreso aspiró a ser una contribución más para el pleno conocimiento
de la institución del Ombudsman en un momento en que más países
latinoamericanos la hacen suya y en el cual México, con todas sus experiencias
al respecto, se encaminóa su inclusión a nivel constitucional. Considero que
esa aspiración se alcanzó plenamente por el alto nivel de los ponentes y la
gran participación de los asistentes, los cuales realizaron a los ponentes 419
preguntas, las que no todas pudieron ser contestadas por falta de tiempo.
Al terminarse el Congreso nos embargó un dejo de tristeza, porque no
continuaríamos escuchando ideas y más ideas importantes. Sin embargo, un gran
halo de alegría nos causó que el Congreso cumplió con creces los objetivos por
los cuales fue organizado. Dejo constancia pública del agradecimiento de la
Comisión Nacional de Derechos Humanos a todos los ponentes extranjeros y
mexicanos, que con su esfuerzo hicieron que el Congreso fuera muy exitoso.
Termino estos párrafos con las mismas palabras con las cuales finalicé
mi intervención en la Ceremonia de Inauguración del multicitado Congreso:
Uno de los valores más queridos para el ser humano es la realización de
la justicia. Que este valor impregne todos los actos del Congreso. Que este
valor, que es parte indispensable del trabajo del Ombudsman, guíe siempre nuestros actos. Que todos juntos, con
nuestros esfuerzos y voluntades, hagamos que la justicia, principio y fin del
quehacer humano, brille y se fortalezca en nuestros respectivos países.
Justicia como meta y al servicio de las personas. Justicia que perfeccione el
orden jurídico y haga resplandecer el cumplimiento y la protección real de los
Derechos Humanos.
Fuente:
Carpizo, Jorge, “La experiencia del Ombudsman en la actualidad”, en Derechos Humanos y Ombudsman, México, Comisión Nacional de Derechos Humanos, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, 1993, pp.211-215. Disponible en: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/8/3848/10.pdf
(última consulta: 09/11/23).
[1] Prólogo a la memoria del Congreso Internacional del mismo nombre,
que tuvo lugar del 13 a1 15 de noviembre en la ciudad de México. La
experiencia del Ombudsman en la actualidad, noviembre de 1991.
Nota del editor: Publicado por la CNDH en 1992.