De pena y de náusea

Lo novedoso era que se sometía a los cautivos a un juicio en el que los plagiarios eran a la vez, inquisitorialmente, acusadores y jueces. Se acusaba al plagiado de su riqueza, se le preguntaba a cuánto ascendía, cómo la había logrado. Ser rico era el crimen. Diego Fernández de Cevallos, Mónica Jurado (exnuera de Marta Sahagún) y Eduardo García Valseca fueron algunas de las víctimas. Los secuestradores formaban una pareja con intensa vida social: convivían con empresarios, pintores, aficionados al futbol, padres de familia y sanadores del alma.

            Algunos de quienes los trataron los describen como seres espirituales, seguidores de las enseñanzas y las terapias de sanación y paz interna. A sus víctimas les daban a leer El hombre en busca de sentido, el conmovedor libro de Viktor Emil Frankl, escrito a partir de su experiencia en campos de concentración nazis. En 2014 ella pasó un mes realizando labores humanitarias en África.

            El pasado 30 de mayo, un hombre pidió a un taxista que llevara un paquete a un restaurante situado a unos 20 minutos de la zona urbana. A pesar de la corta distancia, le pagó 500 pesos. Al taxista le pareció extraño el monto y notó con inquietud que lo seguía una camioneta. Telefoneó a emergencias, de donde se le pidió que se encontrara con la policía municipal en la gasolinería de la calzada La Estación. Al ver a la policía, el conductor de la camioneta quiso huir, pero se le dio alcance. Mientras tanto, en la gasolinería se destapaba el paquete: había un dedo, cartas en inglés y francés y una fotografía, todo dirigido al esposo de una mujer franco-estadunidense secuestrada un mes antes.

            El conductor de la camioneta ya se encuentra preso en Guanajuato. Es uno de tales seres espirituales. Residía en San Miguel de Allende con un nombre falso. El verdadero es Raúl Escobar Poblete, El Comandante Emilio, exguerrillero chileno, integrante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, prófugo de la justicia  por asesinar en 1991 a un senador. Su mujer, la también chilena Marcela Mardones, igualmente perseguida por ese asesinato, regresó a su país al enterarse de la detención de Escobar y allí se le detuvo.

            El Frente Patriótico Manuel Rodríguez se solidarizó con los detenidos y advirtió que la derecha chilena aprovecharía las detenciones para opacar los escándalos de corrupción y la pérdida de toda ética política. ¿Qué tal? La pareja detenida juzgaba a los secuestrados por su riqueza, pero se apropiaba de una parte de ésta; les preguntaba cómo la habían obtenido, pero obtenía la propia con uno de los crímenes más repugnantes. Por lo visto, al Frente Patriótico Manuel Rodríguez los secuestros realizados exclusivamente para enriquecerse no le parecen contrarios a la ética.

            La izquierda partidocrática mexicana también está lejos de ser admirable. Para apoyar o soslayar los peores atropellos, las brutalidades criminales de un gobierno —incluso de las más atroces dictaduras—, le basta que éste se ponga la etiqueta de socialista o anuncie su enemistad con el imperialismo yanqui.

            El senador Manuel Bartlett, del grupo parlamentario PT-Morena —¡al que la misma izquierda señaló como perpetrador de fraude electoral en 1988!—, se opone a la condena diplomática al gobierno venezolano invocando la barrera mítica de la soberanía nacional, que es en realidad la soberanía del tirano.

            El PRD guarda cobarde silencio, no obstante que en Venezuela el porcentaje de pobres se ha duplicado durante el chavismo, escasean alimentos y medicinas, hay decenas de presos de conciencia, se ha asesinado impunemente a más de 80 manifestantes en las semanas recientes, la fiscal general está sometida a procedimiento de destitución por no haber sido lo suficientemente incondicional y Maduro amenaza que si no es con votos, se sostendrá en el poder con las armas.

            Esa izquierda da pena y náusea.